lunes, 30 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (30)

Capítulo 26.- Todo a 100
 
Mientras Pedro empezaba a escudriñar "la libreta secreta" de Jacinto, David el repartidor de pizzas conducía su Vespino de cabeza a lo que sería seguramente "la madre de todas las broncas" con Andrea. Y la verdad, David estaba para aguantar poco.  Su  corazón  latía  como  una patata frita por los huesitos de Pía.
 
Andrea Canoli, el dueño de "La Pizza risueña", era un auténtico superviviente. Su currículum laboral, más que risa, daba pena: legionario en Ceuta (encargado de la limpieza de la cabra mascota), vendedor a domicilio de la gran obra cumbre de la medicina natural "A la salud por el ajo y el limón", camarero ocasional de bodas, bautizos y comuniones en los salones "Lady Chonchi", temporero en la recogida de melones y sandías en algunas fincas manchegas, recauchutador de neumáticos de camión en Despeñaperros, bruja en "El tren de la bruja" en las ferias andaluzas, sparring del boxeador Poli Diaz... y pinche de cocina del carguero mercante de bandera italiana "Vesubio", que hacía la ruta Shangai-Valencia, transportando los cientos de contenedores de artículos inauditos que llenan las tiendas de los chinos "Todo a 100".
 
En este trabajo tuvo como jefe al cocinero Paolo Caronte, un viejo lobo de mar, que le enseño los secretos de la cocina italiana de clasificación gastronómica de 5 estrellas de la Mahou. Tres años pasó Andrea en el "Vesubio" donde, de tanto moverse por el trajín del oleaje, se le trastornó el hipotálamo, que le producía una mezcla de hormonas más parecidas a los restos de una sangría de fiesta de pueblo que a algo que pudiera generar el cuerpo humano.
 
Cuando le daba "el ataque", Andrea se lanzaba a un contenedor chino y se dedicaba a leer las instrucciones de los productos, redactadas en ese idioma que los chinos creen que es español, hasta que dos marineros polacos de tamaño "armario de tres puertas con maletero", podían reducirle y confinarle en el infecto cubículo que era su camarote compartido con un libanés albino, un ruso poeta, un hindú guarro donde los haya y un mono tití que había robado en una de las escalas en Alejandría.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

domingo, 29 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (29)

Capítulo 25.- El melón secreto
 
Los bomberos ya habían terminado su trabajo y le pidieron sus datos a Pedro –que se había quedado junto a ellos para entorpecer todo lo posible las tareas de extinción- pero los bomberos eran hábiles y consiguieron su objetivo. Ya antes de marcharse, lo interrogaron sutilmente para posteriores investigaciones:
-  ¿Cómo se llama? -preguntó un bombero.
- Bareta -respondió Pedro secamente (quería ser todo lo seco posible ya que eso favorece el fuego).
- Nombre de pila -le espetó el bombero.
- Duracell -citó Pedro.
- Oiga, que no estamos aquí de broma -se enfadó el bombero.
Y como Pedro vio que estaban de malos humos, dejó la ironía y contestó a sus preguntas.
 
Una vez se marcharon se dedicó a pasear por el jardín de Jacinto. Allí había restos de la tele de plasma y de algunos muebles que habían volado por los aires hasta aterrizar en el césped, ahora todo cubierto de ceniza. En esto su pie pisó un objeto rectangular, se agachó para recogerlo y vio que se trataba de un pequeño libro o agenda. A pesar de la suciedad reinante se veía en la portada la pegatina de unos melones. ¿Tendría eso algo que ver con la historia de Jacinto? Alguna vez le había escuchado historias sobre los melones y las extraordinarias cualidades del funguicida “Milgo E” fabricado por Zéneca Agro (ahora Syngenta) para combatir el oidio de un gran número de cucurbitáceas. Pedro no tenía oidio, pero sí odio hacia Jacinto, sin saber muy bien por qué, quizás por su prepotencia, o por esa manía de quitarle a Pedro una caspa imaginaria de su hombro cada vez que se encontraban.
Abrió con cuidado esa especie de agenda y cuál no sería su sorpresa al comprobar que toda ella estaba escrita. Había allí números muy largos, algo así como números de cuentas corrientes, resúmenes bancarios, teléfonos, nombres, datos de citas... tendría que investigar a fondo ese material, abrir ese “melón”, quizás allí encontrase algo que utilizar contra él...


