Capítulo
16.- Dando un rodeo
Leandro Rodeo volvía para su casa
dando un rodeo para hacer honor a su apellido, cuando vio venir a lo lejos a un
individuo que llevaba un carrito de supermercado con diversos cachivaches entre
los que sobresalía un objeto que le resultaba familiar, aunque no sabía muy
bien por qué, ya que apenas si lo distinguía en la distancia, pero el caso es
que se apoderó de él una sensación muy rara, como de “deja vu”. Según se iba
acercando, su corazón empezó a latir más deprisa, aquello que veía en el
carrito era “su” tocadiscos antiguo, el que había vendido esa misma mañana y
por el que le habían pagado nada más y nada menos que 300 euros. “¿Cómo es
posible que me haya pagado tanto?” –se repetía una y otra vez- “¡A ver si es
que valía mucho más de lo que yo me imaginaba y encima lo que me ha pagado ha
sido poco!” –se recriminaba mientras seguía avanzando por la calle. Cuando
llegó a la altura del otro individuo que llevaba el carrito del supermercado,
lo saludó:
- ¡Hola! ¿Me dejas ver eso que llevas ahí?
- ¿Y
para qué lo quieres? –respondió intrigado Remigio.
- Es
que... a lo mejor me interesa eso que llevas –dijo señalando la caja del
tocadiscos- y si quieres... te lo compro.
- Bueno,
míralo a ver si te gusta.
Leandro reconoció de inmediato la
caja; sí era su tocadiscos, y no tuvo ninguna duda en cuanto lo abrió.
Afortunadamente estaba todavía en buen estado y no se imaginaba cómo había ido
a parar allí.
- ¿De dónde lo has sacado? –le preguntó lleno de curiosidad.
- Eso
es cosa mía y de quien me lo ha dado.
- Está
bien, te lo compro.
- ¿Cuánto
ofreces?
- ¿Te
parecen bien diez euros?
En el momento en que Leandro
hacía su oferta, pasó por allí una moto y a causa del ruido del tubo de escape,
Remigio entendió “cien” en vez de “diez”.
- ¿Cien euros? –dijo Remigio con cara de extrañeza.
Leandro supuso que ese individuo
ya conocía que se trataba de un tocadiscos muy valioso, así que no tuvo más
remedio que superar esa cifra para hacerse de nuevo con él.
- Vale, vale, te doy 150 euros.
Remigio no daba crédito a lo que
estaba sucediendo; aquél chalado le ofrecía 150 euros por un tocadiscos viejo.
- De acuerdo, es todo tuyo –dijo mientras sacaba el tocadiscos del carrito y se lo daba a cambio de los billetes- ¿Y no te interesa la chatarra que llevo aquí? –preguntó Remigio por si hacía más negocio todavía con aquél “pringao”- Porque aquí llevo unos cuantos kilos de hierro –añadió.
- No,
no, sólo era esto.
Se despidieron y cada uno siguió
por su lado: Leandro pensando en ir al día siguiente a la chamarilería para
vender por segunda vez el mismo tocadiscos y sacarse otros 300 euros; Remigio
para darle una alegría a su madre y darle 50 euros de la venta del trasto
ese... porque para los otros 100 euros que se había ganado, ya encontraría
algún buen uso que darles.
- ¡Hola! ¿Me dejas ver eso que llevas ahí?
- ¿De dónde lo has sacado? –le preguntó lleno de curiosidad.
- ¿Cien euros? –dijo Remigio con cara de extrañeza.
- Vale, vale, te doy 150 euros.
- De acuerdo, es todo tuyo –dijo mientras sacaba el tocadiscos del carrito y se lo daba a cambio de los billetes- ¿Y no te interesa la chatarra que llevo aquí? –preguntó Remigio por si hacía más negocio todavía con aquél “pringao”- Porque aquí llevo unos cuantos kilos de hierro –añadió.
Continuará...
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