sábado, 3 de abril de 2021

El códice y el robobo (9)

Capítulo 4.- El mérito siempre se lo lleva otro
 
Ambrosia comenzó como cada mañana ocupada en los quehaceres de su modesta vivienda, “pequeña, pero limpia” que decía ella. Sin embargo algo rondaba en su cabeza que no la dejaba descansar. Tenía un presentimiento, la sensación de que algo había hecho mal cuando estuvo la tarde anterior limpiando la biblioteca de la catedral. Por eso esa mañana no podía concentrarse: había limpiado tres veces el cuarto de baño pero su cama seguía sin hacer, había cambiado dos veces seguidas las sábanas del dormitorio de su hijo Remigio y no había recogido los platos sucios de la cena de la noche anterior... y ahora estaba frota que te frota con los cristales de la ventana del salón. Y curiosamente, cuanto más frotaba, más sucios parecían los cristales. Entonces cayó en la cuenta: el trapo con el que estaba limpiando los cristales era el mismo con el que había limpiado la grasa de la cocina y por eso en vez de quedar cada vez más limpios los cristales, lo que hacía era ensuciarlos; y eso mismo le había sucedido la tarde anterior cuando limpió las lentes de esas cámaras que habían colgado en el techo de la biblioteca. Como las había dejado perfectamente engrasadas gracias al “3 en 1” con el que gene-rosamente las había rociado para que giraran con total soltura, no se dio cuenta que ese mismo trapo usado para limpiar los goterones del aceite lubricante era el que también había usado para limpiar los objetivos de las cámaras, los cuales habían quedado totalmente borrosos, tal como los que se utilizan para fotografiar a muchas de las grandes artistas del cine y de la canción cuando su edad supera la media docena de décadas.
 
Ambrosia sonrió al comprender por fin cuál había sido su error y se dijo que eso tenía fácil arreglo ya que para eso estaba el “Ambrosíaco”, un invento de la propia Ambrosia para vencer las manchas más rebeldes y que consistía en una mezcla de aguarrás, amoníaco y lejía, en unas proporciones que sólo ella conocía y no estaba dispuesta a revelar a nadie. Decidió que tan pronto llegase a limpiar al museo catedralicio, usaría su “receta” especial para dejar los objetivos de las cámaras como los chorros del oro, aunque seguía sin entender a cuento de qué venía eso de poner unas cámaras pegadas al techo y por todos los rincones, que para lo único que servían era para hacer más difícil su trabajo.
 
Remigio había salido temprano esa mañana, pero al ver el montón de periódicos que continuaba acumulándose en el carrito de supermercado que había en un rincón del pasillo, comprendió que su hijo había pasado de llevárselos para venderlos al peso. “Habrá que esperar a que esté rebosando el carrito pa que lo lleve a vender. A ver si hoy le traigo mas papeles de la oficina”, se dijo. Entonces, se agachó para recoger un periódico que había en el suelo y se quedó helada al ver la portada.
 
En realidad no comprendía nada, porque leer no era lo suyo, aunque sí que sabía leer, pero despacito; por eso no solía pasar del titular, siempre y cuando viniese en letras grandes. Y ese titular venía en letras bien grandes aunque a pesar de eso no entendía nada, pero sí que entendía el nombre del pueblo en donde había pasado sus pocos días de vacaciones y sí que entendía también la foto que lo acompañaba: un cuadro que ella había limpiado y había dejado precioso.
 
Con el ejemplar en la mano, salió a la escalera y llamó a su vecina Mariana que tenía un hijo de 12 años bastante espabilado.
- Mariana, ¿está Fermín por ahí pa que me lea una cosa del piriódico este?
- Ea, ahora mismo lo llamo. ¡Fermiiiin!
Se oyó la voz de Fermín, y sus pasos, acercándose por el pasillo.
- Dime, mama. Hola, Ambrosia.
- Ca venío la Ambrosia pa que le leas una cosa que vié en el piriódico y que lo mismo habla de ella, o eso dice.
 
Fermín cogió el periódico y comenzó a leer:
- Pues aquí pone “Borja en el spotlight” –dijo Fermín.
- ¿Y eso que quié decir?
- No sé, es muy raro, mama. Voy a seguir leyendo: “La restauración del ‘Ecce Homo’ de la iglesia de Borja ha tenido una repercusión mundial y encabeza la lista de las noticias más leídas en todo el mundo y de las más reenviadas en las webs de diarios como Le Monde, Daily Telegraph o de la propia BBC. Una universidad de Estados Unidos va a analizar este fenómeno desde el punto de vista sociológico, al igual que una de las más importantes agencias de publicidad internacional que analizará el impacto mediático. El Ayuntamiento de Borja está a la espera de que a principios de la próxima semana llegue el equipo de restauradores para que dictamine si el 'Ecce homo' es recuperable”.
- Uy, qué cosa más rara. No entiendo na. Pa qué te interesa eso, Ambrosia –exclamó Mariana.
- Es que ese cuadro que sale en la afoto lo he limpiao yo. Está en la iglesia de Borja ande fui a pasar unos días de vacaciones el mes pasao, anca mi prima Remedios, y pa ganarme unas perrillas iba por las tardes a limpiar la iglesia.
- ¡Anda! ¿Y tú has limpiao ese cuadro tan famoso? ¡Qué suerte!
- Pos sí, y bien reluciente que lo he dejao, pero seguro que ahora el mérito se lo lleva otro. A los pobres nunca nos dan na.
 
Mientras tanto, en el hospital de Borja (Zaragoza), Cecilia Jiménez, recién ingresada a sus 81 años de edad, seguía delirando en la cama y ni los sedantes administrados por el médico conseguían hacer efecto.
- Yo lo hice con buena intención, se habrá corrido la pintura, como la pared no estaba tratada...
- Tranquila, no se preocupe –le dijo el doctor Martín.
- Es que no sé qué habrá pasado, aún no había terminado de restaurarlo pero tuve que salir para visitar a mi hijo y cuando volví estaba así.
- Ahora lo que tiene que hacer es descansar y no preocuparse, que ya verá cómo lo arreglan... –y el Dr. Martín, que sabía que eso no tenía arreglo, abrió el gotero para que el sedante hiciese más rápido su efecto.

(Continuará...)

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