Capítulo 65.- Los trabajos de
Kurkowsky
Cuando
Sergei abandonó el convento, no sin antes agradecer a los sufridos monjes sus
atenciones y enseñanzas, lo hizo como llegó, en bicicleta. Claro que le
resultaba dificilísimo pedalear con el hábito y le resultaba feo hacerlo en
gayumbos, así que se remangó su vestimenta y se la anudó por la entrepierna con
nudos a ambos lados, en plan bombachos.
Tenía claro su destino. Quería dedicarse a labores de investigación en el campo de la linguísitica. Para ello, iría a hablar con una de las mayores autoridades en cirílico del ámbito académico: Pavel Marzukinsky. Poco sabía lo que le deparaba el destino. Puso rumbo a Polonia, pasando antes por Alemania, donde le detuvieron en la baja Sajonia por escándalo público (no les parecía correcto que un monje se paseara en bombachos) y por haberse emborrachado a base de cerveza barata..."Llevaba tanto tiempo sin probarla..." fue lo único que pudo decir en su defensa.
Cuando
llegó a la casa del profesor Pavel, se presentó, no sin antes devolver a su
hábito la caída normal y le dijo:
- Profesor, me llamo Sergei Kurkowsky, antes ciclista profesional y ahora estudiante de cirílico. Quiero dedicarme a la investigación de esta lengua que practico desde hace 8 años. Querría que usted me tomara como alumno a su cargo. ¿Tendré este honor?
El profesor le observó cuidadosamente. No le llamaba tanto la atención el hecho de que estudiara cirílico sino su comentario sobre el ciclismo profesional y su apellido. Ruso, sin lugar a dudas.
- ¿De donde es usted?
- De Talavera de la Reina, España, pero mi padre era de Tbilisi –contestó Sergei.
El Profesor Pavel le invitó a entrar y tras una breve charla delante de una cerveza tibia, lo admitió como alumno colaborador de su departamento en la Universidad de Cracovia.
Tenía claro su destino. Quería dedicarse a labores de investigación en el campo de la linguísitica. Para ello, iría a hablar con una de las mayores autoridades en cirílico del ámbito académico: Pavel Marzukinsky. Poco sabía lo que le deparaba el destino. Puso rumbo a Polonia, pasando antes por Alemania, donde le detuvieron en la baja Sajonia por escándalo público (no les parecía correcto que un monje se paseara en bombachos) y por haberse emborrachado a base de cerveza barata..."Llevaba tanto tiempo sin probarla..." fue lo único que pudo decir en su defensa.
- Profesor, me llamo Sergei Kurkowsky, antes ciclista profesional y ahora estudiante de cirílico. Quiero dedicarme a la investigación de esta lengua que practico desde hace 8 años. Querría que usted me tomara como alumno a su cargo. ¿Tendré este honor?
El profesor le observó cuidadosamente. No le llamaba tanto la atención el hecho de que estudiara cirílico sino su comentario sobre el ciclismo profesional y su apellido. Ruso, sin lugar a dudas.
- ¿De donde es usted?
- De Talavera de la Reina, España, pero mi padre era de Tbilisi –contestó Sergei.
El Profesor Pavel le invitó a entrar y tras una breve charla delante de una cerveza tibia, lo admitió como alumno colaborador de su departamento en la Universidad de Cracovia.
Una novela en donde el humor alcanza el estado de gracia…
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