Capítulo 113.- Todo por la próstata
El sargento Miñambres
estuvo dos horas intentando poner algo de orden en el hospital ayudando a la
Policía Nacional que se había hecho cargo de la situación. Ahora estaba
esperando a que viniera a recogerle su guardia primero Peláez dando vueltas por
el vestíbulo del hospital con la cabeza gacha y mascullando frases
ininteligibles. Estaba enfadado, de muy mala leche. Las alas del tricornio se
le habían doblado para arriba y parecía el mismo demonio con la cara
congestionada de la ira.
Se le había escapado el tal Toribio en sus mismas narices al tener que ir al servicio un momento. La próstata. La puta próstata.
El vivalavirgen del guardia Chencho Gandía se había metido en la 216 momentos antes de oírse un tiro y no sabía dónde estaba. Por lo menos el cadáver no estaba.
Los GRECO la habían montado buena, permitiendo con semejante exhibición de humo, que más parecía un concierto de Iron Maiden que una acción policial, que se escapasen por la patilla todos los implicados en diversos actos ilícitos y/o criminales. Mejor dicho, con las dos patillas y pitando.
El que venía bajando por la escalera y pitando “La barbacoa”, como si nada, era el tarambana del Chencho con su maldito pito charanguero.
- A sus órdenes mi sargento. Hay que ver la que se ha montao en el hospital. Paresía la Cabargata de los carnavales de Cái… arsa. –sin darse cuenta de la cara de cabreo de Miñambres se le escapó un “Cómo me guzta la barbiquiu…”.
Y al que también se le escapó, pero una mano, fue a Miñambres que le atizó en todo el pito y este salió volando por el vestíbulo haciendo “fiushhh” y cayendo dentro de un moño de una choni adolescente poligonera que imitaba al de Amy Winehouse.
- Pero Gandía… ¿a tí es que te falta un tornillu o te caíste en una marmita de manzanilla de pequeñu y te has quedadu gil para toda la vida?
- Mi sargento… ¡que mar
genio tié uted! Le va a dar un patatús, un aderrame cerebral, una úrsera
duodenar, un…
- Gandía, tú si que me das
dolor de cabeza. Calla, calla, que no estoy pa bromas. ¿Dónde te habías metidu,
gañan? Creí que te habían pegadu un tiro.
- No se me artere mi
sargento. No me ha pasao ná. Si en el fondo me tié apresio. Er tiro se lo metió
el Kurkowsky a sí mismo, er muy panoli. Yo creo que ese tipo no es trigo
límpio. Se lo digo yo, que de burlangas sé una miaja. Yo salí siguiendo a la
enfermera que sacó a tos de la manita. Luego me encontré a un compadre de la
charanga, el Rulos, que le iban a operar de hemorroides, y me bajé con él a la
cafetería y se me ha pasao er tiempo volando. Lo que me he reído con él, mi
sargento. Me ha contao un chiste que es la bomba. Va un mariquita por…
- ¡Que te calles Gandía, que no estoy pa chistes! ¿Dónde se habrá metidu Peláez?
Como si sus deseos se hicieran realidad, apareció por la puerta y se dirigió a él.
- A sus a sus a sus órdenes mi mi sar sar mi sargento.
- Coño, Peláez, se atasca
más que la M-40. ¿Por qué ha tardado tanto?
- Mi mi mi sar sar sar sar
sargento… cuando iba iba iba a en en entrar me he pe pe gado un le le lechón
contra un un fran fran fran franchute que me me me ha con con con tao una his
his his toria muy rara r ara… y que el el el Toto to ri ri bio y no no no se
qui qui qui en m m m más se han lar lar lar gao a Toto mmmm melloso a un me me
me lonar…
- ¿Que el Toribio se ha
escapao a Tomelloso? Se va a cagar este menda.
- Mi mi mi sar sar sargento
que no no nosotros no te te te mos ju ju ju ju ris ris dicción en To to
tomellososo.
- A mi me la pela la
jurisdicción, el sursum corda y la madre del toru que mató a Manolete
-dijo Miñambres a voz en grito-. Chencho, Peláez… marchandu a Tomelloso. En misión
especial. De icónito. ¿Us habeis enterau?
- A zus órdenes mi
sargento… a Tomelloso.
Se le había escapado el tal Toribio en sus mismas narices al tener que ir al servicio un momento. La próstata. La puta próstata.
El vivalavirgen del guardia Chencho Gandía se había metido en la 216 momentos antes de oírse un tiro y no sabía dónde estaba. Por lo menos el cadáver no estaba.
Los GRECO la habían montado buena, permitiendo con semejante exhibición de humo, que más parecía un concierto de Iron Maiden que una acción policial, que se escapasen por la patilla todos los implicados en diversos actos ilícitos y/o criminales. Mejor dicho, con las dos patillas y pitando.
El que venía bajando por la escalera y pitando “La barbacoa”, como si nada, era el tarambana del Chencho con su maldito pito charanguero.
- A sus órdenes mi sargento. Hay que ver la que se ha montao en el hospital. Paresía la Cabargata de los carnavales de Cái… arsa. –sin darse cuenta de la cara de cabreo de Miñambres se le escapó un “Cómo me guzta la barbiquiu…”.
Y al que también se le escapó, pero una mano, fue a Miñambres que le atizó en todo el pito y este salió volando por el vestíbulo haciendo “fiushhh” y cayendo dentro de un moño de una choni adolescente poligonera que imitaba al de Amy Winehouse.
- Pero Gandía… ¿a tí es que te falta un tornillu o te caíste en una marmita de manzanilla de pequeñu y te has quedadu gil para toda la vida?
- ¡Que te calles Gandía, que no estoy pa chistes! ¿Dónde se habrá metidu Peláez?
Como si sus deseos se hicieran realidad, apareció por la puerta y se dirigió a él.
- A sus a sus a sus órdenes mi mi sar sar mi sargento.
“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo
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