Con una
población de poco más de 330.000 habitantes,
Islandia está experimentando un boom turístico sin precedentes tal como lo
reflejan los números: el año pasado recibió 1,7 millones de turistas, es decir, un cifra cinco veces superior al
número de habitantes del país.
Si empezamos por su principal aeropuerto, el
número de pasajeros creció un 40 por ciento, pasando de cinco millones a casi
siete; aunque en esto ha tenido algo que ver la estrategia montada gracias a la
cual la aerolínea Icelandair ofrece parada gratis a los pasajeros que cruzan el
Atlántico y esto hace que muchos pasajeros se planteen alargar el tiempo de esa
escala para pasar unos días en este país. Porque el turismo es fuente de
riqueza, empezando por el empleo: uno de cada 11 puestos de trabajo en Islandia
está relacionado con el turismo.
Otro ejemplo de ese crecimiento es la instalación de una
gran valla en el aeropuerto de Keflavik donde se anuncia a los viajeros que se
está trabajando en una ampliación de 7.000 metros cuadrados para hacer más
agradable el tránsito por el mismo. Incluso a muy pocos kilómetros de allí, el
famoso Blue Lagoon va a aumentar su superficie para poder acoger a más turistas
que deseen esa experiencia única de un baño termal en tan insólito paisaje.
Otro ejemplo es el tour que ofrece a los turistas caminar
por el túnel artificial más largo del mundo, excavado bajo la superficie de un
glaciar remoto. Al segundo año de su inauguración ya había aumentado un 50 por
ciento el número de visitantes alcanzando los 22.000.
Pero no olvidan ningún detalle para hacer más placentera
la estancia de los turistas. La cadena Marriot va a abrir un hotel de cinco
estrellas y los restaurantes van proliferando por doquier. Eso sí, la
Naturaleza (con mayúscula) sigue siendo su principal atractivo y por
consiguiente hay que cuidarla; por eso se está promoviendo la incorporación de vigilantes que
mantengan a los visitantes dentro de las rutas oficiales y prevengan actitudes
negligentes en el entorno natural.
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