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

sábado, 28 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (28)

Capítulo 24.- El melón, ese gran desconocido
 
Pero el riesgo de humillación pública merecía la pena. Alguien tenía que pararle los pies a su vecino. Porque Jacinto nunca había jugado limpio. Mejor dicho, nunca había jugado. Lo suyo era una historia de ambición sin par y sin non.
Con las muchas pesetas que de adolescente consiguió haciendo trampas al tute en el asilo de Tomelloso, al grupo de Alzheimer avanzado, a los que les cantaba las cuarenta todas las veces que quería, porque como no se acordaban... compró una finca de secano, más seca que una fábrica de piedra pómez, y gracias a la visión de su tío Paco, el Lince, que era un zahorí ciego, pero con una suerte del carajo, logró extraer agua del subsuelo en tal cantidad (dio de lleno en el acuífero 23) que le permitió convertir el secarral en la primera explotación melonera de España. También tuvo éxito nacional con el eslogan comercial "Melones Jacinto, al comerlos, del placer salto y brinco".
En su ambición por jugar en las ligas mayores de la economía capitalista, hizo su master en Chicago, donde conoció a Milos Eggs, joven judío, heredero de una fortuna amasada en la venta de rulos para tirabuzones, al que engatusó en varios negocios ruinosos (para Milos) que reportaron a Jacinto una pasta gansa, con la que se alió con Mr. McKarran, propietario de Future Farma Inc. en la OPA hostil que le hicieron al Laboratorio del Dr. Rodríguez.
Llegó a plantearse meterse en política para prevaricar "a tutti plen", pero hasta él, golfo y corrupto a más no poder, pensó que eso era excesivo. Con los laxantes ya estaba bien para revolverle las tripas a los ciudadanos.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

viernes, 27 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (27)

Capítulo 23.- Un pirómano al descubierto
 
Pedro seguía sin dar crédito a lo que veía. Mientras que su casa era un montón de escombros ennegrecidos, los bomberos hacían tan eficientemente su trabajo que en pocos minutos sofocaron el fuego del chalet vecino, que tan sólo se había chamuscado en un par de habitaciones de la planta baja.
Decididamente Jacinto era un tío con suerte. Había levantado un imperio económico de la nada, porque empezó vendiendo melones en Tomelloso con su tío el Arrugao y ahora, mira, un negocio floreciente, un deportivo flamante, un incendio que no llegó a ser, y para colmo de males sospechaba que tenía una amante que le mantenía joven e ilusionado. Lo que no sabía era que la causa de sus alegrías sería la causa de las desdichas propias. Por eso Pedro había provocado el incendio en su chalet, para borrar todas las pistas que pudieran relacionarle con el fuego vecino, puesto que ese hubiera sido su verdadero deseo. No contaba con que los niños estuvieran en casa. No obstante, la astucia de los muchachos había solventado el incidente de manera feliz. Ahora tan sólo esperaba que los peritos del seguro no lo relacionaran con este desdichado acontecimiento. Sería terrible verse involucrado en ello y además supondría un descrédito ante toda la comunidad...


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

jueves, 26 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (26)

Capítulo 22.- El mío está primero
 
Mientras el sargento Miñambres continuaba dando sus clases de extraño asturiano al heterogéneo grupo de detenidos (por cierto, el amasijo de pizza regada con pis, ya se había enfriado por completo), Pedro seguía allí entre los restos de su chalet, más parecido ahora a los restos de Fort Apache tras el ataque de los indios. Entre las cenizas relucían algunos trozos de cristal y cerámica gracias a la luz que le llegaba de las llamas que consumían el chalet de Jacinto y eso le proporcionaba un gran placer.
 
Todo quedó interrumpido con el sonido de la sirena de los bomberos que acudían allí tan solo dos horas después de recibir el aviso ya que antes habían tenido que rescatar a un gatito atorado en el tubo de un desagüe. Para disimular, Pedro cogió del jardín un cubito de playa y lo llenó de agua de la piscina para simular que estaba tratando de apagar el fuego, aunque se sorprendió al ver cómo los bomberos iban directamente al chalet de Jacinto y no al suyo.
- ¡Oigan! ¡Que el mío está primero! -les gritó.
Pero los bomberos no le hicieron caso y dirigieron sus mangueras hacia las llamas que devoraban el chalet vecino.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (25)

Capítulo 21.- Cantar pegado es cantar
 
Ya en el cuartelillo de la Guardia Civil, el sargento Miñambres asaeteaba a preguntas a los recién llegados:
- Vamos a ver, ñora. A ver si me aclaru -el sargento Miñambres tenía un acento mitad asturiano, mitad animal de bellotas, simultaneándolos aleatoriamente sin problemas-. Ya se me están sacandu el carné pa saber quié e quié. ¿Los jovencitos supongu son hijos suyos? -miró profundamente a Violeta con esos ojos negro zaino enmarcados por unas cejas tan pobladas que se podía hacer trenzas a lo Pippi Calzaslargas.
- Exactamente, mi teniente -dijo Jacinto-, estas dos criaturas angelicales son vástagos de esta dama y tengo que exigir nuestros derechos legítimos como ciudadan...
- ¡Pooooch! -la mano llena de  callos  del  sargento  tapó sin ninguna dulzura y sin ponerle ojitos, la boquita de piñón de Jacinto-. ¡Pero quín le ha preguntao a uté! Periquiiito, que me ha salidu parlanchín y leguleyo. Y de teniente, ná. Sargento y a mucha honra -el sargento estaba sembrado y locuaz; le gustaba la situación-, a ver, ñora. ¿Que ha pasadu en la ambulansia al sujeto conocío por Toribio y con galones de agente privado de la autoridad? Que se me lu han cargao. O casi... Y tú periquín... calladitu que te arreu con la batuta de goma, conocida como porra, diferente al churro. A vel, ñora, a cantar como la Pantoha.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

martes, 24 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (24)

