miércoles, 30 de marzo de 2016

La irresistible atracción de los medios de comunicación

No lo he dicho yo pero estoy de acuerdo: dirigir un periódico crea adicción. Y yo he tenido la suerte de dirigir diversos medios de comunicación a lo largo de mi trayectoria profesional. El primero, y del que más grato recuerdo tengo, fue el diario digital “AZprensa”, un caso único e irrepetible en la historia del periodismo. Se trataba de un diario de información general sanitaria editado por un laboratorio farmacéutico, con la particularidad de que daba noticias de todos los laboratorios y de todo aquello que tuviera interés en el sector sanitario, no sólo de lo relacionado con el laboratorio editor. Esto le dio credibilidad y difusión, llegando a situarse como el segundo diario digital sanitario más leído de España, sólo por detrás de “Diario Médico”. A él dediqué muchas horas, mucha imaginación y mucho esfuerzo, pero debo reconocer que más que trabajo fue una fuente constante de satisfacción; porque además contaba con la confianza y el respaldo del presidente de la compañía y me dejaba total libertad para publicar lo que quisiese y como quisiese; y este proyecto duró más de seis años. Jamás ningún otro laboratorio ha hecho algo semejante; los pocos que alguna vez han editado una revista de empresa (que no diario, que viene de edición diaria) se centraban en ensalzarse a sí mismos y a sus productos. En “AZprensa”, por el contrario, se daba información periodística, fuese del propio laboratorio editor (lógicamente también se incluían sus noticias) o de cualquier otro laboratorio o institución pública o privada, o lideres de opinión, o simplemente cualquier acontecimiento noticiable que fuese de interés para el lector. Después de dejar la compañía, no fueron capaces de mantenerlo vivo y un año después murió. Ahora, yo he vuelto a publicar con aquella misma cabecera, noticias e informaciones con aquél mismo espíritu más agrandado aún, porque ahora no tengo que ser políticamente correcto como entonces, ya que estoy jubilado y esto lo hago por puro entretenimiento. Si quieres comprobarlo, sólo tienes que echar un vistazo a “AZprensa” (poniéndolo así en Google ya te dirigen a él) y leer la forma en que se cuentan las noticias.

El segundo proyecto editorial fue la revista mensual “Información al Día”, una revista impresa que se hizo llegar durante siete años a empleados, clientes, amigos, colaboradores, periodistas, etc. En ella, con formato similar al de cualquier periódico pero impresa a todo color, se incluían noticias de la compañía, de sus productos y de las áreas terapéuticas en que desarrollaba su actividad; pero dicha información se exponía de la forma más imparcial posible, realmente tal como se transmitía a los medios de comunicación en las notas de prensa que regularmente se les enviaban.

El tercer proyecto fue el diario digital “Médicos y pacientes”, creado también a partir de cero. Sin embargo en esta ocasión debía centrarme no en lo que yo considerase de interés para el lector (exigencias de trabajar para otros) sino en lo que fuese de interés para la corporación para la que trabajaba (la Organización Médica Colegial). Hoy día sigue existiendo, aunque siguen sin entender lo que es un titular (algo que debe captar la atención del lector para incitarlo a leer) y cometen la aberración de convertir sus titulares en “resúmenes de la noticia”, de tal forma que si lo lees ya no te entran ganas de seguir leyendo la noticia.

Ahora, pues, sigo disfrutando y haciendo disfrutar a mis lectores, con el más claro ejemplo de periodismo personal e independiente: el espacio informativo digital "AZprensa".

lunes, 28 de marzo de 2016

¿Quién me sigue desde Noruega?

Gracias a las herramientas de Google puedo saber cuántas personas acceden a mis blogs, e incluso desde qué país lo hacen, aunque no me permite saber quiénes son esos lectores.

En el caso de mi blog “AZprensa”, que es un claro ejemplo de periodismo personal e independiente, centrado en informaciones sobre la salud, la medicina, la farmacia y los laboratorios, este mapamundi (ver imagen) refleja los países en donde tengo mayor número de lectores. Como puede apreciarse, el mayor número de lectores (color verde intenso) corresponde a España, y casi a su mismo nivel México, lo cual es lógico porque dicho blog está escrito en español. También se aprecia un color verde de intensidad media en el resto de países de Latino América y de Estados Unidos, países donde el español es el principal idioma o el segundo más importante tras el inglés.

