lunes, 18 de enero de 2021

Un cadáver exquisito (78)

Capítulo 75.- Valentín el valiente
 
Lo que Wilma presentía se hizo realidad. Algún día la iban a pillar en esas escapaditas que hacía a mitad de sus tareas domésticas para bajarse al bar y tomarse un cubalibre (esa era su contribución a la liberación cubana)... y así sucedió ese día. Se bebió de un sorbo todo lo que le quedaba y subió rauda y veloz.
Entró en la casa y se pudo de nuevo a sus tareas cuando vio una mancha muy grande en la puerta del cuarto de baño, cogió la gamuza para frotar y su mano traspasó  la  puerta.  “Uy val, eto no es una mancha ¿qué selá?” y entonces decidió ponerse las gafas y sus ojos vieron un paisaje aterrador: un enorme agujero en la puerta y el bidé arrancado de su sitio.
Salió corriendo de la casa y tropezó de nuevo con Valentín que en ese momento estaba pintando un ala a un angelito negro que decoraba el rellano y del empujón ¡ala! to enguarringodao.
- ¿Otra vez tú? -inquirió Valentín.
- ¡Ay mi amol, algo espantoso ha pasado en la casa. Yo iba a limpial...” -trataba de explicarse Wilma a trompicones.
- Bueno, cálmate, y vamos a ver lo que ha pasado” -le dijo Valentín, haciéndose el valiente porque ya se imaginaba cuál era la causa del susto de Wilma.
Valentín comenzó a hacer el paripé y cogió una llave inglesa (como no iba a hablar con ella –con la llave- le daba igual su procedencia) y dijo:
- Esto es cosa de hombres, deja que vaya yo delante.
Abrió la puerta y saltó hacia un lado rodando por el suelo mientras mostraba la llave inglesa-
- ¡Estoy armadu, ríndase!
Un silencio sepulcral lo invadía todo (ya se había encargado Pedro al salir de desconectar la aspiradora y apagar la radio) y tan solo se escuchaba el palpitar del corazón de Wilma. Avanzó unos pasos y dio una patada a la puerta del cuarto de baño (total, para como la había dejado Don Pedro...). Entonces volvió muy erguido, andando un poco espatarrao como los vaqueros cuando se bajan del caballo (al menos así es como salen en las películas) y –tras soplar a la llave inglesa y enfundársela en el bolsillo- le dijo:
- Han debido salir por la ventana cuando me oyeron entrar.
- Ay, mi amol, qué valiente, Valentín, eres mi héroe -dijo Wilma abrazándose a él y sin darse cuenta de que difícilmente iban a salir los ladrones por la ventana del piso 14.

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