Para que el mensaje publicitario nos llegue, siempre hay que sorprender, captar la atención del posible cliente para que fije su atención en lo que queremos transmitirle. En la visita médica es igual. El visitador médico es el torero, el folleto la muleta, y el médico –con perdón- el toro. Se trata de captar su atención (que no se quede pensando en otras cosas mientras el visitador le larga el rollo).
Una de las piezas publicitarias que más entrañables recuerdos me trae es esta. En la portada del folleto se podía ver una ilustración de unos troncos ardiendo. ¿Hay algo más natural que la leña ardiendo? Y ese color rojo de las llamas que aparecía bajo el troquel de la portada del folleto, nos incitaba a desear conocer lo que se escondía detrás de la frase “Un calor natural, puede a veces no serlo”.
Cuando se abría el folleto, nos dábamos cuenta que ese calor natural de los troncos ardiendo no era tal, que ese calor provenía del fuego que sentía en el culito un niño con eczema del pañal. Y para combatirlo, nada mejor que aquella pomada con hidrocortisona que se presentaba al médico.
Han pasado ya muchos años desde que esta campaña salió de mi imaginación, pero –al igual que entonces- me sigue gustando sorprender.
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