Capítulo 8.- Don Casimiro al acecho
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Vaya, vaya... mira quiénes están aquí. Los dos cachorros Bareta López de la
Manteca -dijo Don Casimiro, sacerdote y director de estudios del Colegio de las
Hermanas Ursulinas de Collado Mediano, donde Pía y Edu habían hecho la primera
comunión- ¿Donde vais tan soliiiitos? –preguntó dirigiéndose a los chicos,
sorprendiéndoles por la espalda, en el mostrador de la pizzería, con ese
soniquete inconfundible que le había granjeado una multitud de motes en el
colegio. Ninguno digno ni honorable- ¿Y la virtuosa y hacendosa generadora de vuestra
feliz y fácil existencia, Doña Violeta López de la Manteca?
Le encantaba recrearse fonéticamente en todos los apellidos de los antiguos neo-comulgantes. Para que supieran que él sabía quienes eran. Pía y Edu se miraron y sin mediar palabra decidieron lo más razonable: poner pies en polvorosa, dejando a Don Casimiro frotándose las manos al estilo judío y la libido en regresión.
Le encantaba recrearse fonéticamente en todos los apellidos de los antiguos neo-comulgantes. Para que supieran que él sabía quienes eran. Pía y Edu se miraron y sin mediar palabra decidieron lo más razonable: poner pies en polvorosa, dejando a Don Casimiro frotándose las manos al estilo judío y la libido en regresión.
Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…
“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo
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