martes, 24 de febrero de 2015

La persona que no escribe no tiene pasado

¡Ahí es nada! Un buen tema para desarrollar, y además íntimamente ligado a mis circunstancias: siempre me ha gustado escribir relatando cuanto me acontecía, cuanto sentía, cuanto pensaba. Pero veamos por qué he elegido este tema.

Estaba leyendo un libro –su título y argumento no vienen al caso- y en una de sus partes dice –resumiendo- lo siguiente:

De la infancia y juventud se recuerdan muy pocos incidentes, y estos pocos, eso sí, bastante bien recordados. Pero ¿y esos otros millones de momentos, de impresiones, que no se pueden recordar? Ciertamente esos pocos incidentes mencionados constituyen una fracción tan pequeña que no pueden ser representativos de la facultad de recordar. ¿Por qué se recuerdan unos pocos acontecimientos? Si los analizamos, nos daremos cuenta que dichos sucesos dieron mucho que hablar y, periódicamente, en años posteriores,  fueron saliendo de forma constante como tema recurrente de conversación. Seguramente quedó relacionado con algo físico (cicatrices, fotografías, etc.). En definitiva, esas escenas que iban camino de desvanecerse fueron revividas periódicamente, con lo que sus detalles y coloridos memorísticos se fortalecieron. De esta forma, cada vez que queremos rememorar una vez más uno de aquellos acontecimientos, tan sólo hay que “ir” a la última vez en que lo trajimos de actualidad sin necesidad de remontarnos a la época real en que aquello sucedió.

Después de leer esto, nos daremos cuenta, primero, de la gran cantidad (casi toda) de vida que henos olvidado y, segundo, que los sucesos vivamente afincados en el “recuerdo” se ajustan a los patrones antes señalados. De ahí que vaya cobrando más sentido el título de este comentario.

Cada vez que nuestras emociones son reflejadas en el papel, y periódicamente leídas, dichas escenas van afianzando sus “detalles y coloridos” y pueden recordarse perfectamente actualizadas pese al tiempo transcurrido. Por ello, cuanto mayor es la cantidad de vida vertida en el papel, mayor es la cantidad de pasado que contemplan nuestros ojos.

La persona que escribe (que transcribe su vida al papel) es una persona con un rico pasado. Pero ¿sirve esto para algo? Evidentemente sí, pero sólo si es así deseado.

El amplio conocimiento del pasado no es otra cosa que un amplio conocimiento de nosotros mismos; y si no nos conocemos ¿cómo vamos a mejorarnos? ¿Puede perfeccionar un motor alguien que no entiende de mecánica?

Si somos conscientes de que nuestra estancia (paso) en esta existencia debe servir para perfeccionarnos, para ser mejores, resulta obvio hincar que cualquier medio que nos permita llegar al fin propuesto debe ser aprovechado.

viernes, 20 de febrero de 2015

Monedero somos todos... los que no somos casta

Por su interés, y dado que los medios de comunicación están al servicio de los poderosos, quiero contribuir desde este blog a dar algo más de difusión a la carta que ha hecho pública Juan Carlos Monedero:

