viernes, 27 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (27)

Capítulo 23.- Un pirómano al descubierto
 
Pedro seguía sin dar crédito a lo que veía. Mientras que su casa era un montón de escombros ennegrecidos, los bomberos hacían tan eficientemente su trabajo que en pocos minutos sofocaron el fuego del chalet vecino, que tan sólo se había chamuscado en un par de habitaciones de la planta baja.
Decididamente Jacinto era un tío con suerte. Había levantado un imperio económico de la nada, porque empezó vendiendo melones en Tomelloso con su tío el Arrugao y ahora, mira, un negocio floreciente, un deportivo flamante, un incendio que no llegó a ser, y para colmo de males sospechaba que tenía una amante que le mantenía joven e ilusionado. Lo que no sabía era que la causa de sus alegrías sería la causa de las desdichas propias. Por eso Pedro había provocado el incendio en su chalet, para borrar todas las pistas que pudieran relacionarle con el fuego vecino, puesto que ese hubiera sido su verdadero deseo. No contaba con que los niños estuvieran en casa. No obstante, la astucia de los muchachos había solventado el incidente de manera feliz. Ahora tan sólo esperaba que los peritos del seguro no lo relacionaran con este desdichado acontecimiento. Sería terrible verse involucrado en ello y además supondría un descrédito ante toda la comunidad...


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

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