Pero lo que me ha sorprendido es ver cómo Noruega aparece como uno de los países donde mayor número de lectores tengo, casi al mismo nivel que España y México. ¿Entienden y le interesa a muchos noruegos lo que escribo a diario en “AZprensa” o simplemente un reducido número de noruegos se pasan todo el día enganchados a mi blog haciendo que así el número de visitas desde ese país alcance cotas tan elevadas? ¿Saben esos noruegos que Noruega es el país al que pertenece mi corazón?

Cualquiera que sea la razón, la verdad es que me gustaría saberlo, aunque me temo que la única oportunidad que tengo para saberlo es que alguno de esos lectores me escriba un e-mail y me cuente personalmente sus razones.

Si tú eres uno de esos lectores que siguen “AZprensa” desde Noruega, escríbeme a esta dirección (eloytoday@yahoo.es) te estaré profundamente agradecido. Mange takk!

sábado, 26 de marzo de 2016

Convocado a: agradecimientos

Si hay algo en lo que se empeñan las empresas y siempre se muestran reticentes sus responsables de Comunicación, aunque al final tengan que claudicar, es a convocar ruedas de prensa para presentar un libro. De siempre han dicho los periodistas que si quieren una reseña del libro, mejor que hacerles perder tiempo desplazándose hasta el lugar de la rueda de prensa, es enviarles el libro y ya se encargarán ellos –si les resulta interesante- de sacar la correspondiente reseña.

A lo que vamos. No tuve más remedio que convocar una rueda de prensa para presentar un libro sobre historia de la urología en España. Como se ve, el interés de una obra de este tipo es mínimo salvo para los pocos urólogos a los que les guste conocer más sobre la historia de su especialidad. Traté de hacer una convocatoria destacando algunos aspectos curiosos de la historia, dignos de entrar en el anecdotario popular, y así picar la curiosidad de los periodistas. También hablé con el autor y le dije que centrase su presentación del libro es dichos aspectos que eran los únicos mínimamente noticiables. Afortunadamente, la sala estaba bastante concurrida (familiares y amigos del autor) y apenas se notaba que sólo había dos periodistas.

¿Cómo fue la presentación? Pues ni caso de las recomendaciones que le había dado al autor. Él fue a lo suyo, que no era otra cosa que agradecer a todos los que le habían ayudado a escribir el libro. Para colmo, habían sido muchos, así que la media hora de presentación no fue otra cosa que “gracias a...” y “gracias a...” y “gracias a...”, sí, así durante media hora, para terminar diciendo: y ahora nos van a servir un cóctel.

Por lo visto en el mundo de la industria farmacéutica, en donde tantas presentaciones de libros se hacen, sigue siendo una constante eso de extenderse en agradecimientos quitando tiempo a los aspectos del libro que verdaderamente pueden interesar. Sin embargo nunca había visto (ni he visto después) una rueda de prensa en la que sólo se hablase de agradecimientos. Realmente hubiera tenido que poner en la convocatoria: “Se convoca a una letanía de agradecimientos”.

jueves, 24 de marzo de 2016

El éxito del sobrero

Muchas veces se ha visto en las corridas de toros cómo hay que devolver a los corrales a un toro que no embestía o estaba cojo, siendo sustituido por el sobrero (el toro de reserva) y este último resultaba ser un excelente toro que propiciaba una faena memorable. Algo así me sucedió cuando organicé una rueda de prensa para presentar el primer estudio que se hizo sobre la situación de la urología en España.

Ese estudio había sido realizado por la Asociación Española de Urología y pagado, claro está, por un laboratorios farmacéutico, en este caso AstraZéneca. Organicé la rueda de prensa para su presentación en un hotel céntrico (como siempre, para facilitar la asistencia de los periodistas) y teníamos pensado que hiciese la presentación un eminente urólogo. Sin embargo este no pudo asistir y ocupó su puesto el Dr. Antonio Allona, del Hospital Ramón y Cajal y secretario de dicha Asociación. Es decir, a última hora, y ya fuera de cartel, tuvimos que echar mano no de la figura anunciada sino de un sustituto.