Saludos a todas las amigas y amigos de Podemos, a toda la gente que confía en el cambio en España.
Ha sido un mes muy intenso que todos y todas habéis vivido y sufrido con nosotros y en especial conmigo. Me decía un abuelo que ha peleado mucho durante toda su vida que no recuerda durante toda la transición tantas ganas de acabar con una formación política. El régimen ha creído que podía acabar con Podemos intentando acabar con mi persona y ha dirigido todas sus baterías contra mí. Pero en verdad yo no soy tan importante. La fuerza de sus ataques habla de vuestra fuerza y el miedo que les habéis creado.
Tengo que daros las gracias a todos los que habéis confiado y también muchas disculpas a los que os han faltado argumentos durante este mes. Ha sido demasiado tiempo.
En Podemos no somos profesionales de la política y yo también, en algún momento, me he quedado sin palabras ante la intensidad de las mentiras y la virulencia de los ataques. He necesitado tiempo para preguntarme qué había cambiado en mi vida en apenas un año para que de pronto una persona sin ningún cargo público, alguien que no es diputado, senador, alcalde o Ministro, que tampoco se ha propuesto para ningún cargo en las elecciones, se puede convertir en el centro de la información de todo un país.
He tenido que entender que todo esto no era nada conmigo. Yo no soy tan importante. Los ataques contra mí eran ataques contra algo que ha puesto muy nerviosos a los poderosos de nuestro país. Y lo único que ha cambiado políticamente en mi vida en el último año se llama Podemos.
La única salida de los partidos del régimen es intentar colocar un discurso: todos somos iguales. Pero es mentira. Ojalá se persigan los delitos verdaderos en España, ojalá se persigan la corrupción como han demostrado ser capaces de perseguir a los opositores.
Parece cada vez más claro que el partido de gobierno pone las instituciones a trabajar en su beneficio.El Ministro Montoro amenaza a un ciudadano, y la Vicepresidenta del Gobierno, la que no hablaba de personas concretas , hasta dos veces se ocupa de mi persona en la rueda de prensa después del Consejo de Ministros. De alguien que no es nadie. Sólo, según ellos, una amenaza para los privilegios que han conseguido a costa de los derechos de la mayoría.
Un diario importante saca en primera página que había falseado mi currículum y cuando todo lo que ahí decían se demuestra que es mentira, no sacan el desmentido ni piden disculpas. Después de decir en primera página que un profesor de universidad había falseado su currículum.
Otro diario importante dice que me han ingresado cifras enormes de dinero, pero no dicen ni dónde ni cuándo ni en qué cuenta. Pero es primera página.
O dicen que no he pagado impuestos cuando he abierto una empresa en España y he declarado impuestos apenas unas semanas después, dejando claro que aquí no hay ocultación de ningún tipo.
No les importa que ganemos dinero. Eso no es ningún problema. Lo que les preocupa es en qué nos lo gastamos. Y en mi caso, el dinero que he ganado a través de mi empresa me lo he gastado en un proyecto de comunicación. No en un jaguar ni en un palacio en Pedralbes. La Tuerka es un proyecto que emitía un día a la semana en un garaje de Vallecas y que hemos sido capaces de emitirlo todos los días y que un equipo de gente joven que daba lo mejor de sí de manera voluntaria puede ahora enfrentar su proyecto de manera digna. Y eso a los poderosos no les gusta, no pueden soportarlo.
Han seguido mintiendo. He repetido que la fiscalidad de mi empresa es correcta, legal y legítima. Pero daba lo mismo. Necesitan decir que somos iguales que ellos.
Mi declaración voluntaria complementaria no tiene detrás que antes hiciera nada ilegal, sino hacer la declaración que evitara cualquier discusión con hacienda evitando la confrontación con un Ministro, que también debiera ser el mío, pero que se comporta como una persona al servicio de la casta.
Han querido ganar en los medios de comunicación lo que no son capaces de ganar en las urnas.
Me han acusado de cualquier barbaridad con un solo fin: que me vaya ¿qué me vaya de dónde? No soy Ministro, alcalde, diputado ni candidato a nada. Mi única tarea es coordinar el programa de Podemos. Si de lo que se trata es de que deje de ser Juan Carlos Monedero, me temo que en eso no voy a poder satisfacerles.
Algunos pretenden igualmente que renuncie a mi relación con América Latina. Es un error. La principal ventaja que tiene España respecto del resto de Europa es que tenemos un continente que habla nuestra lengua y forma parte de nuestra historia. Renunciar a ello es condenarnos a ser la esquina de Europa. Es un continente hermano, en toda su pluralidad y contradicciones, y así, como un continente hermano lo siento.
He cometido errores. Claro. Somos humanos. Pero no de los que nos acusan. El principal error es no haberos dado explicaciones antes. He tenido que esperar a tener todos los papeles que prometí enseñar. Y también que recuperar papeles de hace 20 años, porque me han acusado de cosas que supuestamente hice o no hice hace 20 años. He tenido que terminar el curso, corregir exámenes y demás tareas de mi trabajo. Y entender qué estaba ocurriendo porque no me reconocía en ninguna de las portadas y de las informaciones sobre una persona que me parecía ajena a quien yo soy.
No soy ni quiero ser un profesional de la política. Aún menos de la vieja política donde el éxito se mide por tu capacidad de acuchillar a cualquier adversario. He aprendido algo con mucha fuerza este mes: ni portadas ni gobiernos mafiosos ni el miedo del régimen van a amordazarme. Sé que viene un año muy duro para todos los que queremos cambiar las cosas. Con tantas amenazas no podemos permitirnos el lujo de cometer ningún error. Por eso os pido una vez más disculpas por no haber sido capaz de poder responder antes ante vosotras y vosotros.
La marcha del cambio del 31 de enero me ha enseñado muchas cosas importantes: nos habéis demostrado que sabéis que los ataques no son a nosotros, sino a todos; golpean en nuestro rostro, pero van dirigidos a toda la gente que quiere cambiar. Pueden intentar asustarnos a nosotros, pero no pueden asustar a todo un pueblo.
El cambio ya ha empezado. Y todas y todos hacemos mucha falta.
Nos vemos en las calles.

