Rafael,
siguiendo la mirada de un grupo de mujeres que acababan de entrar, se inclinó
hacia Néstor con un brillo travieso en los ojos.
- ¡Guau! ¡Mira qué bellezas acaban de llegar! ¿Vamos?
Néstor guiñó un ojo, como si el mundo entero estuviera conspirando a su favor.
- ¡Eres un lince, Rafael! -Se volvió hacia Juan, con una sonrisa que destilaba complicidad-. ¿Vienes?
Juan negó con la cabeza, su mirada perdida en el borde de su vaso.
- No, gracias.
Néstor se encogió de hombros, imperturbable.
- Tú te lo pierdes. –y dirigiéndose a Rafael le gritó- ¡Al ataque!
Los dos
jóvenes se levantaron y se perdieron entre la multitud y sus risas se
entremezclaron con la música y el griterío ensordecedor de todos cuantos se
apretujaban en la pista de baile y sus aledaños.
Juan se
quedó solo, y al cabo de unos minutos le pareció que el bullicio de la discoteca
se desvanecía y sólo quedaba latente como un tenue murmullo muy lejano. Las
luces centelleantes parecieron ralentizarse, como si el tiempo mismo se hubiera
detenido para dejarlo a solas con sus pensamientos.
“¿Esto es todo?”, pensó, con la mirada fija en la pista de baile. “Ríen, hablan, coquetean. Si no oyera sus palabras, creería que son felices. Pero su felicidad es efímera, un flirteo superficial”. Se reclinó en la silla, sintiendo el peso de la noche sobre sus hombros. “Quizás tengan razón. El mundo agota, y ellos lo combaten con sus propias armas: superficialidad contra superficialidad. Viven el instante, sin pasado ni futuro. ¿De qué sirve ser profundo en un mundo que premia lo banal?”. Sus dedos tamborilearon sobre la mesa, un gesto nervioso que reflejaba su inquietud interior. “Podría escribir novelas vacías, como las que compran por esnobismo, y tendría éxito. Pero ¿y después? Un cuerpo puede darme una noche de placer, pero mi alma... mi alma necesita más. Busco el amor, no una conquista..”
Novelas con corazón
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- ¡Guau! ¡Mira qué bellezas acaban de llegar! ¿Vamos?
Néstor guiñó un ojo, como si el mundo entero estuviera conspirando a su favor.
- ¡Eres un lince, Rafael! -Se volvió hacia Juan, con una sonrisa que destilaba complicidad-. ¿Vienes?
Juan negó con la cabeza, su mirada perdida en el borde de su vaso.
- No, gracias.
Néstor se encogió de hombros, imperturbable.
- Tú te lo pierdes. –y dirigiéndose a Rafael le gritó- ¡Al ataque!
“¿Esto es todo?”, pensó, con la mirada fija en la pista de baile. “Ríen, hablan, coquetean. Si no oyera sus palabras, creería que son felices. Pero su felicidad es efímera, un flirteo superficial”. Se reclinó en la silla, sintiendo el peso de la noche sobre sus hombros. “Quizás tengan razón. El mundo agota, y ellos lo combaten con sus propias armas: superficialidad contra superficialidad. Viven el instante, sin pasado ni futuro. ¿De qué sirve ser profundo en un mundo que premia lo banal?”. Sus dedos tamborilearon sobre la mesa, un gesto nervioso que reflejaba su inquietud interior. “Podría escribir novelas vacías, como las que compran por esnobismo, y tendría éxito. Pero ¿y después? Un cuerpo puede darme una noche de placer, pero mi alma... mi alma necesita más. Busco el amor, no una conquista..”
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