domingo, 7 de diciembre de 2025

Sigue esperando… (7)

Carlos sacó el paquete de Ducados y lo agitó frente a Juan.
- ¿Un pitillo?
- No, gracias. Lo he dejado -respondió Juan, con una firmeza que sorprendió a ambos. 
Carlos arqueó una ceja, incrédulo.
- ¿Tú? ¿Sin tus cigarrillos? No me lo creo. 
Juan señaló un montón de papeles en el escritorio, donde un manuscrito sobresalía entre el caos.
- Me he identificado demasiado con el protagonista de mi nueva novela. Ahí tienes a mi pobre Juan… hasta le he puesto mi mismo nombre al protagonista. 
 
Carlos se levantó, curioso, y tomó el manuscrito. Hojeó las páginas, con el ceño fruncido.
- ¿Este? ¿Qué le pasa a este Juan? 
Juan soltó una risa amarga, teñida de ironía.
- Te vas a reír. Decidió dejar de fumar porque se asfixiaba en cuanto corría un poco, parecía como si sus pulmones hubiesen perdido elasticidad y ya no fueran capaces de insuflarle todo el oxígeno necesario, pero sus amigos lo convencieron para que probara una nueva marca. Dijo: “mi último cigarrillo”. Pero cada día tenía un “último cigarrillo” en sus labios. Ahora, en la segunda parte, está enfermo de cáncer de pulmón, arrepintiéndose de no haber tenido fuerza de voluntad. Por eso, si ahora acepto tu cigarrillo me sentiré como él. 
 
Carlos soltó una carcajada, dejando el manuscrito sobre el escritorio.
- Eres imposible. Siempre viviendo en tus historias con tanta intensidad que a veces me pregunto si no son tan reales esas historias como tu propia vida, porque parece que las dos, tus historias y tu vida son tan reales la una como la otra. -Hizo una pausa, y su expresión se volvió más seria- Oye, ¿cuántos años tienes?
- Veinticinco. ¿A qué viene eso? 
 

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