Pero para sorpresa agradable de todos, lo que en principio parecía un contratiempo se convirtió a la hora de la verdad en una gran ventaja: el Dr. Allona era un gran comunicador que se ganó de inmediato el interés de la audiencia. En consecuencia, los periodistas se dieron cuenta que hablaban el mismo lenguaje, entendieron todo perfectamente, y como consecuencia publicaron amplios reportajes en sus respectivos medios de comunicación. Eso nos demostró que el mejor ponente para una rueda de prensa no es el que más sabe o el que más prestigio tiene, sino aquél que mejor comunica y mejor sabe conectar con los periodistas.

martes, 22 de marzo de 2016

El premio de un negro

Aunque no hayan sido reconocido (ni lo serán nunca) los negros han sido galardonados con premios en multitud de ocasiones. Nos referimos a los que escriben algo que luego va firmado por otro. En el argot popular se llama “negros” a todos los que escriben libros, discursos, artículos, etc. que luego van firmados por otra persona para la cual trabajan o con la que colaboran de manera puntual. El famoso que no hace otra cosa que firmar, es quien se lleva los aplausos y honores, y el negro tan solo se lleva un dinero o un salario por su trabajo. Dicho esto, lo reconoceré: yo también fui negro.

Durante mi última etapa en la Organización Médica Colegial (OMC) me tocó trabajar como negro, escribiendo discursos y artículos que luego firmaba el presidente. En una ocasión, uno de estos artículos, titulado “¿Y quién cura al médico?”, publicado en el diario “ABC”, fue galardonado con un accésit en el “Premio Reflexiones a la Opinión Sanitaria”. Como era de esperar, los honores y aplausos fueron para el presidente que firmó dicho artículo, no para su autor real; sin embargo, lo más triste del caso es que aquél negro ni siquiera recibió unas palabras de agradecimiento por parte del presidente galardonado.

domingo, 20 de marzo de 2016

Mi vida... desde el útero

Esta anécdota ocurrió en la presentación de un libro y la protagonizó uno de sus autores. No daré más datos salvo decir que era una persona muy mayor. El primer autor hizo una exposición de los aspectos más interesantes que abordaba el libro, desveló algunas anécdotas, y nos fue llevando a todos con habilidad a seguir su exposición y sentir deseos de comprar el libro. Su exposición fue además corta, dijo lo que tenía que decir, sin repeticiones, sin vaguedades... y pasó la palabra al otro autor.

Este otro autor, tomando el hilo del orador precedente, hizo un par de comentarios para enlazar con lo que realmente quería: contarnos su vida. Nada de hablar de libro, lo único que quería era hablar de su vida y aquella era una oportunidad única puesto que tenía ante sí una nutrida audiencia sentada (sin escapatoria posible, por lo violento que resultaría levantarse y marcharse) porque estoy seguro que en su vida perosnaly familiar quienes se topen con él buscarán enseguida la forma más rápida de huir.

Pero bueno, esto que cuento no parece nada nuevo; hay mucha gente a la que le gusta contar su vida aunque sea en el marco de la presentación d eun libro. Sin embargo, lo que hizo diferente esta historia es que comenzó a contar su vida no desde el día en que nació, sino ¡desde el día en que fue concebido! ¡Si! ¡Y nos contó dónde estaban sus padres y lo que hacían mientras él estaba en el útero!

Para colmo, como ya he dicho que se trataba de una persona muy mayor, la historia de su vida fue... interminable. De vez en cuando miraba a los que estaban sentados y se notaba cómo les dolía el culo y tenían que ir cambiando de postura en la silla. Fue una de las presentaciones más horrorosas, aburridas e insufribles que he padecido.

viernes, 18 de marzo de 2016

Érase un vez...

