lunes, 18 de septiembre de 2017

Banquete viene de banqueta

Probablemente la palabra “banquete” deriva de “banqueta” y eso era lo que utilizaban los griegos de hace 2.600 años en sus grandes celebraciones gastronómicas. Nada mejor que organizar un banquete para celebrar cualquier acontecimiento y en ello se ponía el máximo empeño para que todos los comensales quedaran saciados. Eso sí, los banquetes eran solo para hombres, las mujeres se iban a  comer a otro lado lejos de ellos. Las únicas mujeres que se veían por los banquetes eran las esclavas, las sirvientas y las bailarinas que, junto con los músicos, servían y amenizaban la velada.

El plato estrella y que no todos se podían permitir siempre era la carne, principalmente de cerdo y de cordero. El pescado era mucho más frecuente y variado y se consumía casi a diario. También gustaban de comer mariscos, sepia, calamares. Y también degustaban algunas sopas y purés de verduras, aunque de estas últimas no había excesiva oferta en los mercados. Un plato típico, a medio camino entre la sopa y el sólido, era el kykeón (una mezcla de sémola de cebada y agua, aromatizada con diversas hierbas como poleo, menta o tomillo). Otro alimento típico era la hidromiel, una mezcla de agua y miel.

La comida principal del día era la cena (hubiese gran banquete o no), que se tomaba siempre al caer el sol, mientras que el almuerzo de mediodía solía ser bastante ligero. Por lo que se refiere al desayuno, este se hacía a base de pan de cebada mojado en vino, higos, dátiles y aceitunas. El queso, la fruta y los dulces, tampoco faltaban en su alimentación, como tampoco la leche de cabra.

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