Capítulo 20.- Todo queda en casa
 
- Dígame -contestó el agente de policía- Sí, sí... aquí los tengo. ¿Cómo? ¿Está seguro? Sí, sí, lo que Vd. diga...
Colgó el teléfono algo decepcionado. Su bolígrafo estaba preparado para hacer los dos mil metros vallas en multas y sanciones, pero por orden superior tuvo que guardarlo de mala gana.
- Me han llamado de comisaría y me han dado instrucciones precisas, porque parece que usted –dijo el agente dirigiéndose a Violeta- es la pieza clave en un asunto de gran trascendencia.  Un  tal  Toribio,  que  ahora parece que está más con un pie en el otro barrio que en éste, ha contado una historia rarísima en el cuartelillo de la Guardia Civil, cuando estaba detenido
Violeta giró en seco y le miró inquisidora:
- ¿Qué ha contado exactamente ese señor, al que aún no estoy segura de conocer? -preguntó a Violeta, que no paraba de abrazar a sus hijos a los que creía perdidos.
Pía y Edu, al ver la reacción de su madre, se acercaron al agente, expectantes.
David aprovechó para hacer mutis por el foro. Tenía un par de multas de tráfico impagadas y no le hacía ninguna gracia tener que tratar con un agente de la ley. Sin embargo, mientras se apartaba del grupo, no pudo evitar pensar en la mirada de Pía y sus rizos cayendo sobre su frente... Quizás en otras circunstancias, hubiera podido... hubiera sido capaz de decirle... Pero ¡que idiota era! Sólo era un repartidor de pizzas, y con la racha de entregas fallidas que llevaba, probablemente pasara a ser un repartidor despedido....


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

lunes, 23 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (23)

Capítulo 19.- Tu nombre me sabe a plasma
 
Justo cuando Pedro, decidido a salvar a la sangre de su sangre, entraba por encima de la puerta de la valla de su casa, por medio de una patada emuladora de Bruce Lee, que más bien le quedó tipo Torrente... le llegó un mensaje de Violeta al móvil: “Patético inútil. Los nenes a salvo. Te vas a enterar de lo que vale un peine. Payaso”.
Se notaba que Tita estaba todavía loquita por él... pensaba para sí Pedro, mientras -como Nerón- veía arder su chalet y especialmente el del gilipollas de Jacinto. “¡Diossshhh! ¡Que ganas le tengo! Si no fuera por mis hijos le iba a meter el GiñaPlus Forte directamente por vía rectal en dosis de elefante... hasta que se le salieran las tripas pidiendo confesión”.
Una vez más tranquilo, decidió, que ya que estaba ahí... ¡ale! a disfrutar del espectáculo pirotécnico. ¡Buuumba! El plasma 60'' full HD con home cinema sensorround dolby digital de Jacinto emergió por el balcón del salón haciendo doble pirueta con tirabuzón, empotrándose en la cabeza de un enano de jardín. El mudito para dar más detalles. “Jódete, Monteperales”.
 
“La verdad es que era un donjuan de joven -seguía enfrascado en sus pensamientos Pedro, viniéndose arriba en su moral a la vista de las Fallas Colladescas-. Cómo supo entrarle a Violeta, en ese verano que estaba visitando a su tío Aniceto (que Dios tenga en su gloria), en la sala de espera del dentista de Tomelloso, el Dr. Pancracio Piños Turbios, conocido en su peña taurina como ‘El alicate veloz’, ‘Sacamuelas precox’ y ‘La bestia de La Mancha’. Motes ganados a pulso de 30 años terribles de profesión. Si hicieran psicofonías nocturnas en ese gabinete del dolor, el Iker Jiménez iba a babear de gusto hasta dejar un reguero para practicar bobsleigh”.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

domingo, 22 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (22)