Juan Carlos Monedero
Secretario de Programa y Proceso Constituyente

PD1.- Y yo diría también que nos vemos... en las urnas.

PD.- Pero como yo también soy crítico, debo decir que lo único que no me ha gustado de la carta es esa manía del “todos y todas”... “todos” engloba a todos, sean hombres o mujeres.

martes, 17 de febrero de 2015

El hecho biológico

“El hecho biológico” es un artículo científico que fue publicado en la revista “Algo” nº 134 de la segunda quincena de julio de 1969. Decía así:

Los seres humanos no somos los únicos que vivimos en sociedad. La mayor parte de los seres vivos también viven en sociedad. Por lo tanto podemos estudiar la sociedad humana en su marco evolutivo.

Veamos primeramente sus rasgos fundamentales:
1) Todas ellas entrañan un nivel de asociación.
2) Hay tres niveles distintos:
(a) Organismo (Sistema de células relacionadas. Es un sistema rígido y cerrado. Existe una gran dependencia; esto es, no hay movilidad independiente).
(b) Simple agregado (Como ejemplo se puede citar un grupo de mosquitos. Tienen mayor movilidad independiente, pudiendo unirse o desunirse, etc. Se hayan unidos porque se ven sometidos a las mismas condiciones ambientales. Esto implica una interacción biótica. Se incluyen unos a otros pero no conscientemente, ya que sus respuestas son heredadas. Este nivel de asociación no tiene capacidad de resistencia; esto es, no puede un grupo asumir funciones de protección).
(c) Sociedad (Implica unas relaciones sociales para obtener el sustento en el medio ambiente. Su base se fija cuando esta unión no sólo lleva a una interacción biótica, sino cuando hay interacción de subsistencia debida a un agrupamiento. Así, pues, la unión es necesaria (ej: manada de lobos) para la subsistencia del grupo. Se basa en la existencia de relaciones sociales que se dan en organismos, no en células.  La sociedad así establecida puede perpetuarse a sí misma y reconstituirse.

Hay tres tipos de necesidades: protección, nutrición y reproducción. Estas necesidades primarias pueden resumirse en una: “lograr la supervivencia de la sociedad”, y esto es una necesidad para la supervivencia de la especie.

Hay cuatro tipos de sociedades:
1) Sistemas biosociales.
2) Sociedades de los mamíferos.
3) Sociedades de los primates.
4) Sociedad humana.
Las diferencias de los sistemas biosociales y sociedades de los mamíferos respecto a los otros dos tipos, son manifiestas. Aquí vamos a tratar de las características y diferencias existentes entre la sociedad de los primates y la humana. Por medio de este breve estudio comparativo podremos ver que las diferencias entre ambos son muy pocas pero, eso sí, claramente diferenciadas.

