Los
neandertales tenían mayor capacidad craneal que los humanos actuales,
concretamente 1.520 centímetros cúbicos frente a los 1.195 del hombre moderno.
Esta mayor capacidad hizo que su desarrollo fuera algo diferente al del ser
humano actual. El coste energético del crecimiento anatómico del cerebro
moderno es inusualmente alto, especialmente durante los periodos de lactancia y
durante la infancia, por lo que parece requerir una desaceleración del
crecimiento del cuerpo, así que si los neandertales tenían mayor capacidad
cerebral que el hombre actual es lógico que sus patrones de desarrollo y
maduración también fueran diferentes. “Desarrollar un cerebro grande tiene un
gasto energético importante, por lo que dificulta el crecimiento de otras
partes del cuerpo. En los sapiens, el desarrollo del cerebro durante la niñez
tiene un alto coste energético, por lo que el desarrollo del resto del cuerpo
se ralentiza”, ha declarado el investigador del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC) Antonio Rosas.
En
las investigaciones subsiguientes al descubrimiento de un esqueleto de un niño
neandertal (tenía 7,7 años en el momento de su muerte, pesaba 26 kilos y
medía 111 centímetros) su cerebro había alcanzado 1.330 centímetros cúbicos en
el momento de su muerte, es decir, un 87,5% del total antes de los ocho años. A
esa edad, un niño actual ya ha terminado de desarrollar toda su capacidad
craneal.
Las especies regulan su crecimiento de forma distinta para
adaptar su consumo de energía a sus características físicas, por ello el patrón
de maduración vertebral y el crecimiento del cerebro, así como las
restricciones de energía durante el desarrollo, podrían haber marcado la forma
anatómica de los neandertales.
En todos los homínidos, las articulaciones cartilaginosas de
las vértebras torácicas medias y el atlas son las últimos en fundirse, pero en
este neandertal la fusión se produce alrededor de dos años más tarde que en los
humanos modernos. Es por ello que “el retraso de esta fusión en la columna
vertebral podría reflejar que los neandertales tenían un desacoplamiento de
ciertos aspectos en la transición de la infancia a la fase juvenil. Aunque las
implicaciones son desconocidas, este rasgo podría estar relacionado con la característica
forma expandida del torso neandertal o con el crecimiento más lento del
cerebro”, afirma Rosas.
El descubrimiento de este esqueleto se ha realizado en la
cueva de El Sidrón (Asturias), fuente de la mejor colección de restos fósiles
de neandertales que existe en España. El estudio ha sido publicado en la
revista “Nature”.
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