Capítulo 18.- Muchos quesos para tan poca moto
 
- ¿Qué llevas ahí? -le inquirió el agente.
- Una cuatro quesos -respondió el pizzero.
- Pues del cajón asoman dos quesos -ironizó el agente.
Total, que los puso firmes a todos, menos a Edu, que no pudiendo aguantar más, disimuladamente se puso a mear junto a la moto.
- ¡Eh! ¿qué haces? -gritó el agente.
            Y Edu se volvió sin haber detenido el chorro que regó el interior del cajón con lo que quedaba allí de la cuatro quesos.
- No se enfade agente -susurró con dulzura Pía al tiempo que pestañeaba con tanta intensidad que le levantó el flequillo al agente. Y empezó a explicarle lo que pasaba.
En esto se oyó un brusco frenazo: eran Violeta López de la Manteca y Jacinto Monteperales.
- ¡Hijoooos! -gritó ella.
- ¡Ojoooo, que casi me pilla! -gritó el agente.
Ante tantas irregularidades, el agente sacó su teléfono:
- Voy a pedir refuerzos, aunque sea a la Guardia Civil; no voy a tener suficiente bolígrafo ni talonario para poner tantas multas -dijo en tono severo.
Sin embargo al ir a coger el teléfono éste sonó; era una llamada de la comisaría.
 
Mientras tanto, no lejos de allí, Pedro Bareta contemplaba cómo el fuego de su chalet se había extendido al de Jacinto y sin saber por qué, comenzó a recordar el día que conoció a Violeta (Violetita la llamaban entonces y él le cambió el nombre por Tita ya que lo de Viole podía acarrearle algún que otro disgusto).


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

sábado, 21 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (21)

Capítulo 17.- Encajonado
 
- Nene, que tienes que llevar una pizza a la calle Fuentesaúco, espabílate -dijeron desde dentro.
- Yo no os puedo ayudar- susurró David a los niños-, tengo que ir a llevar una pizza, no tengo tiempo para andar buscando soluciones.
Pía le miró fijamente, tenía los ojos color avellana y los rizos pelirrojos le caían por la frente. A David siempre le habían gustado las pelirrojas.
- Por favor, al menos acércanos a la comisaría más cercana, allí nos ayudarán a localizar a mis padres –pió Pía.
- Pero tiaaaaaaaa, ¿como quieres que os acerque?
- En la moto -dijo ella sin inmutarse-, a mí no, pero a mi hermano lo puedes llevar en el cajón....
- Tu estas ralladísima -dijo David-. Pero mal, mal de lo tuyo...
Edu frunció el ceño y tomó la palabra:
- Yo no quepo, además este cajón apesta a queso.
Pia clavó su mirada en él:
- Tienes que ir a la comisaría, Edu, es nuestra única oportunidad, necesitamos ayuda, ¿no lo entiendes? -le habló con dulzura pero con firmeza.
Edu asintió. Miró a David. David miró a Pía. No sabía en que lío se estaba metiendo, pero asintió... Edu entró a la fuerza encima de una pizza de cuatro quesos. David salió pitando a hacer la entrega:
- Ten cuidado con la pizza, ¡no la aplastes!" -le rogó.
Edu no dijo nada, pero su advertencia llegaba tarde... La Vespino pegaba unos botes de miedo, la cabeza le daba contra la parte superior del cajón, olía mal, el pie le quedaba medio fuera y para colmo de males, se meaba vivo...
Cerró los ojos deseando que aquello pasara pronto, como si fuera un mal sueño, de pronto, una voz le sacó de su ensimismamiento:
- ¡Alto! ¡Pare esa moto ahora mismo!
David paró la moto, y se bajó tragando saliva mirando tímidamente al policía que acababa de darles el alto. Edu contuvo la respiración...


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

viernes, 20 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (20)

Capítulo 16.- ¡Beeeeeh!
 
Pedro  frenó  violentamente  delante de  Villa Tita,  su chalet en llamas.
 
En su época de noviazgo, Pedro llamaba cariñosamente Tita a Violeta. La podía haber llamado Cuqui, Cari, Gordi, Churri, Vacaburra... pero fue Tita.
 
El destino te puede tener preparadas cosas impredecibles. Son esos detalles que hacen de la vida algo mágico. Toda tu vida puede cambiar por una minucia. Por un acto liviano, fútil. Una estupidez, vamos. Por ejemplo, si te arrancas un padrastro con cuidado que no se te rompa, puedes ser famoso por salir en el libro Guinness de los récords. Tendrás que superar la cifra de 357,6 metros de tira de pellejo que consiguió arrancarse un pastor neozelandés aburrido, por dejar descansar a sus ovejas del estrés sexual a las que mantenía sin cesar. “Al César lo que es del César y a la oveja, matarile, rile, rile”, decía el muy bribón.
 
Curiosa también fue la manera en que Violeta y Pedro se conocieron.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

jueves, 19 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (19)

Capítulo 15.- Pues yo no he sido
 
- Pues yo no he sido -dijo Violeta- yo le he dado gaseosa, si en la botella había otra cosa no es cosa mía ¡qué cosas!
Visto lo visto, los sanitarios de urgencias miraron a Toribio a quien ya no le latía el corazón aunque el estómago –no se sabe por qué- parecía seguirle funcionando. Después miraron a Jacinto y tras ponerle unos cuantos vendajes (estilo Momia) le dijeron:
- ¡Está usted como una flor!
Y se marcharon directos hacia la funeraria.
 
