Paseando con mi perro por el parque he podido comprobar cómo
los pájaros vuelan y cantan gozosos durante el día, cómo al retirarse el sol
regresan a sus nidos y organizan un jolgorio impresionante (sobretodo las
cotorras argentinas que ahora tanto abundan) quizás contándose todas las
aventuras y experiencias vividas durante la jornada, y cómo finalmente cuando
la noche se ha cernido sobre la ciudad el silencio reina en sus nidos.
Esto mismo debió pensar un compañero de trabajo de
ICI-Zeltia, cuando me contó cuál era su sistema para que sus hijos pequeños no
dieran guerra, porque él se había pasado todo el día trabajando y no le
apetecía llegar a casa y que todo fueran gritos, carreras, peleas de niños,
etc. “Cuando veo que están dando mucha guerra –me dijo- bajo las persianas, les
digo que ya es de noche y los acuesto”. A grandes problemas, grandes
soluciones, aunque sea para los pequeños.
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