Es posible que muchos de vosotros recordéis aquella serie de televisión de dibujos educativos (también se publicaron numerosos libros) titulada “Érase una vez el hombre”, en la que se contaba la historia de la humanidad a través de historietas de dibujos animados para hacerlas atractivas al público más joven, mezclando así diversión y formación. En ese caso es posible que recordéis a uno de su principales personajes, un anciano sabio con una barba blanca kilométrica. Pues bien, ese abuelo de “Érase una vez...” convertido en ser humano de carne y hueso, se coló una vez en una de mis ruedas de prensa.

La sala estaba abarrotada de periodistas y, mezclándose con ellos, se metió en la sala antes de que empezara el acto. Sin embargo aquella gran barba blanca y su edad (más de 50 años) cantaba mucho y se veía a la legua que no era ningún periodista. Recuerdo que me acerqué a él y le dije que aquél acto era sólo para periodistas, pero entonces él (no debía ser la primera vez que se colaba en un acto de este tipo) dijo que él trabajaba para un periódico extranjero (cuyo nombre jamás había oído) y que le interesaba mucho el tema que se iba a tratar.

Así las cosas, y para no armar un escándalo, le pedí de buenas maneras que se sentase al final ya que los demás asistentes habían recibido invitaciones previas y por consiguiente eran los que estaban autorizados para ocupar los primeros lugares y hacer al final las preguntas. Afortunadamente, el abuelo de “Érase una vez...” me hizo caso y se convirtió tan sólo en una anécdota... aunque puede que las bandejas de croquetas que se sirvieron al final no opinasen lo mismo.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Canaperas profesionales

Uno de los personajes que nunca falta en los cócteles y fiestas es el de las canaperas profesionales. Se trata de señoras mayores, generalmente cultas y bien vestidas, que con toda la caradura del mundo se cuelan en eventos a los que no han sido invitadas para dar buena cuenta de los aperitivos que se van sirviendo.

Para los organizadores resulta violento preguntarles quiénes son para averiguar si están o no invitadas, ya que en algunos casos se puede uno confundir con la acompañante de algún invitado y en ese caso el bochorno es mayúsculo. Por eso, generalmente se prefiere hacer la vista gorda y dejar que den buena cuenta de los aperitivos.

Realmente ellas no molestan a nadie, apenas hablan (hablar les quitaría tiempo de comer), y se mueven muy discretamente (se nota la experiencia) entre la multitud, siendo capaces de llegar las primeras a cada nueva bandeja de aperitivos que hace su aparición en escena.

En mi caso, como organizador de cientos de ruedas de prensa a lo largo de mi trayectoria profesional, las he tenido que padecer en alguna ocasión cuando una vez terminada la rueda de prensa se pasaba a ofrecer a los periodistas y ponentes un aperitivo. He podido comprobar que son auténticas profesionales y que cada vez que se cuelan en un cóctel, antes se lo han trabajado muy bien: primero están al tanto de los anuncios que se ponen en los hoteles (p.e. a las 11:30 h. rueda de prensa de presentación de...) y no digamos nada si dicha convocatoria ha sido publicada antes en algún medio, en cuyo caso su presencia está garantizada (doy fe de ello); después hacen una visita de prospección para conocer el terreno e incluso se atreven a hacer alguna pregunta del tipo “¿va a venir mucha gente”? o “quién organiza esto?” pero siempre dirigida a azafatas o personal de apoyo que no suelen tener capacidad de echarlas luego; finalmente esperan el momento más propicio (el de mayor movimiento de personas y de confusión) para entrar y mezclarse hábilmente con la gente y dedicarse a lo suyo: comer.


Las divertidas e incluso instructivas anécdotas de un Director de Comunicación.

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lunes, 14 de marzo de 2016

Espero que nos veamos

Cuando los periodistas reciben notas de prensa enviadas por los gabinetes de prensa de las empresas, pueden hacer varias cosas: tirarlas a la papelera, echarles un vistazo para tirarlas después, o leerlas con interés para después ponerse a escribir en base a ellas la correspondiente noticia. Claro que también hay periodistas más vagos que prefieren aprovechar esa nota de prensa (sobre todo si es interesante y está bien redactada) para ahorrarse ellos el trabajo y entonces lo que hacen es transcribirla literalmente, con lo cual se ahorran todo esfuerzo. Hasta ahí todo normal, pero en una ocasión esta mala práctica periodística fue llevada hasta su más insólito extremo.

