jueves, 26 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (26)

Capítulo 22.- El mío está primero
 
Mientras el sargento Miñambres continuaba dando sus clases de extraño asturiano al heterogéneo grupo de detenidos (por cierto, el amasijo de pizza regada con pis, ya se había enfriado por completo), Pedro seguía allí entre los restos de su chalet, más parecido ahora a los restos de Fort Apache tras el ataque de los indios. Entre las cenizas relucían algunos trozos de cristal y cerámica gracias a la luz que le llegaba de las llamas que consumían el chalet de Jacinto y eso le proporcionaba un gran placer.
 
Todo quedó interrumpido con el sonido de la sirena de los bomberos que acudían allí tan solo dos horas después de recibir el aviso ya que antes habían tenido que rescatar a un gatito atorado en el tubo de un desagüe. Para disimular, Pedro cogió del jardín un cubito de playa y lo llenó de agua de la piscina para simular que estaba tratando de apagar el fuego, aunque se sorprendió al ver cómo los bomberos iban directamente al chalet de Jacinto y no al suyo.
- ¡Oigan! ¡Que el mío está primero! -les gritó.
Pero los bomberos no le hicieron caso y dirigieron sus mangueras hacia las llamas que devoraban el chalet vecino.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

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