Lo primero que
habríamos de preguntarnos es por qué y para qué queremos convocar una Rueda de
Prensa. ¿Es realmente necesario? ¿Son las Ruedas de Prensa la panacea para
asegurarnos que vamos a salir en todos los medios de comunicación tal y como
deseamos? Para analizarlo hay que hacerlo de forma diferenciada según dos
supuestos que se dan en todas las empresas y organizaciones; esos dos supuestos
se refieren a la persona que desea realizar la Rueda de Prensa: el responsable
de Comunicación o el directivo de turno (llámese presidente, director general,
director de Marketing, o como quiera que se llame).
Si quien propone
la realización de una Rueda de Prensa es el responsable de Comunicación (y
damos por sentado que se trata de un experto profesional en su campo), debemos
suponer igualmente que está suficientemente bien razonada, que hay algo
importante que comunicar y esto debe hacerse de forma simultánea a todos los
medios. Aún así, el responsable de Comunicación deberá preguntarse si esta es
imprescindible o si, por el contrario, puede conseguirse el mismo objetivo de
otra forma. No olvidemos nunca que los medios de comunicación cada vez cuentan
con menos periodistas y que estos se enfrentan cada día a la ardua tarea de
seleccionar aquellas convocatorias a las que merece la pena asistir. Si una vez
hecho este análisis sigue convencido que la mejor forma de lograr el objetivo
es hacer la Rueda de Prensa, en ese caso puede seguir adelante siguiendo los
sucesivos pasos que iremos comentando a lo largo de este libro.
Ahora bien, hay
otro supuesto que se da con demasiada frecuencia: quien pide (o exige) al
responsable de Comunicación que organice una Rueda de Prensa, es su jefe
(presidente, director, etc.). Cuando se da este supuesto, el responsable de
Comunicación (si de verdad es un auténtico profesional) se echará a temblar
porque lo habitual en estos casos es que el asunto a comunicar no tenga la
suficiente relevancia. Los directivos aman el poder y el hecho de sentirse centro
de atención, con todas las cámaras y micrófonos apuntando hacia ellos, les
causa tal éxtasis que –si por ellos fuera- convocarían Ruedas de Prensa todos
los días. Para ellos el tema es lo de menos, porque se creen tan importantes
que piensan que para los periodistas es un privilegio el simple hecho de estar
atendiéndoles.
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