Capítulo
9.- Tras la pista
Sin saber muy bien cómo, el caso
es que Coro logró escabullirse del museo antes que llegaran los agentes de la
policía local. Hubiera sido de lo más engorroso que la encontraran allí,
teniendo en cuenta que la instalación de las cámaras de vigilancia, cuya
función era completamente decorativa ya que ni emitían imágenes claras ni
enfocaban a donde debían, la había realizado ella.
No obstante, Coro tenía la
esperanza de que, entre las imágenes borrosas que se hubieran emitido y el
audio, pudiera llegar a alguna conclusión respecto a la autoría del robo. Tenía
tan disparada la adrenalina que se saltó un par de semáforos en rojo de regreso
a su casa y casi se da con un poste de la luz que súbitamente se interpuso en
su camino.
El móvil sonó cuando estaba
llegando a casa. Era el supervisor... Mal momento para llamar. ¿Qué le iba a
decir? ¿Cómo se iba a excusar? Estaba claro que tenía que saber la verdad, y
por supuesto, era consciente de que su despido iba a ser fulminante, pero no
era ese el momento de contestar a su llamada. Lo haría en cuanto estuviera
tranquila, con las ideas en orden.
Ya delante de su ordenador, abrió
el programa y accedió al modo “rec”, cruzando los dedos y suplicando a todos
los santos locales que se pudiera distinguir algo en aquella nebulosa. Cuando
habló con Unai la primera vez, no le había dado tiempo nada más que a hacer un
barrido rápido y observar la monitorización de las cámaras 1, 3 y 5. Aunque
ninguna de ellas enfocaba al lugar correcto, la buena noticia era que, entre la
neblina, se distinguían algunas figuras que entraban y salían de la sala.
Obviamente, ni eran imágenes nítidas, ni completas, pero ¡algo era! Además,
tenía también la grabación de audio, quizá combinando unas y otra, pudiera
sacar algo en claro y, por otro lado....
El teléfono sonó otra vez
sacándola de mis elucubraciones. Era de nuevo Mendía, el supervisor, y ya no le
quedaba otro remedio que atender su llamada.
- ¡Elizalde! –gritó una voz
desencajada al otro lado- Supongo que te imaginarás por qué te llamo...
- Bueno, verás... –balbuceó ella.
- Coro, -Mendía la cortó en seco,
y ya suavizando el tono, continuó hablándole- acaba de irse una pareja de la
Guardia Civil para tu casa. Ya sabes por lo que han venido. Han confiscado las
grabaciones de las cámaras y aunque les hemos avisado del problema que habíamos
tenido con la instalación, les ha dado lo mismo. Van a tomarte declaración
porque fuiste tú quien las instalaste.
- ¡Te prometo, Mendía, que
yo no he tenido la culpa de este desastre! Cuando yo salí de allí dejé la
instalación funcionando correctamente, algo pasó luego que...
- Lo sé, Elizalde -aseguró
conciliador-, las cámaras grabaron correctamente hasta que alguien empezó a
moverlas y les limpió el objetivo con un paño sucio. Eso ha quedado registrado,
no te preocupes; pero sin embargo tengo que decirte que, desafortunadamente, y
dada la difusión que esto va a tener en los medios, la empresa...
- Ya, ya, supongo que me lo
merezco –aceptó Coro sin el menor convencimiento.
- Bueno, ya sabes, estas cosas
son así. Yo no he podido hacer nada. Eres una buena profesional Coro, pero en
este trabajo no nos podemos permitir estos errores. Compréndelo....
Percibió cierto tono de amargura
en su voz, algo totalmente impensable, porque se trataba de la rata de Mendía,
pero incluso así, agradeció la profesionalidad con la que zanjó el asunto y sus
palabras de ánimo.
- No te aflijas mujer, que todo
ira bien. ¡Ah! y cuando hables con los civiles, les cuentas la verdad sobre las
cámaras, no tienes por qué preocuparte...
"Si tu supieras...",
pensaba Coro mientas oía como colgaba. Ahí se acababa su vida laboral, pensó. Y
lo lamentaba porque era un trabajo que le gustaba, aunque al cabo de un año ya
se sintiese “quemada”. Quizás era mejor así, pensó. Quizás ese era el momento
de dar un nuevo rumbo a su vida.
Antes que pudiera darse cuenta, el
coche de la Guardia Civil irrumpió en el jardín de su casa y, sin permitir que
pasaran al interior, salió a recibirles. Estaba nerviosa, pero intentaba que no
se notara. Lo importante ahora era despacharles cuanto antes para poder volver
a sus pesquisas. Antes de salir, apagó el PC, por si las moscas....
(Continuará...)
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