Capítulo 111.- Por un puñado de dólares
El móvil de Pedro Bareta
volvió a sonar. De nuevo número oculto. Se temía lo peor.
- Me disculpan... -dijo mirando a la concurrencia y sacando valor de no sabía dónde.
- Oiga, aquí Mili, no vuelva a colgar, es de suma importancia que actuemos rápido. Tengo instrucciones precisas para usted. -Pedro pensó que no tenía sentido explicarle a Kurkowsky que en aquel momento se encontraba en un melonar de Tomelloso con un tipo apuntándole con una tokarev, así que le dejó hablar, ya saldría el sol por Antequera-. Hemos sobornado al guardia de seguridad del laboratorio. Estará "despistado" mañana de 6 a 9 de la tarde. Necesitamos que entre sin llamar la atención y nos consiga la fórmula del nuevo Cortajiñaplus Forte. Hay que obtener esta información como sea.
Kurkowsky continuó hablando, pese a que Toribio se empeñaba en quitarle el móvil. Le dio un puntapié con la pierna buena y lo mandó al otro lado de la calle. Mientras se quejaba y lo insultaba, siguió con las explicaciones a Bareta.
Según parecía, se había establecido contacto con ciertos laboratorios que querían monopolizar el mercado de genéricos y, en especial, en el mercado soviético, ya que buena parte de la población se encontraba aquejada de terribles cagaleras descontroladas, provocadas fundamentalmente por el consumo excesivo de borscht, una sopa tradicional preparada a base de verduras y remolacha, que le aporta un característico color rojo intenso. El negocio podría ser millonario y Bareta sería correspondido con una buena suma.
Pedro se quedó con esta última frase. Le iba a venir muy bien una inyección económica. Se encontraba con la casa destrozada, probablemente perdería su trabajo, tendría que llevar a sus niños a un psicólogo de pago para superar los traumas de los últimos días y debería contratar los servicios de un buen abogado para divorciarse del zorrón de su mujer sin que esto le costara un riñón. Valoró la situación y respondió lacónico. "Así se hará" y colgó.
No sabía cómo se las iba
a arreglar para salir de aquella ni sabía si iba a poder cumplir su cometido,
pero ahora más que nunca estaba dispuesto a hacer lo que fuera para desquitarse
y cambiar su destino.
"Además, se decía a sí mismo, mato dos, que digo, tres pájaros de un tiro. Por un lado, hundo en la miseria a Monteperales, que cuando vea cómo bajan sus acciones, le va a cerrar el grifo de los regalos caros a la guarra de Tita. Por otro, como prácticamente estoy fuera de la empresa, me voy matando. Es lo mínimo que me debe esta gentuza después de tantos años de mala vida, una jubilación digna".
La Bestia se acercó a él y le apagó de golpe y porrazo el móvil dándole un empujón.
- ¡Tú, estúpido, no te separes del resto y no vuelvas a coger el móvil!
Pedro Bareta lo miró con una mezcla de odio y superioridad. Estaba trazando mentalmente su plan, no tenía tiempo para dedicárselo a un matón. Decidió callar y obedecer, esperando ver cómo se desarrollaban las cosas y el momento propicio para escapar.
- Me disculpan... -dijo mirando a la concurrencia y sacando valor de no sabía dónde.
- Oiga, aquí Mili, no vuelva a colgar, es de suma importancia que actuemos rápido. Tengo instrucciones precisas para usted. -Pedro pensó que no tenía sentido explicarle a Kurkowsky que en aquel momento se encontraba en un melonar de Tomelloso con un tipo apuntándole con una tokarev, así que le dejó hablar, ya saldría el sol por Antequera-. Hemos sobornado al guardia de seguridad del laboratorio. Estará "despistado" mañana de 6 a 9 de la tarde. Necesitamos que entre sin llamar la atención y nos consiga la fórmula del nuevo Cortajiñaplus Forte. Hay que obtener esta información como sea.
Kurkowsky continuó hablando, pese a que Toribio se empeñaba en quitarle el móvil. Le dio un puntapié con la pierna buena y lo mandó al otro lado de la calle. Mientras se quejaba y lo insultaba, siguió con las explicaciones a Bareta.
Según parecía, se había establecido contacto con ciertos laboratorios que querían monopolizar el mercado de genéricos y, en especial, en el mercado soviético, ya que buena parte de la población se encontraba aquejada de terribles cagaleras descontroladas, provocadas fundamentalmente por el consumo excesivo de borscht, una sopa tradicional preparada a base de verduras y remolacha, que le aporta un característico color rojo intenso. El negocio podría ser millonario y Bareta sería correspondido con una buena suma.
Pedro se quedó con esta última frase. Le iba a venir muy bien una inyección económica. Se encontraba con la casa destrozada, probablemente perdería su trabajo, tendría que llevar a sus niños a un psicólogo de pago para superar los traumas de los últimos días y debería contratar los servicios de un buen abogado para divorciarse del zorrón de su mujer sin que esto le costara un riñón. Valoró la situación y respondió lacónico. "Así se hará" y colgó.
"Además, se decía a sí mismo, mato dos, que digo, tres pájaros de un tiro. Por un lado, hundo en la miseria a Monteperales, que cuando vea cómo bajan sus acciones, le va a cerrar el grifo de los regalos caros a la guarra de Tita. Por otro, como prácticamente estoy fuera de la empresa, me voy matando. Es lo mínimo que me debe esta gentuza después de tantos años de mala vida, una jubilación digna".
La Bestia se acercó a él y le apagó de golpe y porrazo el móvil dándole un empujón.
- ¡Tú, estúpido, no te separes del resto y no vuelvas a coger el móvil!
Pedro Bareta lo miró con una mezcla de odio y superioridad. Estaba trazando mentalmente su plan, no tenía tiempo para dedicárselo a un matón. Decidió callar y obedecer, esperando ver cómo se desarrollaban las cosas y el momento propicio para escapar.
“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo
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