Aun contusionado, Jacinto se apoyó en Violeta y fueron cojeando hasta el coche. ¿Qué habría pasado en la urbanización? ¿Qué habría sido del fuego? ¿Dónde estarían los niños? ¿Cuánto costaría el arreglo de la cama? ¿Qué podrían ponerle al Sevilla-Zaragoza?


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (18)

Capítulo 14.- Anís, tienes nombre de mujer fatal
 
- ¿Toribio? ¿Eres tú? ¿Qué haces en la ambulancia? -dijo Jacinto.
- Pi, peñó, Tobibio, achu sevicho. Palope piera madar. Apus piez, poña Pioleta –(Esta es una transcripción realizada gracias al metro de platino e iridio que se encuentra en el Museo de Pesas y Medidas de París, de los extraños sonidos guturales que emitía Toribio, con la boca llena de jamón, masticando dentro de su boca tumefacta por el impacto de alguna mano perdida del guardia Enrique en justa venganza por la humillación proferida a su sacrosanto tricornio).
- Pero Toribio, trague, por lo que más quiera, que no se le entiende nada. Beba, hombre de Dios. Beba -le conminó Jacinto.
Violeta le acercó un vaso lleno del contenido de una botella de La Casera que estaba en una mesita dentro de la ambulancia.
- Removido, no agitado, por favor -expresó, Toribio, más o menos, en el lenguaje de señas para sordos albanokosovares.
Toribio se apretó el contenido de un solo trago, a su estilo. De inmediato, se le salieron los ojos de las órbitas. Las orejas parecieron deshacerse momentáneamente como los relojes de Dalí,  para  luego engrandecerse de manera descomunal hasta parecer el mismo Dumbo. De color fucsia con pintas amarillo Piolín, por más señas. Después de múltiples convulsiones propias de un bailarín de hip-hop hiperactivo, Toribio perdió el poco conocimiento que tenía. ¡Zás! Mortis calavera. Se había bebido un vaso de éxtasis líquido mezclado con anís seco Machaquito que los enfermeros de la ambulancia habían recogido de la última intervención en el poblado rumano El Gallinero, pensando que era gaseosa con la que hacerse un tinto de verano para cenar.
 
“Alguien se ha cargado a alguien. ¡Vaya!”.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

martes, 17 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (17)

Capítulo 12+1.- 112
 
Y se fueron a toda velocidad, pero al pasar por el dormitorio, Jacinto -entre prisa y prisa- se empeñó en que Violeta viese cómo había aprendido a hacer "el salto del tigre”, tirándose desde el armario contra la cama (como cuando te tiras de cabeza) dejando la cama devoraíta.
- ¡Llama al 112 Violeta!
Cuando bajaron a la calle vieron llegar a la ambulancia y le dijeron al enfermero:
- La cama ya es historia...
- Pues entonces me puedo ir...
Pero observaron que en el interior de la ambulancia estaba Toribio y se iba comiendo un bocadillo de jamón de hembra... ¿Qué haría dentro?


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

lunes, 16 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (16)

Capítulo 12.- Aquí tengo...
 
“La pizza risueña”  era  llamada  así  porque  sobre todas las pizzas dibujaban con salsa de tomate unos ojitos y una sonrisa. Sin embargo, en la cuatro estaciones que había traído de regreso David parecía como si se hubiese producido un descarrilamiento con centenares de muertos. Como ahora era su jefe quien lo llamaba y no quería más broncas como la que le había dado el encargado, entregó ese amasijo a los niños y entró de nuevo al local, y así Pía dejó de piarlas y se puso a comer a dos carrillos igual que Edu.
 
Mientras tanto, Jacinto y Violeta no estaban para muchas “florituras”. Jacinto le informó que el chalet de Pedro estaba ardiendo; Violeta le dijo que no sabía dónde estaban los niños; él le dijo que  no sabía qué poner en el Sporting-Osasuna; ella le dijo que no sabía hacer calceta; él le dijo que no sabía afeitao esa mañana; ella le dijo que no sabía quién fue el primer escalador del Aconcagua… y así estuvieron más de dos segundos sin saber qué hacer hasta que Jacinto sacó un llavero que representaba una maceta con flores y le dijo:
- Aquí tengo las llaves del coche.
Entonces ella abrió su bolso y dijo:
- Aquí tengo un pintalabios.
- Aquí tengo un bolígrafo -dijo él.
- Aquí tengo una aspirina –añadió ella en su turno.
Y después de más de dos segundos, cuando hubieron vaciado su bolso y sus bolsillos, respectivamente, se dijeron mutuamente:
- ¿Y qué hacemos aquí? ¡Vámonos!
Y salieron a toda velocidad.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

domingo, 15 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (15)

