Parece que ese insignificante carácter ortográfico como es una coma, no tiene mayor importancia y podemos manejarlo, usarlo u obviarlo a nuestro antojo. Pero no es así. Un médico se olvidó poner la coma y a un niño le administraron 165 mg en vez de 16,5 mg con resultado de muerte.
Parece como si esto no preocupara en las altas esferas de las Letras, cuando la Real Academia de la Lengua acaba de publicar unas nuevas normas en donde deja al libre albedrío de cada uno –por ejemplo- acentuar algunas palabras. El acento es otro insignificante signo ortográfico, pero también tiene su importancia para que sepamos de qué estamos hablando. Sin ir más lejos, hace un par de días recibí un e-mail con este texto: “Tuve sexo solo dos horas”. Y la verdad es que aún no sé a qué se refería, porque “solo” es muy diferente de “sólo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario