Capítulo 98.- ¿Dónde estoy?
David
intentó abrir los ojos y notó cómo una toalla húmeda le cubría la cabeza. Se la
quitó y, frente a él, unos ojos como nunca antes los había visto... pero no, no
eran los ojos de Pía, sino otros mucho más familiares que había tenido mucho
más cerca y siempre había ignorado. Eran los ojos de Yoli que, en aquellos
momentos, no era la colega Afrodita pechos fuera, sino una tronqui de lo más
angelical. Hubo unos momentos de silencio y unas miradas entre ellos muy
diferentes a cuanto antes hubiera sucedido. Tras un nuevo ataque de tos, se
giró a un lado y distinguió otra figura familiar: Lolo, el Bonito del Norte.
Lolo era el más alto y más guapo de la pandilla, pero nunca supo si el apodo de
Bonito del Norte se lo pusieron por ser el más guapo y ser del norte... de
Carabanchel (un barrio del… sur de Madrid), o por los gigantescos bocadillos de
bonito que se metía cada día entre pecho y espalda.
Pasados
esos primeros instantes de confusión, y ya más recuperado, miró alrededor.
- ¿Dónde estoy?
Por allí sólo se veían estanterías llenas de frascos y paquetes de algodón, gasas, cánulas...
- Estás a salvo –le dijo Yoli- te hemos rescatao de la masacre que se ha montao ahí fuera.
- Pero ¿esto es el hospital?
- Sí, es un cuarto de material para enfermería, pero nadie nos ha echao el ojo, así que chitón y a esperar a que pase el jaleo pa largarnos.
- ¿Cómo habéis sabido la que se ha montao aquí?
- Tranqui –le dijo Lolo- pa eso estamos los colegas. Santi, el Chuzos, nos avisó que había visto a tu madre cómo venía pal hospital y que tú estabas en un lío. Y no veas, en cuanto la Yoli senteró se puso la tía como la Lara Croft, me agarró del pescuezo y vinimos cagando leches.
- ¿Y la poli?... pero si han venido hasta los GEOS...
- Sí que eran raros –dijo la Yoli- parecía una película, pero ahí estaba yo, bueno y también el Lolo que sa portao como un jabato –añadió sonriendo- que ya está acostumbrao a los botes de humo de la poli. Enseguida te encontramos y te arrastramos hasta aquí. Con el jaleo que había, ha sío pan comío.
En
estas, el Lolo se volvió hacia ellos con una sonrisa de oreja a oreja.
- Ya sé cómo vamos a salir (y les mostró unas batas de enfermera y celador y un montón de gasas). Deivid, te vamos a convertir en momia y nosotros vamos a ser tus ángeles custodios.
Al
cabo de un rato, hasta Tutankamon habría sentido envidia de lo bien momificado
que habían dejado a David, mientras que ellos dos lucían sus respectivos
uniformes hospitalarios. Se asomaron a la puerta, cuando de pronto un individuo
completamente pirado se abalanzó sobre ellos:
- Guiero un bogadillo de mortadela... con poco pan y mucha gandela...
¡Era Toribio! ¡Siempre incansable y ajeno al desaliento! Pero la Yoli era mucha Yoli y no estaba para bromas, así que asumiendo su papel de heroína, en vez de huir llamó a un policía que pasaba por allí y le dijo:
- Detenga a este hombre, está drogao y ha sido uno de los responsables del lío que se ha montao.
- Gracias -respondió el agente al tiempo que esposaba a Toribio-. Váyanse por aquella puerta, que el resto del hospital lo tenemos controlado.
Y, sin más, la enfermera Yoli, el celador Lolo y el sucesor de Tutankamon, salieron del hospital.
- ¿Dónde estoy?
Por allí sólo se veían estanterías llenas de frascos y paquetes de algodón, gasas, cánulas...
- Estás a salvo –le dijo Yoli- te hemos rescatao de la masacre que se ha montao ahí fuera.
- Pero ¿esto es el hospital?
- Sí, es un cuarto de material para enfermería, pero nadie nos ha echao el ojo, así que chitón y a esperar a que pase el jaleo pa largarnos.
- ¿Cómo habéis sabido la que se ha montao aquí?
- Tranqui –le dijo Lolo- pa eso estamos los colegas. Santi, el Chuzos, nos avisó que había visto a tu madre cómo venía pal hospital y que tú estabas en un lío. Y no veas, en cuanto la Yoli senteró se puso la tía como la Lara Croft, me agarró del pescuezo y vinimos cagando leches.
- ¿Y la poli?... pero si han venido hasta los GEOS...
- Sí que eran raros –dijo la Yoli- parecía una película, pero ahí estaba yo, bueno y también el Lolo que sa portao como un jabato –añadió sonriendo- que ya está acostumbrao a los botes de humo de la poli. Enseguida te encontramos y te arrastramos hasta aquí. Con el jaleo que había, ha sío pan comío.
- Ya sé cómo vamos a salir (y les mostró unas batas de enfermera y celador y un montón de gasas). Deivid, te vamos a convertir en momia y nosotros vamos a ser tus ángeles custodios.
- Guiero un bogadillo de mortadela... con poco pan y mucha gandela...
¡Era Toribio! ¡Siempre incansable y ajeno al desaliento! Pero la Yoli era mucha Yoli y no estaba para bromas, así que asumiendo su papel de heroína, en vez de huir llamó a un policía que pasaba por allí y le dijo:
- Detenga a este hombre, está drogao y ha sido uno de los responsables del lío que se ha montao.
- Gracias -respondió el agente al tiempo que esposaba a Toribio-. Váyanse por aquella puerta, que el resto del hospital lo tenemos controlado.
Y, sin más, la enfermera Yoli, el celador Lolo y el sucesor de Tutankamon, salieron del hospital.
“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo
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