Capítulo 11.- El Mantecas no tiene quién le escriba
 
Violeta estaba pasmada, y eso era raro en ella. Era una mujer de carácter, de fuerte carácter. Una López de la Manteca de toda la vida. Heredera de un mal genio que se remontaba al descubrimiento del río Amazonas, cuando Orellana nombró capitán a López, a secas... que por su crueldad en rebañar todo ser vivo que se le ponía delante de su espada, consiguió el apodo de El Mantecas.
Violeta era una mujer que hacía lo que quería, pero "dentro de un orden". Y eso no contemplaba perder a sus criaturas por el inútil de su marido. Le engañaba, sí. Se lo tenía bien empleado. Y con su jefe. El colmo.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

sábado, 14 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (14)

Capítulo 10.- Una pizza de ida y vuelta
 
David llegaba a “La pizza risueña" bastante fastidiado. Su entrega había sido infructuosa y además hacía tanto calor que se le derretía la mozzarela dentro de la caja. De hecho, cuando la sacó del cajón para colocarla a trozos en el mostrador era un amasijo informe de champiñones, queso, y jamón york con un aspecto muy desagradable.
- Esto no puede ir al mostrador, atontao –le espetó el encargado al ver semejante engendro alimenticio.
David salió con la caja por la puerta de atrás, donde colocaban los cubos de la basura, y vio a dos niños rebuscando entre los desperdicios. Los tres quedaron sorprendidos. Se miraron a los ojos con una expresión entre asustados e incrédulos. Pía susurró:
- No te chives, por favor, no sabemos qué hacer... Nuestra casa está ardiendo, no recordamos el móvil de nuestros padres, el jefe de estudios está rondando por aquí, no llevamos encima ni un euro y mi hermano estaba a punto de marearse de hambre... Ayúdanos.
David, que se había quedado prendado de los ojos de Pía, salió de su ensimismamiento cuando escuchó que le llamaba el encargado desde dentro:
- Tú, atontao, que te llama el jefe y tienes que llevar un pedido, ¡espabila!


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

viernes, 13 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (13)

Capítulo 9.- De cómo el ardor de Toribio fue sofocado, y otros menesteres
 
Mientras tanto, no lejos de allí, Toribio era sometido a un intenso interrogatorio pero seguía insistiendo en su inocencia. Él no había provocado el fuego. En esto apareció el teniente Cansinos -a quien no le gustaba dejar cabos sueltos y por eso no les dejaba salir nunca del cuartel- y con tono solemne pronunció estas palabras:
- Dejádmelo a mí, que ya veréis cómo le hago hablar. 
Toribio lo miró asustado y entonces el teniente Cansinos sacó un enorme bocadillo de mortadela. Toribio comenzó a segregar jugo gástrico, tanto que apagó sus ardores de estómago sin necesidad de bicarbonato y una nube de vapor inundó todo el cuartelillo dándole un aspecto mágico.
- Si quieres, todo esto puede ser tuyo –le dijo el teniente.
- Sí, lo quiero -respondió Toribio.
Y entonces, ante una escena tan conmovedora, los Guardias Civiles y las Guardias Civiles (que estaban de guardia) aplaudieron y gritaron al unísono:
- ¡Vivan los novios!


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

jueves, 12 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (12)

 Capítulo 8.- Don Casimiro al acecho
 
- Vaya, vaya... mira quiénes están aquí. Los dos cachorros Bareta López de la Manteca -dijo Don Casimiro, sacerdote y director de estudios del Colegio de las Hermanas Ursulinas de Collado Mediano, donde Pía y Edu habían hecho la primera comunión- ¿Donde vais tan soliiiitos? –preguntó dirigiéndose a los chicos, sorprendiéndoles por la espalda, en el mostrador de la pizzería, con ese soniquete inconfundible que le había granjeado una multitud de motes en el colegio. Ninguno digno ni honorable- ¿Y la virtuosa y hacendosa generadora de vuestra feliz y fácil existencia, Doña Violeta López de la Manteca?
Le encantaba recrearse fonéticamente en todos los apellidos de los antiguos neo-comulgantes. Para que supieran que él sabía quienes eran. Pía y Edu se miraron y sin mediar palabra decidieron lo más razonable: poner pies en polvorosa, dejando a Don Casimiro frotándose las manos al estilo judío y la libido en regresión.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (11)

Capítulo 7.- Los niños perdidos y hallados en "El Templo"
 
