Capítulo 101.- No existen amores
imposibles, sino amantes cobardes
Pero
justo unos momentos antes de que se hubiese alcanzado el clímax en la segunda
planta del Hospital Central, el Dr. Palominos se había visto sometido al tercer
grado: Anacleta se le había declarado; el padre de ella, el sargento Miñambres,
le había dicho que de eso nada, que tenía pensada otra boda para ella; y él
–que estaba hecho un lío- había salido corriendo mientras Anacleta se
desmayaba, se le soltaba la tripa, se despertaba, se iba a limpiar el trasero
al váter, salía de allí sin cagar leches (que ya había cagado bastante) antes
de que llegasen los GRECOS y cogía una bicicleta que algún incauto dejó
aparcada sin cadena en el parking del hospital y se marchaba de allí sin rumbo
fijo y sin saber si se le saldría la cadena (que en eso era especialista).
Palominos,
en un rincón de la planta baja no sabía qué hacer. Entonces vio llegar a las
fuerzas especiales de seguridad y pensó “ya está bien de tanto
pensar, ¡hay que actuar!” y pasó a la acción, es decir, puso pies en polvorosa
y salió disparado en busca de Anacleta. Le declararía su amor por encima de
cualquier impedimento, como Romeo a Julieta, como Calixto a Melibea, como Juan
Diego Martínez de Marcilla a Isabel de Segura (los de Teruel), como Felipe a
Juana (la loca), como Marco Antonio a Cleopatra, como Akenatón a Nefertiti,
como Orfeo a Eurídice, como Pigmalión a Galatea, como John F. Kennedy (y otros
muchos más) a Marilyn Monroe, como Adolf Hitler a Eva Braun, como Salomón a la
reina de Saba, como Bonnie a Clyde, como Santiago a Bernabéu, como Vicente a
Calderón...
Y
si ella había salido de allí en bicicleta, él que iba en coche la alcanzaría
enseguida; estaba seguro que se dirigía al “Parque Tec, no lógico” por el que
solían pasear, y además, también estaba seguro que a su Anacleta se le saldría
la cadena y entonces allí estaría él... “No existen amores imposibles, sino
amantes cobardes”, se dijo; y él no volvería a ser un cobarde.
“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo
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