Sociedades de los primates.- Las sociedades de los primates constituyen un tipo de sociedad de orden superior a la de los mamíferos. Este tipo de sociedad es mucho más complejo. Tienen una organización social muy parecida a la humana, observándose grandes analogías al compararlas con las sociedades humanas primitivas. Hay una diferenciación menor entre los sexos. Todo lo que hace un mono macho puede hacerlo un mono hembra. Hay, además, una cierta base cultural para la división del trabajo.

El sexo juega un papel importante para la cohesión del grupo en el aspecto social. Hay, pues, grupos organizados. No existen épocas definidas para el apareamiento, teniendo una capacidad de celo constante. Además, las hembras tienen un periodo menstrual parecido al de las humanas. Este papel conexiona la existencia del grupo.

Tienen una mayor complejidad sensitiva y motora (andan en dos patas). Son los únicos que tienen manos y las pueden utilizar libremente. Tienen así mismo una infancia prolongada con mayor dependencia cría-madre que en las otras sociedades. Existe por tanto una mayor posibilidad de ser condicionado por el ambiente. Sus respuestas heredadas son más débiles y aumentan las respuestas aprendidas. Como consecuencia de esto, tienen necesidad de vida en sociedad con una gran dependencia entre los miembros. La necesidad de aprender las respuestas lo vemos en que tienen que aprender el acto sexual necesariamente. Esto da lugar al juego sexual y a una utilización del sexo como medio y no como fin. El sistema de domino tiene aquí gran importancia. Hay una cierta educación sexual constante, así como unas relaciones de dominio en relación de sexo y edad. El equilibrio entre los sexos va siendo similar, esto es, igual número de machos que de hembras. Todo esto contribuye a la mayor relación entre el macho y la hembra. Hay también existencia, pues, de solteros.

Tienen mecanismos comunicativos (heredados) muy amplios; pero sin embargo no son capaces de una comunicación simbólica (en esto nos diferenciamos los humanos). Un animal no habla por la sencilla razón de que no tiene nada que decir, y esto se debe a que no tiene capacidad de reflexión. Por este motivo su única comunicación hablada consiste en gritos de peligro, victoria, alegría, etc., que son aprendidos y vienen dados por la supervivencia. Así, pues, no hay comunicación simbólica. Esta falta de condicionamiento heredado le hace prestar mayor atención por el ambiente, teniendo en consecuencia mayor selectividad de sensaciones.

Sociedad humana.- En la sociedad humana los individuos son estructuralmente homogéneos salvo en sexo. Las diferencias genéticas entre el hombre y la mujer son mínimas. Otra de las diferencias de este tipo consiste en que el hombre promedio es algo más fuerte que la mujer promedio. Las diferencias que encontraremos serán culturales; esto es,  respecto a la capacidad de admitir y transmitir la cultura. La división del trabajo se hace atendiendo a estas mismas características. Existe una sexualidad continua. Hay una comunicación simbólica arbitraria y esta es la que sirve para que el aprendizaje sea cultural.

El hombre puede transmitir la cultura por medio de:
a) Transmisión oral.
b) Transmisión escrita.
Sin embargo no es preciso que todos los individuos sepan y aprendan todo; lo que importa es la organización. Hay una división para el aprendizaje. Los individuos deben complementarse entre sí, ya que la supervivencia se basa en la organización de su aprendizaje. Tenemos la existencia no del dominio, sino del derecho a ese dominio, y por consiguiente, de normas.

En su uso más general, la sociedad se refiere meramente al hecho básico de la asociación humana. Por ejemplo, el término ha sido empleado en el más amplio sentido, para incluir toda clase y grado de relaciones en que entran los hombres, sean ellas organizadas o desorganizadas, directas o indirectas, conscientes o inconscientes, de colaboración o de antagonismo.
Ella incluye todo el tejido de las relaciones humanas y no tiene límites o fronteras definidas. De una estructura amorfa en sí misma, surgen de ella sociedades numerosas, específicas, interconectadas, aunque todas ellas no agotan el concepto de sociedad.