Se iba a celebrar en Valencia un congreso agrícola en donde mi empresa, ICI-Zeltia (hoy Syngenta), iba a tener una presencia destacada. Como en Valencia había varios medios locales, en la nota de prensa que envié a la revista Valencia Fruits (conocía personalmente a varios de los periodistas que trabajaban allí), añadí al final una línea que decía: “Como voy a ir al congreso espero que podamos vernos por allí”.

¿Cuál no sería mi sorpresa cuando vi la noticia publicada? La había reproducido tal cual yo se la había enviado, pero tan “tal cual” que incluso había puesto aquella última frase de carácter personal que añadí al final: “Como voy a ir al congreso espero que podamos vernos por allí”. Así acababa la noticia publicada en aquél número de Valencia Fruits. Increíble, pero cierto.

sábado, 12 de marzo de 2016

Ya soy de la familia

No sabéis cuánto lamento no haber conservado la página de aquél periódico de Galicia al que me voy a referir. Aquél error del periodista fue uno de los que más me hizo reír. La historia fue así:

Trabajaba como responsable de Comunicación en el laboratorio AstraZéneca, cuyo presidente era Carlos Trías, al que siempre he profesado una inquebrantable admiración, afecto y fidelidad; y trabajaba también en la compañía, como director comercial, su hermano Enrique Trías. En una ocasión se organizó un acto científico en Galicia y, como era costumbre, yo le saqué partido mediático, convocando a los medios de comunicación. Como todos los medios que acudieron eran de prensa general, les interesaban más los aspectos empresariales de la compañía (que tenía una fábrica en Galicia) que los puramente científicos de aquél acto, así que atendí personalmente a los periodistas facilitándoles toda la información sobre lo que se hacía en la fábrica, los próximos proyectos, etc.

Al día siguiente compré todos los periódicos para ver lo que habían publicado y, en efecto, en todos los periódicos salían fotos y textos relativos a dicha presentación, pero hubo un periódico (no recuerdo ahora cuál era) que llamó mi atención. Daba la noticia ocupando una página entera y en ella incluía una foto mía. Hasta ahí, nada anormal, puesto que ese medio me había entrevistado, y en cuanto al texto de la amplia noticia, nada anormal, sino todo lo contrario puesto que hablaba muy bien de la empresa. ¿Qué llamó mi atención entonces? Ni más ni menos que el titular recogiendo una de las frases que le había dicho. Pero lo sorprendente no era la frase (correcta, por otra parte) sino mi nombre: ¡me lo había cambiado! Según aquél periodista (se le cruzaron los cables) yo me llamaba “Vicente Trias”.

Recuerdo que en el vuelo de regreso, me acerqué a los dos hermanos Trías mostrándoles el periódico y les dije: “Ya soy de la familia”. Y las risas de todos aún siguen resonando en mi memoria.

miércoles, 9 de marzo de 2016

El entrevistado inexistente

Los periodistas cometen algunos errores que son realmente inexplicables. Hoy voy a relatar uno de los más asombrosos. Como responsable de Comunicación de una importante compañía de agroquímicos, ICI-Zeltia (hoy Syngenta), gestioné una entrevista de una revista empresarial con el director de la compañía, por aquél entonces, Enrique Portús. La entrevista fue cordial y se desarrolló normalmente. Tras la misma el periodista se llevó un dossier de prensa de la compañía e incluso la tarjeta de visita del director general al que había entrevistado. Una semana después se publicó la entrevista a doble página y todo color. Cuando la vi no pude menos que abrir los ojos como platos sin dar crédito a lo que estaba viendo, mientras crecía dentro de mí la incredulidad y la irritación. La entrevista llevaba un titular enorme que abarcaba las dos páginas, con el nombre del director general. ¿Con su nombre? ¡Noooooo! ¡Se había equivocado de nombre y en vez de escribir “Portús” había puesto “Porrús”. Después, en el texto que seguía venía bien escrito, pero el titular enorme, que era lo que más llamaba la atención, estaba equivocado.

