sábado, 30 de enero de 2021

Un cadáver exquisito (90)

Capítulo 87.- Reloj no marques las horas...
 
Cuando estaba casi acabando el primer y único round de kaos-boxing en la 216, entraron en la misma Pía y Edu, que andaban solos por la falta de atención de Tati, que sólo tenía ojos para su Eva, y que se quedaron estupefactos al ver cómo su padre intentaba amoldar la cabeza de su jefe Jacinto a la forma de cuña y la inmediata e inmisericorde acción reductora (que no de grasa localizada como Somatoline) de Blas y Claudio, los dos celadores de Psiquiatría, conocidos en el servicio como Chuk (Chuck Norris) y Vandam, por el exquisito trato con que resolvían las crisis de los pacientes.
Edu, que por su edad (8 años) todavía no estaba en la aborrescencia y tenía a su progenitor en los altares, sólo por debajo en su escala de valores de Bob Esponja y Super Mario; viendo atacar a su papi, se lanzó encima de Chuk metiéndole los dedos en los ojos para después agarrarse a su cuello para no salir despedido, puesto que el celador, del dolor ocular, parecía un toro mecánico de bar country.
En ese momento le sonó el teléfono a Pía. Era David.
- ¿David? Por favor sube corriendo a la 216 que están pegando a mi padre. Por favor ayúdame…
David, que ya venía trastornado de amor tardó ná en colocarle la moto-pizza al vigilante jurado, al que en el momento le pidieron una cuatro quesos para la 317, y salir corriendo  escaleras  arriba  como  un  príncipe de  Bekelar para
salvar a su princesa.
Acostumbrado a subir escaleras tardó 30 segundos en entrar en la habitación… No tuvo que buscar mucho porque los gritos se oían desde la escalera.
 
Cuando entró, vio el siguiente panorama (siguiendo la localización según las agujas del reloj, como le gusta a los cuerpos de élite):
 
A las 8: Edu hacia el molinete en el cuello del enfermero mientras este gritaba poseído con las manos en la cara :
- ¡Ay mísero de mí, ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido;
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido…
Chuk tenía una vida cultural intensa en el Hogar del Mediopensionista (las pensiones no dan para completa), donde era director del grupo de teatro “La arruga es bella” y estaban ensayando “La vida es sueño”, de Pedro Calderón de la Barca de Chanquete.
 
A las 11: Violeta, al fondo. Espanzurrá, con todo el “fafarique” a la vista, gritando como una posesa. “Pedro, ya lo has conseguido, me divorcio de ti por lo civil o lo militar… me voy con Jacinto que la tiene más grande, la cartera, a ver qué se va a pensar aquí, que yo soy una señora aunque no esté en mis mejores momentos”.
 
A las 13: Jacinto encogido del dolor de los cuñazos aplicados por  Pedro,  se  había medio  despertado cuando oyó a Tita decir lo del divorcio y en ninguna de sus vidas había pensado hacerse cargo “in eternum” de semejante víbora… se desmayó.
 
A las 15 : Vandam soportaba las voces que le pegaba Pía de por qué le estaban haciendo eso a su padre, que eran unos animales, que no les iba a proteger ni Greenpeace, que…
David viendo encararse a su princesa a la mole de Vandam, sin mediar palabra, le atizo a este celador un cascazo (integral, para mejorar el tránsito), que le hizo arrodillarse del dolor, recibiendo en esta postura un zurriagazo con la cadena-pitón de la moto que ya llevaba en la otra mano.
Plaf. Tocado y hundido.
 
A las 15 y media pasadas. Pedro hecho un guiñapo, a los pies de Vandam, todavía medio mascullando:
- Cobarrrde, galliiina, capitáaan de las sardinash de la pradera fistro duodenar...
Pero en un fugaz acto de lucidez, logró presionar un mecanismo intradérmico GPS que le había instalado Kurkowsky por si lo necesitaba en una emergencia. Y esta era una de ellas.
Kurkowsky recibió la llamada y acudió rápido, porque -aunque no había sido útil en el interrogatorio- seguía por allí, fisgoneando, al haber visto en el hospital demasiada gente conocida por sus turbios manejos y sospechó que se estaba cociendo algo y que podría sacarse los garbanzos, la morcilla y el chorizo.
Pero lo primero era ayudar a Pedro, un compañero es un compañero y no se le abandona, por lo menos vivo, así le enseñaron en el KGB.
Por lo que entró en la habitacion 216 (que ya parecía el camarote de los hermanos Marx “¡y un huevo duro!”) con una pistola en la mano, diciendo en voz alta:
- Miren ustedes, o se me van tranquilizando o aquí va a pasar algo muy gordo…
Y  pasó  una  camilla con un paciente de 230 kilos en canal, al que le iban a hacer una reducción de estómago con una radial.

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