martes, 10 de febrero de 2015

Los coros

Es habitual en muchos templos comenzar la misa con cánticos. Nada más bonito, alegre y acogedor. He asistido personalmente, a muchas celebraciones en donde un excelente coro de jóvenes canta esas canciones, en muchos casos –incluso- se trata de canciones pop a las que se ha cambiado la letra poniendo en su lugar un texto religioso apropiado; así, por ejemplo, he oído y disfrutado algunas canciones de Roberto Carlos o de Simon&Gartfunkel en las que se había encajado perfectamente otra letra diferente y de carácter religioso. Pude constatar además cómo esa celebración atraía a un número de feligreses considerablemente mayor que las misas que se celebraban a otras horas sin dichos coros o… con otros coros.

No queda más remedio que hablar de esos “otros coros”. Con mucha frecuencia se elige a un reducido grupo de señoras mayores y algún hombre también mayor, de los habituales en la iglesia y en las actividades parroquiales, a quienes se encomienda una labor para la que no son los más idóneos. Es cierto que en ocasiones hay coros de este tipo que cantan muy bien, pero no es menos cierto que en otras ocasiones esos coros dejan mucho que desear desde el punto de vista musical. Seamos críticos e imparciales: un coro de señoras mayores que cantan medianamente aceptable, no es algo que atraiga a las masas y mucho menos a la juventud. Si se quiere premiar a esas personas por lo mucho que hacen en favor de las actividades de la iglesia, no hay que “recompensarlas” dándoles el privilegio de cantar en la misma; hay muchas otras formas de reconocimiento y premio. Hay que ir a lo práctico y eso es la captación de feligreses y sobre todo de jóvenes. Así las cosas, está claro que un coro formado por chicos y chicas jóvenes, que canten bien, que estén bien conjuntados, que transmitan alegría y vitalidad, es mucho más enriquecedor y atractivo que un grupo de ancianas.

Pero hay que referirse también al tipo de canciones que se cantan y, en este sentido, tal como he apuntado antes, la elección de esas canciones, de su música y de su letra, es muy importante. Empecemos por la música. No hay por qué elegir temas musicales religiosos ni temas musicales clásicos; la mayoría de la gente no es aficionada a la música clásica y sí en cambio está acostumbrada a escuchar música moderna a todas horas tanto en la radio como en la televisión. Un tema musical moderno causará casi siempre un impacto más agradable y sobre todo más “familiar” (temas que sean muy conocidos) que uno clásico. Una canción moderna suena más cercana, más sencilla, más humana, más conocida, más próxima; un tema musical clásico suena más serio, más severo, más formal, más lejano, más pomposo, más aburrido. Además, la música moderna nos ofrece un amplísimo catálogo de temas musicales en donde elegir y adaptar a nuestros propósitos, así como la posibilidad de irnos renovando constantemente para no caer en la monotonía y el aburrimiento.

Cuando hablo de música moderna, de pop, no quiero decir que hay que poner en el coro a una banda de rock con batería, bajo, guitarras… una simple guitarra suele ser suficiente para dar acompañamiento instrumental a cualquier pieza. Además, la guitarra es un instrumento próximo, amigable… mientras que un órgano (por citar un instrumento musical presente en la mayoría de los templos) resulta más serio, triste, pomposo, etc.

Por supuesto que todos los instrumentos pueden tener cabida para lograr el objetivo que perseguimos, y no estaría de más combinarlos de vez en cuando. Un poco de percusión viene bien a algunas canciones, y unas notas de piano, de órgano o de violín, encajan igualmente en muchos temas musicales modernos. Lo que debe quedar bien claro en este punto es la necesidad de dotar musicalmente a estos coros de unas partituras alegres, próximas a la gente, familiares… y en este sentido la guitarra tiene voz protagonista para “acercarnos” a través de baladas y temas de música moderna, los textos especiales preparados para dichas canciones.

