viernes, 5 de febrero de 2021

Un cadáver exquisito (96)

Capítulo 93.- Solicitando permiso para aterrizar
 
Ernesto estaba agotado, el último vuelo que había aterrizado allí, había traído 18 pasajeros y ¡cinco de ellos habían facturado el equipaje! Esto significaba que tendría que conducir el coche remolque por toda la pista (con 4 kilómetros de longitud, la pista de aterrizaje del aeropuerto de Ciudad Real es una de las más grandes de Europa), llegar hasta el avión, descargar las cinco maletas, recorrer otra vez la kilométrica pista, ponerlas en la cinta, y esperar que los de Air Berlin o Vueling parasen un poco su actividad porque  siete vuelos a la semana era demasié para el cuerpo, sobre todo para el suyo, que tras el último ERE se había quedado convertido en una especie de chico para todo.
Para reponerse se dirigió a la cafetería, atravesando el inmenso pasillo y la silenciosa nave de facturación en donde no se oía ni el vuelo de una mosca.  Al  llegar a  la  cafetería  buscó una mesa libre y allí estaba: era la única mesa que había, suficiente para que los empleados del aeropuerto de Ciudad Real (30 en la actualidad) pudiesen pasar por allí de vez en cuando para tomarse un bocadillo o un café. Hoy estaba más para café así que se sentó y cogió el Lanza para echar un vistazo a las noticias. Allí en primera página estaba el anuncio de la dimisión del máximo responsable del aeropuerto, aunque de los chorizos que se enriquecieron con su construcción no se decía nada.
La inversión para construirlo alcanzó los 1.100 millones, con una capacidad de maniobra para atender a más de dos millones de pasajeros al año, aunque dos años después, sólo siete vuelos a la semana constituían la actividad frenética que se desarrollaba en el mismo.
Sin embargo, antes de que se hubiese terminado el café lo llamaron por el interfono: quería verlo el jefe de control de operaciones. Epifanio, o Pifa -como todos le conocían-, era el responsable del control de las operaciones que se llevaban a cabo en el aeropuerto y soñaba con que, algún día, el panel que indica los vuelos llevaría escritas más de tres líneas. Pero hoy, al menos, tenía una buena noticia: el próximo jueves aterrizaría allí otro avión, un nuevo vuelo.
- Más trabajo -refunfuñó Ernesto.
A lo que Pifa replicó:
- Venga hombre, si es una buena noticia, necesitamos más vuelos si no queremos que echen el cierre a esto.

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