Capítulo 72.- Wilmaaaa!
Wilma
se abrazó al portero con tanta intensidad que casi lo tira por el hueco del
ascensor ya que en ese momento Valentín estaba retocando con pinturas Valentine
unos arañazos en la puerta del ascensor.
- ¿Pero qué haces Wilma -gritó asustado.
Ella se disculpó y le dijo:
- Iba a empesá mi faena en casa de los Bareta cuando me he dao cuenta que no tengo cera Alex y hoy me tocaba repasá el parquet ¿podés prestármela?
- Bueno, pero no la gastes toda -asintió resignado Valentín.
Wilma entró de nuevo en casa de los Bareta y saludó a Pedro (que ya se había vestido) como si nada hubiera pasado. En realidad, Wilma era tan coqueta que no quería ponerse las gafas y prefería ir por la vida como Rompetechos y esa mañana, como era habitual en ella, iba sin gafas y apenas era capaz de ver sólo a muy a groso modo, así que ni se dio cuenta de cómo estaba el señor.
Pedro no estaba muy seguro de si lo había visto en plan Adán o no, así que procuró esquivarla todo lo posible para no crear más problemas, pero al meterse en el cuarto de baño para limpiarse los dientes cerró la puerta con tan mala fortuna que se descolgó un tornillo de la cerradura bloqueando el pestillo. Cuando intentó abrir la puerta notó que algo se lo impedía y empezó a dar golpes y a gritar “¡Wilma, ábreme la puertaaaa!”. Sin embargo Wilma había dejado conectada la aspiradora y la radio puesta, y se había bajado a desayunar, con lo cual no pudo enterarse de nada. Pedro siguió aporreando la puerta sin comprender por qué nadie le oía.
- ¿Pero qué haces Wilma -gritó asustado.
Ella se disculpó y le dijo:
- Iba a empesá mi faena en casa de los Bareta cuando me he dao cuenta que no tengo cera Alex y hoy me tocaba repasá el parquet ¿podés prestármela?
- Bueno, pero no la gastes toda -asintió resignado Valentín.
Wilma entró de nuevo en casa de los Bareta y saludó a Pedro (que ya se había vestido) como si nada hubiera pasado. En realidad, Wilma era tan coqueta que no quería ponerse las gafas y prefería ir por la vida como Rompetechos y esa mañana, como era habitual en ella, iba sin gafas y apenas era capaz de ver sólo a muy a groso modo, así que ni se dio cuenta de cómo estaba el señor.
Pedro no estaba muy seguro de si lo había visto en plan Adán o no, así que procuró esquivarla todo lo posible para no crear más problemas, pero al meterse en el cuarto de baño para limpiarse los dientes cerró la puerta con tan mala fortuna que se descolgó un tornillo de la cerradura bloqueando el pestillo. Cuando intentó abrir la puerta notó que algo se lo impedía y empezó a dar golpes y a gritar “¡Wilma, ábreme la puertaaaa!”. Sin embargo Wilma había dejado conectada la aspiradora y la radio puesta, y se había bajado a desayunar, con lo cual no pudo enterarse de nada. Pedro siguió aporreando la puerta sin comprender por qué nadie le oía.
“El dulce gorjeo del buitre en celo”: https://www.bubok.es/libros/210805/El-dulce-gorjeo-del-buitre-en-celo
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