lunes, 7 de diciembre de 2020

Un cadáver exquisito (37)

Capítulo 33.- Del “arrugao” a la “plancha”
 
Eduvigis se había mostrado siempre superorgullosa de su sobrino favorito, Jacintillo, a quien colmaba de regalos desde su más tierna infancia y le consentía todos los caprichos sin que su marido, a quien todos conocían como el Arrugao dijese ni “mu”. Quizás por eso se había quedado con el mote del Arrugao, porque siempre se achantaba y obedecía ciegamente todo lo que decía (más bien ordenaba) Eduvigis. Eso sí, parecían una pareja feliz y siempre iban de la mano, incluso cuando se bañaban en la playa de Gandía. A la gente le sorprendía que el Arrugao se metiese siempre en el agua con un snorkel en la boca, aunque cuando el agua le había cubierto ya toda la cabeza y a Eduvigis aún le llegaba por el sobaco, comprendían el por qué. Cuestión de supervivencia.
Al cabo de unos años, el Arrugao murió todo liso cuando un camión de 16 toneladas que transportaba un cargamento de yunques le pasó por encima. Al ser tan bajito, al Arrugao  nunca  se le  caían las  cosas  sino  que  estas  saltaban hacia arriba y tenía que subirse a algún sitio para cogerlas. En esas estaba cuando el botón que se le había caído (o subido, según se mire) rodó hacia la carretera y allí corrió él sin que nadie percibiese nada (“creí que era un gato” diría después el conductor) y lo dejó tan planchado que no tuvieron ni que amortajarlo; simplemente le compraron un nuevo modelo de ataúd extraplano que algún loco diseñó y no había forma humana de venderlo (ese sí que fue un gran día para la funeraria).
La tía Eduvigis le dejó a Jacinto una habitación para que hiciese sus primeros negocios y después, cuando ella murió, le dejó todo en herencia, lo que cabreó sobremanera a sus otros primos que sólo recibieron un recordatorio mientras que el Enchufao –como llamaban a Jacinto en público (en privado lo llamaban de otras formas que por decoro no vamos a reproducir aquí)- se hizo con toda la herencia.


Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…

“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo

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