Esta anécdota ocurrió en la presentación de un libro y la
protagonizó uno de sus autores. No daré más datos salvo decir que era una
persona muy mayor. El primer autor hizo una exposición de los aspectos más
interesantes que abordaba el libro, desveló algunas anécdotas, y nos fue
llevando a todos con habilidad a seguir su exposición y sentir deseos de
comprar el libro. Su exposición fue además corta, dijo lo que tenía que decir,
sin repeticiones, sin vaguedades... y pasó la palabra al otro autor.
Este otro autor, tomando el hilo del orador precedente, hizo
un par de comentarios para enlazar con lo que realmente quería: contarnos su
vida. Nada de hablar de libro, lo único que quería era hablar de su vida y
aquella era una oportunidad única puesto que tenía ante sí una nutrida
audiencia sentada (sin escapatoria posible, por lo violento que resultaría
levantarse y marcharse) porque estoy seguro que en su vida perosnaly familiar
quienes se topen con él buscarán enseguida la forma más rápida de huir.
Pero bueno, esto que cuento no parece nada nuevo; hay mucha
gente a la que le gusta contar su vida aunque sea en el marco de la
presentación d eun libro. Sin embargo, lo que hizo diferente esta historia es
que comenzó a contar su vida no desde el día en que nació, sino ¡desde el día
en que fue concebido! ¡Si! ¡Y nos contó dónde estaban sus padres y lo que
hacían mientras él estaba en el útero!
Para colmo, como ya he dicho que se trataba de una persona
muy mayor, la historia de su vida fue... interminable. De vez en cuando miraba
a los que estaban sentados y se notaba cómo les dolía el culo y tenían que ir
cambiando de postura en la silla. Fue una de las presentaciones más horrorosas,
aburridas e insufribles que he padecido.
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