miércoles, 12 de mayo de 2021

El códice y el robobo (48)

Capítulo 43.- Sin noticias de Coro
 
Unai preparó precipitadamente su bolsa de deporte y la echó a la parte trasera de su coche. No le gustaba nada el cariz que estaban tomando los acontecimientos. Cada vez que hablaba con Coro, ésta le cortaba la conversación y últimamente no había respondido a sus llamadas.
 
Sabía que era una persona juiciosa, la conocía desde que eran niños y habían crecido juntos. Pero su empeño y empecinamiento cuando algo se le metía en la cabeza, le hacía temer por su sentido común. Esta era una de las ocasiones en las que no estaba seguro que estuviera actuado serenamente.
 
El viaje era largo hasta Santiago y aunque se había puesto en camino después de comer, probablemente no llegaría hasta la noche. Además, el tiempo no era muy bueno en aquella época del año y debía ir con cuidado.
 
No sabía cómo iba a dar con ella una vez que llegara, esperaba que le respondiera a las llamadas, pero no las tenía todas consigo. Desde que se había metido en esta aventura y pese a haber contado con su apoyo y colaboración, Unai temía por las consecuencias y las novedades que le iban llegando, le daban toda la razón.
 
De camino, paró a estirar las piernas en un bar de carretera y pidió un café para despejarse. Aún le quedaban unas horas para llegar y quería estar despejado. La verdad es que llevaba conduciendo mucho tiempo y se sentía cansado y con las piernas entumecidas.
- Buenas tardes, póngame un cortado, por favor- dijo al camarero del local mientras se sentaba junto a la barra.
 
Mientras se lo preparaban echó un vistazo a los periódicos que se encontraban junto a las páginas amarillas y el teléfono de monedas, pero algo llamó su atención.
- Perdone -pidió al camarero-, ¿le importa subir el volumen de la televisión?
 
En las noticias salió hablando un tal McArron, sobre el códice robado en del museo catedralicio. Según sus declaraciones, habían localizado la dirección de un insensato que había puesto a la venta el códice y otro manuscrito por Internet. En una visita a su domicilio no habían dado con el muchacho pero indicó que tenían sus datos y que sería cuestión de horas que dieran con él. Se suponía que había salido huyendo de su domicilio aunque no iba a resultar complicado que lo localizaran.
 
Unai estaba convencido de que Coro también estaba sobre la pista, pues él mismo le indicó la dirección IP desde la que se había puesto a la venta el libro. Esperaba que fuera con cuidado, pues estando detrás de la pista la policía, la cosa se podría complicar sobremanera.
 
Sin terminar el café que le habían servido, Unai se puso de nuevo en marcha. No tenía tiempo que perder.

Continuará...

No hay comentarios: