domingo, 6 de marzo de 2016

Meter la pata

Las meteduras de pata están a la orden del día de todos aquellos que hacen declaraciones a los medios de comunicación. Y como este asunto sigue estando de actualidad, traemos de nuevo a nuestras páginas, este artículo que resulta sumamente ilustrativo y aleccionador:

Hay veces que es mejor dejar las cosas tal como están y no tratar de arreglarlas, porque con frecuencia ese “arreglo” no hace sino estropearlas más aún. Me viene en este sentido a la memoria un incidente en el que se vio envuelto hace años un alto directivo de Zeneca Agrochemicals.

Habían invitado a los periodistas para presentarles en Manchester un nuevo tomate modificado genéticamente que no estaba destinado para el consumo en crudo sino para las plantas de procesado de salsas de tomate. Les explicaron que esa modificación genética enlentecía el proceso de maduración y por tanto permitía recolectar el tomate una vez hubiese madurado (y no cuando aún están verdes como se hace en la actualidad) con lo que se conseguía mejor sabor, cualidades nutricionales, etc., y sin que se deteriorase durante el proceso de transporte hasta la empresa de manufacturación. Y hablaron también de su seguridad medioambiental explicando que la polinización de esas flores sólo se podía hacer manualmente con lo cual no existía riesgo de que esos tomates o ese polen se mezclase con otros y diesen lugar a incontrolados híbridos por el campo.

Como todo lo “transgénico” causaba y sigue causando miedo, los periodistas preguntaron por la seguridad de estos cultivos, y entonces este directivo, ni corto ni perezoso, se comió unos tomates delante de la audiencia para demostrarles que eran seguros.

Al día siguiente, un periódico preguntaba a través de un amplio artículo: ¿Dónde han ido las semillas transgénicas del tomate que se comió el directivo de Zeneca Agrochemicals? Porque esas semillas, una vez hubiesen atravesado su aparto digestivo, quizás llegasen –ahora ya sin ningún control- a la naturaleza.

El directivo, tras leer esa noticia y el consiguiente revuelo que se armó, contestó al día siguiente a los periodistas diciéndoles que no se había violado ninguna norma de seguridad... que el tomate que se comió delante de ellos no era de los transgénicos sino uno normal...

Y fue ahí cuando –literalmente- “la cagó” porque acto seguido los periodistas comenzaron a llamarle mentiroso. Si lo que decía ahora era cierto, les habría mentido antes; y si lo de antes era cierto, les estaría mintiendo ahora.

Por eso, si te ves en un apuro y ves que has metido la pata... discúlpate y no trates de arreglarlo, porque va a ser peor.

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