domingo, 22 de noviembre de 2020

Un cadáver exquisito (22)

Capítulo 18.- Muchos quesos para tan poca moto
 
- ¿Qué llevas ahí? -le inquirió el agente.
- Una cuatro quesos -respondió el pizzero.
- Pues del cajón asoman dos quesos -ironizó el agente.
Total, que los puso firmes a todos, menos a Edu, que no pudiendo aguantar más, disimuladamente se puso a mear junto a la moto.
- ¡Eh! ¿qué haces? -gritó el agente.
            Y Edu se volvió sin haber detenido el chorro que regó el interior del cajón con lo que quedaba allí de la cuatro quesos.
- No se enfade agente -susurró con dulzura Pía al tiempo que pestañeaba con tanta intensidad que le levantó el flequillo al agente. Y empezó a explicarle lo que pasaba.
En esto se oyó un brusco frenazo: eran Violeta López de la Manteca y Jacinto Monteperales.
- ¡Hijoooos! -gritó ella.
- ¡Ojoooo, que casi me pilla! -gritó el agente.
Ante tantas irregularidades, el agente sacó su teléfono:
- Voy a pedir refuerzos, aunque sea a la Guardia Civil; no voy a tener suficiente bolígrafo ni talonario para poner tantas multas -dijo en tono severo.
Sin embargo al ir a coger el teléfono éste sonó; era una llamada de la comisaría.
 
Mientras tanto, no lejos de allí, Pedro Bareta contemplaba cómo el fuego de su chalet se había extendido al de Jacinto y sin saber por qué, comenzó a recordar el día que conoció a Violeta (Violetita la llamaban entonces y él le cambió el nombre por Tita ya que lo de Viole podía acarrearle algún que otro disgusto).


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

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