Los periodistas cometen algunos errores que son realmente
inexplicables. Hoy voy a relatar uno de los más asombrosos. Como responsable de
Comunicación de una importante compañía de agroquímicos, ICI-Zeltia (hoy
Syngenta), gestioné una entrevista de una revista empresarial con el director
de la compañía, por aquél entonces, Enrique Portús. La entrevista fue cordial y
se desarrolló normalmente. Tras la misma el periodista se llevó un dossier de
prensa de la compañía e incluso la tarjeta de visita del director general al
que había entrevistado. Una semana después se publicó la entrevista a doble
página y todo color. Cuando la vi no pude menos que abrir los ojos como platos
sin dar crédito a lo que estaba viendo, mientras crecía dentro de mí la
incredulidad y la irritación. La entrevista llevaba un titular enorme que
abarcaba las dos páginas, con el nombre del director general. ¿Con su nombre?
¡Noooooo! ¡Se había equivocado de nombre y en vez de escribir “Portús” había
puesto “Porrús”. Después, en el texto que seguía venía bien escrito, pero el
titular enorme, que era lo que más llamaba la atención, estaba equivocado.
No quiero ni contaros la vergüenza ajena y los apuros que
pasé para explicar a Enrique Portús lo inexplicable. Una semana después sacaron
una fe de erratas disculpándose, pero el bochorno padecido no nos lo quitó
nadie y me hizo comprender por qué muchos directivos se muestran tan reacios a
conceder entrevistas o declaraciones a los medios de comunicación. Si luego ven
estas cosas, no me extraña que prefieran el silencio y el anonimato.
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