Pasamos así a comentar los textos de esas canciones. Con frecuencia son textos llenos de adjetivos, de reverencias… son las expresiones típicas de los sermones (ya llegaremos a ellos) y muestran un Dios lejano, prepotente, amenazante… ante el cual debemos humillarnos y temblar de miedo para que no nos castigue. Por decirlo de otro modo: ese texto no es el de una canción que le cantaríamos a nuestro padre o a nuestra madre. Las canciones que muchos cantantes han dedicado a sus padres han estado siempre llenas de amor, de ternura, de agradecimiento… y exentas de palabras grandilocuentes; todo lo contrario, han utilizado palabras sencillas… porque es así como alguien le habla a un padre o a una madre a quien quiere mucho.

Desde un punto de vista exclusivamente profesional en el ámbito de la comunicación, como el que aquí estamos manteniendo, los textos “oficiales” –salvo algunas excepciones- pecan de todo lo negativo que acabamos de señalar; no transmiten cariño y amor a Dios o la Virgen, sino respeto, temor, distancia… Hay, como decía, algunas excepciones, como el “Kirie eleison” que suele transmitir una espiritualidad y armonía que conecta fácilmente con la gente (prueba de ello es que algunos cantantes modernos han incluido el “Kirie” en su repertorio musical). Pero, en general, es preferible preparar para esas canciones unos textos ad hoc, especiales, que utilicen el lenguaje normal de la gente, que le hablen a Dios, a la Virgen y a todos los asistentes de la misma forma en que cualquiera de nosotros le habla a nuestros padres o hermanos. Nada más lejos de mi intención que ser irreverente, pero ¿hay alguien que se dirija a su padre diciendo “Oh, santo padre, oh excelsa madre, ten misericordia de nosotros…”? Yo creo que la gente suele decir cosas como esta: “me alegro de estar aquí, padre, y como tantas otras veces necesito tu ayuda y tu consejo…”. Pues esta forma de hablar es la que debería utilizarse en las canciones, y hacer con ella los textos que encajen en los temas elegidos. Así los feligreses serían recibidos con una música alegre, conocida, pegadiza, próxima, y se verían gratamente sorprendidos por unos textos que hablasen su mismo idioma y transmitiesen esas mismas preocupaciones y deseos que ellos albergan. ¡Qué forma más bonita la de comenzar la misa escuchando unas palabras amigables, alegres y reconfortantes, envueltas en una música familiar y actual…

martes, 3 de febrero de 2015

La misa

El momento estelar de la semana para un católico es –o debe  ser- la misa. Sin embargo, desde el punto de vista de la comunicación, esta celebración tiene mucho que mejorar. En principio no hay más que ver dos hechos incuestionables. El primero es que cada vez va menos gente a misa. El segundo, y más preocupante para un comunicador, es que la mayoría de las personas que acuden a misa van por obligación y entran y salen serios de la iglesia.

Analicemos estas primeras consideraciones. El número de personas que acuden a una celebración reciben el nombre de audiencia y en el mundo de la comunicación son los índices de audiencia quienes marcan el éxito o fracaso de la acción ejecutada. Por consiguiente, en términos simplemente numéricos sería deseable que la audiencia de la misa aumentase en vez de disminuir. Para ello hay que analizar los errores de comunicación que se hayan producido y a continuación ponerles remedio ejecutando las acciones pertinentes en el ámbito de la comunicación. Es más, la evolución de los índices de audiencia serán el indicador más claro de si se están haciendo bien o no las cosas desde este punto de vista.

La iglesia católica es evangélica, lo cual quiere decir que su misión es predicar el Evangelio, ganar adeptos y mantenerlos. El paralelismo con cualquier campaña de comunicación no puede ser más fidedigno: dar a conocer el producto o servicio, captar clientes y finalmente fidelizarlos. Por consiguiente la iglesia católica, para propagar la palabra de Dios, tendría que captar cada vez más personas (clientes) que acudiesen a la misa y posteriormente conseguir que esas personas quedasen satisfechas con lo que allí se les ofreciese y se convirtiesen en feligreses habituales, es decir, clientes fieles.