No quiero ni contaros la vergüenza ajena y los apuros que pasé para explicar a Enrique Portús lo inexplicable. Una semana después sacaron una fe de erratas disculpándose, pero el bochorno padecido no nos lo quitó nadie y me hizo comprender por qué muchos directivos se muestran tan reacios a conceder entrevistas o declaraciones a los medios de comunicación. Si luego ven estas cosas, no me extraña que prefieran el silencio y el anonimato.

martes, 8 de marzo de 2016

El periodista y la langosta

A lo largo de mi trayectoria profesional he visto y padecido numerosas meteduras de pata de los periodistas. Durante los próximos días iré relatando alguna de ellas. Para empezar, ahí va esta, que nos hace dudar de todo cuanto podamos leer en los medios de comunicación, en especial cuando hablen de cosas que no entendamos.

Había organizado en Madrid la presentación de un nuevo insecticida (Applaud) contra la mosca blanca, una importante plaga de numerosos cultivos, como por ejemplo de los cítricos. El lugar de celebración de tal evento, al que habían sido invitados los principales distribuidores de agroquímicos de España, era el auditorio del centro empresarial Mirasierra, en la calle Costa Brava nº 13 de Madrid. Por mi parte, también había invitado a la prensa –tanto general como especializada- para que cubriese dicho evento y fueron varios los periodistas que acudieron a pesar de tratarse de la presentación de un producto comercial.

Como resultado de aquella presentación se publicaron en la prensa diversas noticias, pero hubo una que llamó poderosamente mi atención; decía algo así como: “nuevo insecticida contra la langosta” (¿??!!!) Me quedé perplejo. ¿Cómo era posible que hablasen de “langosta” cuando todo lo que se habló, todo el material que se entregó, etc. decía bien claramente “mosca blanca”. Pues así lo puso el periodista y se quedó tan pancho: “langosta”. ¿En qué estaría pensando? Y lo que es peor: ¿qué pensarían los lectores de esa “noticia”?

domingo, 6 de marzo de 2016

Meter la pata

Las meteduras de pata están a la orden del día de todos aquellos que hacen declaraciones a los medios de comunicación. Y como este asunto sigue estando de actualidad, traemos de nuevo a nuestras páginas, este artículo que resulta sumamente ilustrativo y aleccionador:

Hay veces que es mejor dejar las cosas tal como están y no tratar de arreglarlas, porque con frecuencia ese “arreglo” no hace sino estropearlas más aún. Me viene en este sentido a la memoria un incidente en el que se vio envuelto hace años un alto directivo de Zeneca Agrochemicals.

Habían invitado a los periodistas para presentarles en Manchester un nuevo tomate modificado genéticamente que no estaba destinado para el consumo en crudo sino para las plantas de procesado de salsas de tomate. Les explicaron que esa modificación genética enlentecía el proceso de maduración y por tanto permitía recolectar el tomate una vez hubiese madurado (y no cuando aún están verdes como se hace en la actualidad) con lo que se conseguía mejor sabor, cualidades nutricionales, etc., y sin que se deteriorase durante el proceso de transporte hasta la empresa de manufacturación. Y hablaron también de su seguridad medioambiental explicando que la polinización de esas flores sólo se podía hacer manualmente con lo cual no existía riesgo de que esos tomates o ese polen se mezclase con otros y diesen lugar a incontrolados híbridos por el campo.

Como todo lo “transgénico” causaba y sigue causando miedo, los periodistas preguntaron por la seguridad de estos cultivos, y entonces este directivo, ni corto ni perezoso, se comió unos tomates delante de la audiencia para demostrarles que eran seguros.

Al día siguiente, un periódico preguntaba a través de un amplio artículo: ¿Dónde han ido las semillas transgénicas del tomate que se comió el directivo de Zeneca Agrochemicals? Porque esas semillas, una vez hubiesen atravesado su aparto digestivo, quizás llegasen –ahora ya sin ningún control- a la naturaleza.

El directivo, tras leer esa noticia y el consiguiente revuelo que se armó, contestó al día siguiente a los periodistas diciéndoles que no se había violado ninguna norma de seguridad... que el tomate que se comió delante de ellos no era de los transgénicos sino uno normal...

