Capítulo 81.- De cuchipanda
- Sí, dígame -Leocadia, la
asistenta de toda la vida en la casa de los Astilla contestó el teléfono de la
cocina.
- Por favor, ¿esta Don Teófilo?
- ¿De parte de quién? Acaba de salir de guardia y no se le molesta por cualquier minucia. Menudo se pone. Hace poco le despertaron de la siesta, para preguntarle si estaba contento con la velocidad de su ADSL y yo estaba viento la serie “Condenados a amarnos apasionadamente”, donde Julia Francisca le dijo a Roberto Luis que el hijo que estaba esperando no era suyo, que era por sentarse en una taza de váter
en un club de canasta… que a saber cuando lo habrían limpiado…
- Por favor, soy Carlos Mensa. Él me conoce, por favor, dígale que le llamo. Es urgente.
- Un momento por favor, voy a preguntar. Un momento
Leocadia arrastró sus fatigadas piernas deslizándose por el pasillo en unas zapatillas con más kilómetros que el Transiberiano. Se acercó a una puerta acristalada con motivos de caza y llamó con los nudillos.
Clong, clong.
- Don Teófilo. Le llama alguien un poco agitado. Un tal Carlos Sillas o algo asín. Dice que es urgente. A mi plim.
El
doctor Astilla, gruño… pero cogió el teléfono.
- Hombre Carlos Mensa na in corpore sano -(siempre le gastaba la misma broma)-. ¿Qué tripa se le ha roto?
-Doctor, soy Carlos. Es importante, por eso le llamo. Estaba recogiendo el material en el quirófano para lavandería cuando he oído a Zurdo y Palominos, hablar de mirar unos datos de las analíticas de los estudios que usted se había llevado a casa, esas que yo le saqué gracias a mi amistad con la enfermera Katy. Y cuando me vieron que estaba escuchando, cuchichearon como acuchillar cochinillos cuchifritos de la conchinchina acuclillados en cuchipanda. Vamos, eso entendí yo.
El doctor Astillas entró en ignición espontánea.
- Por favor, ¿esta Don Teófilo?
- ¿De parte de quién? Acaba de salir de guardia y no se le molesta por cualquier minucia. Menudo se pone. Hace poco le despertaron de la siesta, para preguntarle si estaba contento con la velocidad de su ADSL y yo estaba viento la serie “Condenados a amarnos apasionadamente”, donde Julia Francisca le dijo a Roberto Luis que el hijo que estaba esperando no era suyo, que era por sentarse en una taza de váter
en un club de canasta… que a saber cuando lo habrían limpiado…
- Por favor, soy Carlos Mensa. Él me conoce, por favor, dígale que le llamo. Es urgente.
- Un momento por favor, voy a preguntar. Un momento
Leocadia arrastró sus fatigadas piernas deslizándose por el pasillo en unas zapatillas con más kilómetros que el Transiberiano. Se acercó a una puerta acristalada con motivos de caza y llamó con los nudillos.
Clong, clong.
- Don Teófilo. Le llama alguien un poco agitado. Un tal Carlos Sillas o algo asín. Dice que es urgente. A mi plim.
- Hombre Carlos Mensa na in corpore sano -(siempre le gastaba la misma broma)-. ¿Qué tripa se le ha roto?
-Doctor, soy Carlos. Es importante, por eso le llamo. Estaba recogiendo el material en el quirófano para lavandería cuando he oído a Zurdo y Palominos, hablar de mirar unos datos de las analíticas de los estudios que usted se había llevado a casa, esas que yo le saqué gracias a mi amistad con la enfermera Katy. Y cuando me vieron que estaba escuchando, cuchichearon como acuchillar cochinillos cuchifritos de la conchinchina acuclillados en cuchipanda. Vamos, eso entendí yo.
El doctor Astillas entró en ignición espontánea.
“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo
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