Hay, pues, una necesidad clara de captar personas que acudan a misa, y de eso vamos a hablar en las páginas siguientes, dando a conocer algunas cosas que deberían hacerse para conseguir este objetivo. Pero este no es un objetivo aislado, de una sola vez; como en la buena publicidad no se trata de que nos compren una vez sino que se conviertan en clientes habituales, en este caso, no se persigue que las personas acudan a misa una sola vez por simple curiosidad, sino que esa experiencia les satisfaga tanto como para convertirse en asiduos feligreses.

Hacíamos también referencia al motivo por el cual van a misa una gran mayoría de las personas: por obligación. Esto es algo tan claro que cualquier persona conoce perfectamente cómo los sacerdotes recuerdan constantemente la “obligación” de ir a misa los domingos y fiestas de guardar ya que de no hacerlo cometen pecado mortal. Ante esta tesitura, muchos buenos cristianos agachan la cabeza, se resignan y acuden a misa para cumplir con esa obligación. No pesa en ellos el ánimo de hacerlo por satisfacción personal (la satisfacción que da el encuentro con Dios en una celebración tan especial) sino el temor al pecado o el temor al qué dirán… o quizás incluso lo que les mueve es simplemente la inercia de la rutina.

Y no acaba aquí la cosa, debe considerarse también con qué espíritu acuden, y ese espíritu en muchos de ellos es el de: resignación. Acuden cabizbajos, con tristeza, con pesar, con aburrimiento, con un “no queda más remedio, hay que cumplir”.

Se convierte así la misa en una celebración triste, a la que cada vez acude menos gente, en donde la edad media de los asistentes supera los 60 años y el porcentaje de mujeres supera el 70 por ciento, en donde se entra con cara seria, se permanece con cara serie y se sale con cara seria, cuando no aliviados al ver que por fin ya ha concluido esa obligación.

Y es que, lo queramos o no, lo que se hace por obligación causa un innato rechazo en el ser humano. Si nos obligan a reciclar y nos ponen multas por no hacerlo, trataremos de evitarlo siempre que podamos, y cuando no podamos evitarlo lo haremos de mala gana, por obligación, para no pagar la multa correspondiente. Sin embargo, si nos enseñan la necesidad de una naturaleza limpia para disfrute de todos y lo fácil que resulta aportar nuestro granito de arena para mantener limpia la ciudad, lo haremos con agrado. El que recicla por temor a que lo multen, lo hace con gesto serio y él mismo se siente contrariado; por el contrario, el que recicla por su amor a la naturaleza, lo hace con semblante feliz y siente en su interior una gran satisfacción.

Pues eso es, ni más ni menos, lo que debería conseguirse con relación a la misa dominical. La gente debería acudir feliz, debería estar toda la semana impaciente porque llegase al fin el domingo o festivo y poder participar en esa ceremonia, una vez allí estaría alegre y participativo, y al salir mantendría esa sonrisa y la divulgaría a los cuatro vientos, y cada vez que tuviese oportunidad hablaría a otros sobre lo feliz que se siente cuando va a misa.

Para empezar, pues, este análisis, la iglesia debería suprimir la palabra “obligación” y hacer una serie de cambios y de acciones que llevasen a los ciudadanos el anhelo de acudir porque aquello les va a resultar satisfactorio. Este es un axioma en publicidad: no tratar nunca de imponer, no decir nunca “compre esto”; por el contrario debe sugerirse sutilmente la satisfacción que el cliente va a obtener comprando ese producto o servicio de tal forma que sea él mismo quien se diga “voy a comprarlo porque esto satisface esa necesidad que yo tenía y no sabía cómo cubrirla”. Lo que uno decide por sí mismo tiene mucho más valor y mucha más fuerza que aquello que nos obligan a hacer, y si a través de una buena comunicación se hacen llegar a los ciudadanos los beneficios de ser buenos católicos e ir a misa sin imposiciones ni amenazas, serán muchos los que deseen experimentar esa felicidad y lo harán convencidos ya que nadie les obliga sino que son ellos mismos quienes toman esa decisión por iniciativa propia. Esa es la magia de la buena comunicación y de la buena publicidad: inducir sutilmente para que el cliente tome por sí mismo la decisión que nosotros queremos que tome.