Cuando al cerebro le falta información, la genera él mismo recurriendo a todo lo que ha ido almacenando en su memoria.
Como ya decía el psicólogo norteamericano William James a finales del siglo XIX: “mientras una parte de lo que percibimos nos llega por los sentidos (el objeto que está ante nosotros), otra parte viene siempre de nuestra mente”.
Por consiguiente, la percepción es un fenómeno activo y no solamente pasivo como podría parecer.
Y si tenemos en cuenta, precisamente, que es el propio receptor quien añade de su propia cosecha otros trozos para completar la información recibida, el resultado es que el mundo que percibimos no tiene por qué ser exactamente igual al mundo que nos rodea.
Conclusión: no te fíes ni de tí mismo.
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