martes, 26 de enero de 2021

Un cadáver exquisito (86)

Capítulo 83.- Una nota en el bolsillo
 
David entró en “La Ponderosa” y se acercó a la peña.
- ¿Qué pasa, troncos? -les dijo mientras chocaban sus puños en su ritual clásico.
- Hombre, Deivid, ya era hora que te separases de tu novia la almohada. Que la tiés que tener agotá -le contestó Santi, el Chuzos.
- Y más que hubiera estado planchando la oreja. La vieja que no para de enredar con tó. Y el coñazo del Paquito. ¡Qué pibe! Es que no para quieto el pavo.
- Venga, tomate un botijo, que te llevamos dos rulos. Te invito yo que me ha dao un zulito (20 €) mi brother. Algo irá a pedirme. Fijo -dijo Dani, la Manga.
- ¿Y tú, qué? ¿Qué te cuentas “motoreta”? -le dijo la Yoli.
- Pues que me namorao. Así, de golpe -dijo David.
- ¿Qué tu tas namorao? ¿De quién se pué saber? ¿Y a mí, qué? ¿Cuándo me vas a querer un poquillo? -le soltó la Yoli que estaba por sus huesos desde siempre y nunca había sido correspondida.
- De una piba que conocí ayer. Una historia tope rara. Pero la chavala me ha llegao. Es un poco cría tavía, tendrá 15 o 16 añitos. Pero está superguapa. Un poco pija… pero creo que yo también la molo un poco. Se lo he visto en esos ojazos que tiene que te quitan la vida cuando te miran.
- Pues va a ser que te has quedao pillao… anda el Deivid, que parecía una roca y  nos  ha  salido  romántico.  ¡Qué pringao! -le soltó Santi.
- ¿Qué passa trons? ¿No me voy a quedar toa la vida aquí tomando birras con vosotros? Tendré que hacer una familia, digo -soltó David.
En ese momento le pilló dándose un trago al Dani que se le atragantó y lo soltó esparciéndolo todo sobre sus colegas. Todos le pegaron una colleja.
- Pero, tío ¿que coño haces? La virgen, cómo nos has puesto, Manga. Como si fueras un jardinero municipal. ¡La leche! -dijo David.
- Si es que… cómo somos los tíos. Tiran más dos tetas que dos lambrettas -dijo Dani.
- ¿Y vas a quedar con ella? –preguntó la Yoli con ese retintín de despecho.
- Ya veremos. Supongo que sí, porque me metió un papelito con su número de tel en el bolsillo y me puso: “llámame”…
- Ja. Ja… ya mamé y quiero volverlo a hacer… -dijo arrimándose y encarándosele la Yoli- ¡Caray con las pijitas! Unas cardan la lana y otras se llevan la fama... de putas. ¡Hay que joderse!
- Tranqui Yoli, que siempre estaré yo a tus órdenes para lo que quieras… guarrilla mía. -le soltó el Santi.
- Mira que te aplico una leche que te pongo la cara como a Rocky -le respondió airada la Yoli.
- Siempre estáis igual, a ver si os matáis de una vez y nos quedamos tranquis todos… mira… voy a llamarla, a ver qué me dice. Y dejarme solateras, ¡eh! –cortó David.
Y salió a la calle, porque dentro iba a ser imposible. Cogió el papel de Pía y marcó el número.
Piticlín, piticlín, piticlín, piticlín...
Cuando ya estaba a punto de colgar…
- ¿Si? ¿Quién es? –pió Pía.
- Hola Pía, soy David, el pizzero.
- Hola David, qué pronto me has llamado. Qué bien. Obediente… así me gusta…
- Claro preciosa… como el bolero: si tu me dices ven, lo dejo todo.
- Vaya… qué chulo.
- ¿Qué haces?
- Pues nada divertido. En el Hospital Central, que han tenido que ingresar a mi mami esta noche. Se pegó un golpe en el cuartelillo.
- ¿Qué me cuentas? ¿La han pegao los picoletos? ¡Qué cabrones!
- No, tranqui, se dio con el borde de un banco cuando dormía. Nada grave. Ya está mejor. Pero veo que todavía me voy a quedar toda la tarde. Más aburrida que un discurso del Zapatero… sin ordenata, ni Tuenti, ni Messenger…
- Si quieres voy a verte un ratillo –se ofreció David.
- Vaya, qué amable. Pues no estaría mal. Vente. Cuando estés abajo me das un toque. Chao.
- Ya estoy allí. Por algo me llaman el Angelnieto. Bai.
Y David, sin despedirse de sus colegas, cogió la Vespino y salió pitando al hospital.
Yoli, flipando, le dijo al Santi:
- ¡Pos no va a ser que sanamorao! ¡Que cabrón!

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