Es posible que muchos de vosotros recordéis aquella serie de
televisión de dibujos educativos (también se publicaron numerosos libros)
titulada “Érase una vez el hombre”, en la que se contaba la historia de la
humanidad a través de historietas de dibujos animados para hacerlas atractivas
al público más joven, mezclando así diversión y formación. En ese caso es
posible que recordéis a uno de su principales personajes, un anciano sabio con
una barba blanca kilométrica. Pues bien, ese abuelo de “Érase una vez...”
convertido en ser humano de carne y hueso, se coló una vez en una de mis ruedas
de prensa.
La sala estaba abarrotada de periodistas y, mezclándose con
ellos, se metió en la sala antes de que empezara el acto. Sin embargo aquella
gran barba blanca y su edad (más de 50 años) cantaba mucho y se veía a la legua
que no era ningún periodista. Recuerdo que me acerqué a él y le dije que aquél
acto era sólo para periodistas, pero entonces él (no debía ser la primera vez
que se colaba en un acto de este tipo) dijo que él trabajaba para un periódico
extranjero (cuyo nombre jamás había oído) y que le interesaba mucho el tema que
se iba a tratar.
Así las cosas, y para no armar un escándalo, le pedí de
buenas maneras que se sentase al final ya que los demás asistentes habían
recibido invitaciones previas y por consiguiente eran los que estaban
autorizados para ocupar los primeros lugares y hacer al final las preguntas.
Afortunadamente, el abuelo de “Érase una vez...” me hizo caso y se convirtió
tan sólo en una anécdota... aunque puede que las bandejas de croquetas que se
sirvieron al final no opinasen lo mismo.
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