El Partido Popular con su presidente a la cabeza no han
debido leer la Biblia. Si lo hubieran hecho se habrían dado cuenta –según se
nos relata este libro sagrado nada más empezar- que Dios prohibió una sola cosa a Adán y Eva:
comer del árbol prohibido. ¿Y qué hicieron ellos? Pues comer. Es decir, ya se
nos dice desde los orígenes de la creación del ser humano, que basta prohibir
una cosa para que la deseemos con más fuerza, sin que la capacidad de raciocino
nos alerte de lo positivo o negativo que pueda acarrearnos tal decisión.
Así ha ocurrido, pues, una vez más en España, en donde
algunos catalanes tenían sueños de independencia. ¿Qué hicieron los entonces y
sucesivos partidos del Gobierno (también los de UCD y después los socialistas)?
Pues prohibirlo, y para contentarlos les fueron dando privilegios tales como
dinero (que emplearon en fomentar ese sueño) y competencias tales como Educación
(para que desde niños los fuesen adoctrinando en el sentimiento
independentista).
Durante los últimos años esas prohibiciones han ido
ganando terreno y en consecuencia cada vez han sido más y más los catalanes que
desean conseguir eso que tanto les prohíben, sin pararse a pensar si puede ser beneficioso
o no para ellos.
Si en vez de tanta prohibición les hubiesen permitido
expresarse libremente en un referéndum con campañas informativas sobre las
consecuencias de votar sí o votar no, nos hubiéramos ahorrado tanta crispación
y los catalanes se habrían decantado por una opción u otra, pero movidos por la
razón (el conocimiento) no por los sentimientos como ahora.
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