Los niños estaban a salvo. Habían salido de la casa cuando empezó a oler a rata quemada. "Otra vez se le ha quemado a mamá el asado", pensó Pía. Su hermano estaba enfrascado con la PSP y aunque olisqueaba el desagradable olor que se difundía por toda la casa, no levantaba el rostro de la consola.
- Huele mal -dijo Edu.
Entonces Pía abrió la puerta y profirió un grito aterrador. Edu soltó de golpe la consola y abrió los ojos como platos. "¡Hay fuego!".  Rápidamente  Pía  reaccionó y,  recordando sus nociones de boy scout, hizo una cuerda a base de calcetines, sábanas y ropa sucia que se acumulaba en el cuarto de su hermano.
- Rápido, Edu, átalos con fuerza -le indicó al niño que se encontraba en estado de shock.
El humo subía por la escalera y el ambiente se estaba haciendo insoportable. Consiguieron salir por la ventana del baño y escaparon del lugar sin rumbo fijo.
Después de caminar varios kilómetros llegaron al centro comercial "El Templo", en el que estaba ubicada la pizzería de David, "La pizza risueña". Los niños estaban asustados, desorientados... y hambrientos. Edu se acercó al mostrador donde estaban expuestas las pizzas...


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

martes, 10 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (10)

Capítulo 6.- Fuego intestinal
 
El pizzero David se encogió de hombros y se volvió a la pizzería con su cuatro estaciones a cuestas. Ya ajustaría cuentas con Toribio... o trataría de sacarle dinero llevándole a prisión una calzone con lima dentro...
 
Aunque Toribio se resistió, la pareja de guardias civiles le dijeron que se lo tenían que llevar al cuartelillo por lo civil o lo criminal y que como ellos eran Guardias Civiles aunque no fuesen civiles sino militares, pues que ¡arreando!:
-¡Tia pa ya, chacho, que te doy!
 
Pedro, mientras tanto, seguía en el coche sin saber qué hacer; si los niños estaban en la casa ya sólo quedaría de ellos un pequeño carboncillo, así que cambió de pensamiento y esbozó una sonrisa imaginando lo divertido que sería que el fuego alcanzase también el chalet de Jacinto Monteperales.
 
Y mientras tanto, Violeta llegaba a la casa de Madrid de Jacinto y llamaba a la puerta. Jacinto le abrió mientras hablaba por el móvil y decía algo así como:
- ¿Que Toribio está ardiendo y ha prendido fuego a un chalet?


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

lunes, 9 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (9)

Capítulo 5.- Anda con Violeta
 
Lo que Pedro no imaginaba es que Violeta no iba a buscar a los niños porque se dirigía a casa de Jacinto, con el que mantenía una "sospechosa amistad". Para colmo, el pobre Toribio empezaba a tener unos molestos ardores y síntomas de una posible indigestión... probablemente de chopped.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

domingo, 8 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (8)

Capítulo 4.- El laxante es lo que tiene
 
Pedro, no se había enterado del guirigai que estaba sucediendo en la garita del pobre Toribio. Bastante tenía con lo suyo. Sin dejar a Violeta defenderse, colgó el teléfono y giró violentamente la llave de contacto del coche. El chillido que lo acompañó fue digno de "la niña del exorcista". El coche ya estaba en marcha.
Pero tuvo un efecto colateral positivo. Toribio, sordo desde la mili, cotilla por vocación, que llevaba el audífono a tope de volumen para enterarse de todo, con el impacto del chirrido que hizo el motor de arranque, expulsó el trozo de bocata de chopped con fuerza "match 2". Destino: el tricornio de Enrique. Se iba a liar una buena.
 
Pedro tenía que volver al chalet. Corriendo.  A rescatar a sus hijos. Mientras conducía como un poseído, volando sobre los badenes de la urbanización, veía como su vida se iba a la mierda. ¡Cómo no! ¡La mierda (y nunca mejor dicho) le había acompañado en los últimos años!
Él era Pedro Bareta, el Product Manager con más éxito de Future Farma Inc., con el producto de menos glamour del Vademécum: GiñaPlus Forte; el líder del segmento de los laxantes. Pedrito Bareta, como le conocían en el sector, era el único superviviente del antiguo Laboratorio del Dr. Rodríguez, especializado en aliviar trastornos digestivos y que fue comprado por la multinacional Future Farma Inc. hacía 5 años. Al Dr. Petronilo Rodríguez, Pedro le tenía más que aprecio. Le tenía devoción. Él sí que era un señor con clase. No como Mr. McKarran, el nuevo dueño, americano, de Texas y gangoso. Sólo escucharle intentar decir el nombre de su antecesor (aunque fuese para ponerle de vuelta perejil) hacía que mereciese la pena asistir a las insufribles convenciones anuales. Pero si había alguien a quién no soportaba, que le alteraba hasta lo más profundo del ADN, era Jacinto Monteperales. Su jefe inmediato. Su vecino de chalet. Quizás el tipo más creído de sí mismo que había forjado el MBA Pharma Business de la Universidad de Chicago, la Meca de los estreñidos.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

sábado, 7 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (7)

