En el mes de
marzo de 1993 me incorporé a ICI Farma y al mes siguiente el laboratorio pasó a
llamarse Zéneca Farma... claro que ese había sido el motivo de mi contratación.
Por eso, nada más aterrizar me puse con todas mis energías a preparar la
campaña de cambio de nombre y relanzamiento de la compañía. A nivel profesional
no había ningún problema, conocía perfectamente todos los resortes de la
comunicación y conocía perfectamente el sector que farmacéutico que en esos
últimos 10 años que yo pasé en el sector agroquímico no había cambiado apenas.
Sin embargo, a nivel de compañeros, había cierta reserva, puesto que yo era un
fichaje directo de su nuevo presidente, provenía de su anterior empresa, y
sospechaban que yo haría las veces de infiltrado, de espía entre los
compañeros.
Solo fue
cuestión de tiempo que acabaran dándose cuenta que yo sólo me dedicaba a
trabajar y no a enredar, y por supuesto mi relación con el presidente era
cordial pero muy esporádica. Como, por otra parte, Rubín no se mezclaba mucho
con la gente y vivía permanentemente en su mundo del Comité de Dirección, y yo
vivía permanentemente en el mundo de las relaciones con los medios de
comunicación y mi llegada no había supuesto quitar ninguna parcela de trabajo a
nadie sino simplemente hacer algo que allí no hacía nadie hasta entonces, pude
desarrollar mi trabajo a satisfacción aun cuando no contase con un presupuesto
suficiente sino más bien precario. Pero eso sí, contaba con todo el apoyo de la
central de Londres, en donde se mostraban encantados de que al fin en España se
hubiesen decidido a tener un Gabinete de Prensa propio. Pero, tal como
comentaba antes, eso era en cuanto a comunicación externa porque la
comunicación interna estaba en pañales...
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