Según el doctor y
catedrático de Fisiología y experto en Nutrición y Alimentación, José Enrique
Campillo, Campillo, la cocina alejó evolutivamente al hombre de los simios
proporcionando grandes ventajas para la evolución del cerebro. Conseguir una
masticación más fácil permitió reducir las mandíbulas y los dientes, y el calor
del fuego “desnaturalizó las proteínas y modificó los almidones permitiendo su
mejor digestión”. Además, “el cocinado permitió el acceso a alimentos tan importantes
como los cereales, las féculas y las legumbres que son vegetales que no podemos
consumir crudos”.
Tal como explica
este especialista de Nutrición, la cocina proporcionaba alimentos sin
contaminación bacteriana, sin parásitos y permitió su conservación mediante el
ahumado y la salazón. Es por ello que “la cocina acrecentó la socialización de
nuestros ancestros”.
Igualmente, en este
sentido, el logro de cocinar los alimentos permitió el desarrollo de un potente
cerebro, que consume mucha energía metabólica, y exigió la reducción
compensatoria del otro órgano que consume tanta energía, como es el aparato
digestivo. “Esto se logró mediante un
cambio en los patrones de alimentación con el incremento de los alimentos de
origen animal y reducción de los de origen vegetal y, sobre todo, la predigestión de los alimentos mediante
el cocinado”.
No obstante, señaló
que es difícil saber cuál es la alimentación perfecta, tanto por razones éticas
como técnicas, aunque matizó que “la gente asiste alarmada a los continuos
vaivenes respecto a la relación entre alimentación y la salud. Lo que hoy se
considera sanísimo, al año que viene puede considerarse un veneno. Y todos
estos vaivenes se jalean continuamente en las redes sociales y, en la mayor
parte de los casos, por personas sin conocimientos adecuados”.
Por último, como
médico, explicó que la alimentación y el estilo de vida más saludable es el que
disfrutaban los cántabros ancestrales que decoraron las cuevas de Altamira: “Es
la paleodieta que hoy ha colonizado
por completo clínicas, consultas de nutrición y gimnasios. Numerosos estudios
científicos muy rigurosos aseguran que para estar sanos y para prevenir las
llamadas enfermedades de la opulencia y la civilización (diabetes, problemas
cardiovasculares, obesidad, cáncer, demencia, etc.) debemos acercarnos lo más
que podamos a la alimentación y estilo de vida de nuestros ancestros
paleolíticos. Es posible que la dieta más saludable no sea la dieta
mediterránea, sino la dieta altamirana”.
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