Capítulo 3.- Espasmos chopédicos
 
Toribio, con la tráquea llena de chopped no podía articular palabra y empezó a gesticular y hacer movimientos espasmódicos mientras salía al exterior al tiempo que David, el repartidor de pizza llegaba a la misma.
- Hey, Tori -saludó David (a lo cual no pudo contestar Toribio en medio de unos extraños gruñidos y estertores), aquí te traigo la cuatro estaciones que me habías pedido de postre.
Viendo como Toribio se le abalanzaba, David se puso eufórico y dijo:
-                                 Ole, Tori, qué bien embistes.
Toribio seguía dando bandazos y moviendo las manos, tanto que David no pudo menos que sentarse, dar palmas y cantar unas sevillanas, después una soleá (y eso que ya era casi de noche) y finalmente un fandango.
- Venga, Tori, un poquito de zapateado -le animó David.
 
En esto se presentó una pareja de la Guardia Civil que estaba casada por la Iglesia. Ellos eran Manuela y Enrique, dos jóvenes Guardias Civiles (de estado civil casados) que llegaban con cara de pocos amigos:
- ¿Así que ha sido este payaso, el Toribio, el que nos ha dado una falsa alarma? Pues te vas a enterar, te vienes al cuartelillo y mañana nos lo cuentas. Y lo esposaron (a pesar de que Toribio no conocía mujer ni había tenido noviazgo alguno).
- ¿Y a mí quién me paga la pizza? -gimió David.
- Pues más vale que la tires porque se te ha quemado. ¿No lo hueles? -le espetó Manuela, mientras Enrique asentía.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

viernes, 6 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (6)

Capítulo 2.- Gritar es un placer sensual
 
- Violeta... Violeta... como decía Jack el destripador, vayamos por partes.  ¡Por Dios!  ¿Me  estás  contando,  que  los niños no están contigooooo? ¡Seguro que los has vuelto a encerrar en la bodeguita del sótano, enganchados a la pleiesteision, como ya hiciste el 1 de mayo, para largarte al bingo con las pécoras de tus amigas del coro rociero! Pero... ¿no me habías jurado por la túnica morada del Cristo de Medinaceli, que no volverías a jugarte los pocos cuartos que nos quedan de la herencia del lelo de tu padre y que si lo volvías a hacer... que le cayera una bola de magma incandescente a la víbora de tu madre?
A estas alturas de la conversación, más bien monólogo, Pedro estaba alterado; muy alterado. Y cuando Pedro se alteraba, gritaba. Fuerte. Muy fuerte. Conseguía que el techo de su monovolumen familiar, retumbara más que el altavoz de una discoteca de tecno en un polígono de Valencia. Tan fuerte, que Toribio, el vigilante de la urbanización, que se encontraba a escasos metros del coche, en su garita de olor inclasificable, del susto del primer grito, se tragó de golpe casi la mitad del bocadillo de chopped que se estaba apretando en la merienda.
 
En los estertores y convulsiones producidos por la asfixia choppediana, pulsó el botón de emergencias del 112:
- 112. Dígame. ¿En que podemos ayudarle? -respondieron desde la centralita.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

jueves, 5 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (5)

Capítulo 1.- ¡Glup!
 
Aquella tarde de verano en su chalet de Collado Mediano (un pueblo llamado así por no ser más grande), Pedro había estado viendo una antigua película, “Las verdes praderas” de José Luis Garci. Mitad despierto, mitad dormido (vencido por los gases del cocido), pudo ver el final, cuando la protagonista prende fuego al chalet –algo que le hubiera gustado hacer a su marido pero éste no se atrevía- al comprobar que la felicidad no estaba allí. El afán de triunfar, de ser un ejecutivo de éxito, llevó aparejado comprar ese chalet y aguantar todos los fines de semana al jefe, al compañero pelota de turno, a la suegra, al cuñado... no era esa la vida que habían soñado. “Igual que mi vida”, pensó Pedro, por eso tomó la decisión de hacer lo mismo que en la película, cortar por lo sano y quemar también ese chalet para sentirse libre. Su mujer había regresado antes con los niños en el otro coche, así que sólo quedaba él.
 
Antes de abandonar la urbanización pudo contemplar las primeras columnas de humo que salían por la ventana del salón. Entonces sonó el móvil.
- Hola, cariño, ya he recogido todo y salgo para casa. ¿Qué tal habéis llegado vosotros? -le dijo Pedro.
- ¿Cómo que ‘vosotros’? ¡Si yo he venido sola, los niños volvían contigo! -respondió Violeta, su mujer.
 “Glup!” (se oyó tragar saliva a Pedro mientras se le encogía el estómago....).


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo