Ella lo
miraba con una intensidad que lo desarbolaba pero, al mismo tiempo, le
insuflaba una energía positiva como nunca antes había sentido. Parecía que iban
a entrar en un mundo mágico… pero la estruendosa llegada de Néstor, que
irrumpió con una botella en la mano y el rostro enrojecido por el alcohol, les
hizo salir de su mundo y regresar de golpe a la realidad de la discoteca.
- ¡Eh,
intelectuales! ¿No venís a la pista? ¡Está que arde! –gritó Néstor,
tambaleándose ligeramente.
Juan y Clara respondieron al unísono, con una sincronía que los hizo sonreír:
- No, estamos bien aquí.
Néstor se encogió de hombros, imperturbable, y se alejó tambaleándose hacia la pista.
- Tu poema
es precioso -dijo ella, con una suavidad que contrastaba con el caos a su
alrededor.
- Gracias. Aunque, como puedes comprobar, este no es el mejor lugar para la poesía -respondió Juan, sintiendo que, por primera vez en meses, no estaba solo. Ella rio, con un brillo de felicidad en sus ojos.
- ¿Cuántos años tienes? –preguntó Clara.
- Veinticinco. ¿Y tú?
- Adivina.
- ¿Veintiuno? -aventuró Juan, estudiando su rostro.
- Menos.
- ¿Diecinueve?
- Menos.
Juan frunció el ceño, sorprendido.
- ¿Diecisiete?
Ella asintió, con una mezcla de orgullo y timidez.
- Por eso estoy tan atada a mis padres –asintió Clara.
- No los aparentas -dijo Juan, con una sinceridad que lo sorprendió a sí mismo-. Pero no importa el DNI, sino lo que llevas dentro.
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Juan y Clara respondieron al unísono, con una sincronía que los hizo sonreír:
- No, estamos bien aquí.
Néstor se encogió de hombros, imperturbable, y se alejó tambaleándose hacia la pista.
- Gracias. Aunque, como puedes comprobar, este no es el mejor lugar para la poesía -respondió Juan, sintiendo que, por primera vez en meses, no estaba solo. Ella rio, con un brillo de felicidad en sus ojos.
- ¿Cuántos años tienes? –preguntó Clara.
- Veinticinco. ¿Y tú?
- Adivina.
- ¿Veintiuno? -aventuró Juan, estudiando su rostro.
- Menos.
- ¿Diecinueve?
- Menos.
Juan frunció el ceño, sorprendido.
- ¿Diecisiete?
Ella asintió, con una mezcla de orgullo y timidez.
- Por eso estoy tan atada a mis padres –asintió Clara.
- No los aparentas -dijo Juan, con una sinceridad que lo sorprendió a sí mismo-. Pero no importa el DNI, sino lo que llevas dentro.
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