miércoles, 25 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (25)

Capítulo 21.- Cantar pegado es cantar
 
Ya en el cuartelillo de la Guardia Civil, el sargento Miñambres asaeteaba a preguntas a los recién llegados:
- Vamos a ver, ñora. A ver si me aclaru -el sargento Miñambres tenía un acento mitad asturiano, mitad animal de bellotas, simultaneándolos aleatoriamente sin problemas-. Ya se me están sacandu el carné pa saber quié e quié. ¿Los jovencitos supongu son hijos suyos? -miró profundamente a Violeta con esos ojos negro zaino enmarcados por unas cejas tan pobladas que se podía hacer trenzas a lo Pippi Calzaslargas.
- Exactamente, mi teniente -dijo Jacinto-, estas dos criaturas angelicales son vástagos de esta dama y tengo que exigir nuestros derechos legítimos como ciudadan...
- ¡Pooooch! -la mano llena de  callos  del  sargento  tapó sin ninguna dulzura y sin ponerle ojitos, la boquita de piñón de Jacinto-. ¡Pero quín le ha preguntao a uté! Periquiiito, que me ha salidu parlanchín y leguleyo. Y de teniente, ná. Sargento y a mucha honra -el sargento estaba sembrado y locuaz; le gustaba la situación-, a ver, ñora. ¿Que ha pasadu en la ambulansia al sujeto conocío por Toribio y con galones de agente privado de la autoridad? Que se me lu han cargao. O casi... Y tú periquín... calladitu que te arreu con la batuta de goma, conocida como porra, diferente al churro. A vel, ñora, a cantar como la Pantoha.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

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