Carlos se
inclinó hacia adelante, con una intensidad que hizo que Juan se removiera en el
sillón.
-¿Cuándo fue la última vez que saliste? Y no me digas que al bar de la esquina a por un bocadillo.
- Hace unas horas... -respondió Juan, evasivo, mirando hacia la ventana donde las luces de
Madrid parpadeaban en la distancia.
- ¡No te vayas por las ramas! -Carlos alzó la voz, exasperado, pero había una genuina preocupación en sus ojos-. Mira, Juan, te lo digo porque te aprecio. Mi vida es normal: me levanto a las ocho, desayuno con mi mujer y los niños, voy a la oficina hasta las dos, como en casa, vuelvo al trabajo hasta las cinco y media. Luego, cine, paseos, o lo que surja. Los fines de semana nos escapamos de Madrid, a Segovia o Toledo, para cambiar de aires. ¿Y tú?
Juan se encogió de hombros, como si la pregunta fuera una carga que no quería sostener.
- ¿Qué quieres que haga?
Carlos se inclinó aún más, con una pasión que llenó la habitación.
- ¡Por Dios, Juan! ¡Estoy harto de verte encerrado entre estas cuatro paredes! Estás pudriendo los mejores años de tu vida. ¡Sal, diviértete, conoce gente!
Juan guardó
silencio, y por un instante, el aire entre ellos se volvió denso, cargado de
algo no dicho. Finalmente, levantó la mirada, y sus ojos tenían una sombra que
Carlos no había visto antes.
- No lo sabes, ¿verdad?
Carlos frunció el ceño.
- ¿El qué?
- Hace tres meses que no nos vemos. Han pasado cosas.
- ¿Qué cosas? -preguntó Carlos, con una mezcla de curiosidad y cautela-. En tus cartas todo parecía igual de aburrido… -Carlos titubeó, lamentando haber pronunciado la palabra “aburrido” porque no quería herir sus sentimientos.
Juan no se inmutó por ello y, con la mirada baja, como si las palabras fueran un peso que no estaba seguro de querer soltar, se dispuso a revelarle un secreto.
- He descubierto “la noche”. –le susurró Juan con una mezcla de tristeza y desencanto.
Carlos parpadeó, sorprendido.
- ¿La noche? ¿Tú, de juerga? ¿Bailando en discotecas con luces de neón y música de Los Brincos?
Juan asintió, con una expresión que oscilaba entre la nostalgia y el cansancio.
- Un mes entero saliendo todas las noches. Gasté mis ahorros, mis energías... casi pierdo mis sentimientos. Pero un día...
Novelas con corazón
https://amzn.eu/d/8KzYhK1
-¿Cuándo fue la última vez que saliste? Y no me digas que al bar de la esquina a por un bocadillo.
- Hace unas horas... -respondió Juan, evasivo, mirando hacia la ventana donde las luces de
Madrid parpadeaban en la distancia.
- ¡No te vayas por las ramas! -Carlos alzó la voz, exasperado, pero había una genuina preocupación en sus ojos-. Mira, Juan, te lo digo porque te aprecio. Mi vida es normal: me levanto a las ocho, desayuno con mi mujer y los niños, voy a la oficina hasta las dos, como en casa, vuelvo al trabajo hasta las cinco y media. Luego, cine, paseos, o lo que surja. Los fines de semana nos escapamos de Madrid, a Segovia o Toledo, para cambiar de aires. ¿Y tú?
Juan se encogió de hombros, como si la pregunta fuera una carga que no quería sostener.
- ¿Qué quieres que haga?
Carlos se inclinó aún más, con una pasión que llenó la habitación.
- ¡Por Dios, Juan! ¡Estoy harto de verte encerrado entre estas cuatro paredes! Estás pudriendo los mejores años de tu vida. ¡Sal, diviértete, conoce gente!
- No lo sabes, ¿verdad?
Carlos frunció el ceño.
- ¿El qué?
- Hace tres meses que no nos vemos. Han pasado cosas.
- ¿Qué cosas? -preguntó Carlos, con una mezcla de curiosidad y cautela-. En tus cartas todo parecía igual de aburrido… -Carlos titubeó, lamentando haber pronunciado la palabra “aburrido” porque no quería herir sus sentimientos.
Juan no se inmutó por ello y, con la mirada baja, como si las palabras fueran un peso que no estaba seguro de querer soltar, se dispuso a revelarle un secreto.
- He descubierto “la noche”. –le susurró Juan con una mezcla de tristeza y desencanto.
Carlos parpadeó, sorprendido.
- ¿La noche? ¿Tú, de juerga? ¿Bailando en discotecas con luces de neón y música de Los Brincos?
Juan asintió, con una expresión que oscilaba entre la nostalgia y el cansancio.
- Un mes entero saliendo todas las noches. Gasté mis ahorros, mis energías... casi pierdo mis sentimientos. Pero un día...
Novelas con corazón
https://amzn.eu/d/8KzYhK1


No hay comentarios:
Publicar un comentario