Y fue ahí cuando –literalmente- “la cagó” porque acto seguido los periodistas comenzaron a llamarle mentiroso. Si lo que decía ahora era cierto, les habría mentido antes; y si lo de antes era cierto, les estaría mintiendo ahora.

Por eso, si te ves en un apuro y ves que has metido la pata... discúlpate y no trates de arreglarlo, porque va a ser peor.

viernes, 4 de marzo de 2016

La abuelescencia

Hasta ahora pensaba que las diferentes etapas de la vida eran las siguientes:

Infancia
Adolescencia
Juventud
Madurez
Vejez

Sin embargo al dejar atrás la madurez me he dado cuenta que no he entrado en la vejez, sino en una nueva y diferente etapa de la vida, la “abuelescencia” que tiene mucho parecido con la adolescencia.

Esto significa que cuando llegas a la última etapa de la vida puedes elegir entre dos caminos, el de la vejez o el de la abuelescencia. Desde aquí os animo a tomar este otro camino para terminar vuestros días, el de la “abuelescencia”, en vez de coger ese otro triste y gris de la vejez, senectud, decrepitud, ancianidad...

PD.- “Abuelescencia” es una palabra inventada por el autor de este blog para definir la última etapa de la vida de aquellas personas que vuelven a sentirse jóvenes.


"Memorias de un Dircom", de Vicente Fisac. Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa:

jueves, 3 de marzo de 2016

Bla, bla, bla

El momento político actual de España se resume en “bla, bla, bla” en su máxima expresión. Parece mentira que los medios de comunicación dediquen tanto espacio a esa serie de políticos que lo único que hacen es “hablar”, es decir, “no hacen otra cosa” y lo que necesitan los españoles es, precisamente, “que se hagan otras cosas”. Después, irrita leer y escuchar frases tan absurdas de los comentaristas y periodistas como “excelente discurso” o “muy mal discurso” (según sean sus preferencias personales o impuestas por el medio para el que trabaje cada uno). ¿Es que porque alguien haga un “buen discurso” se va a arreglar el país? El país se arregla con hechos, no con palabras, y estamos acostumbrados (aunque casi todos lo olvidan con mucha facilidad) a las mentiras constantes de nuestros políticos, que prometen una cosa y luego no la hacen, o que incluso prometen una cosa y luego hacen la contraria. Por ello, no merecen para mí el más mínimo aprecio.

No obstante voy a aportar en estas líneas cuál sería la solución. Todos hablan, bien sea el candidato o los del turno de réplica, de “vamos a hacer”. Pero se olvidan de una cosa. Todos los partidos políticos presentes en el Congreso tienen experiencia de Gobierno, bien sea en Comunidades Autónomas o en Ayuntamientos (da igual que sean de grandes ciudades o de pequeños pueblos). Pues, en base a esa experiencia, lo que deberían decir a los demás políticos y a los ciudadanos, es: “En los lugares donde Gobernamos hemos hecho esto, y esto, y esto, en estos últimos años, y es ese modelo el que queremos extrapolar a toda España”.

Que dejen ya de hablar y nos enseñen lo que han hecho.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Rectificar es peor

Cristiano Ronaldo, en un momento de calentón dijo lo que pensaba (“si todos fuesen como yo iríamos los primeros”), pero luego se arrepintió (hay que ser políticamente correcto) pero en vez de disculparse por sus palabras (pedir perdón sólo lo hacen los humildes) se inventó excusas (“me refería al estado físico y las lesiones”) y para rematarlo añadió: “yo no soy mejor que nadie”. Pues entonces, si él mismo reconoce que “no es mejor que nadie” ¿cómo es que va diciendo por ahí que se merece el Balón de Oro. ¿Acaso no es esa una distinción para el mejor? Pues según eso, él no lo merece porque “no es mejor que nadie”.

Sirva esto de ejemplo para todos aquellos directivos que “meten la pata” cuando están haciendo declaraciones ante los medios. Después, cuando lo oyen o lo ven escrito, se dan cuenta de lo poco acertados que han estado. Que piensen en Cristiano Ronaldo y no hagan como él. Es mejor pedir disculpas antes que inventarse cualquier increíble excusa.