sábado, 1 de junio de 2024

Tángana (y 3)

Para terminar, no he podido resistir la tentación de incluir aquí este delicioso texto publicado en la web “daimieldiario”, ahora que está tan de moda eso de la “independencia”. Bajo el título “Nace el independentismo daimieleño”, dice así:
 
“He de reconocer que a mi alrededor hay gente muy cachonda, ocurrente, capaces de sacarle gracia a muchos aspectos de la actualidad. Por eso hoy, cuando se comentaba la aparición de un diccionario daimieleño-español, obra del paisano Vicente Fisac, alguien ha comentado:
¡Pues ya está!, ahora que tenemos lengua propia podemos pedir la independencia de España.
Y claro, la lluvia de ideas surgida a continuación ha ido en ese sentido reivindicando que tenemos escudo, bandera y hasta himno, aunque en este extremo no había consenso. Si lo pensamos hasta tenemos una historia a la que asirnos y hasta, como Catalunya, podemos sentir que el trato fiscal nos discrimina por el hecho mismo de que la Junta nos deba más de cinco millones de euros que no parece llegar a soltar. Y esto sería base, no me digan, para exigir un pacto fiscal para Daimiel y hasta crear nuestra propia Hacienda.
Si por tener, hasta en eso nos parecemos, podríamos alardear del desafecto de las regiones colindantes y exprimir que las gentes de Villarrubia, Torralba o Manzanares no nos quieren.
Eso sí, lo que no ha habido forma de resolver es el asunto de construir el modelo política independiente sobre una monarquía o una república. Y sin embargo sí ha existido cierto consenso en que constituirse como  paraíso fiscal puede ser una buena forma de financiación y alejarnos de la tentación de una república bananera.
Por último hemos constituido una serie de grupos de estudio y trabajo para montar el armazón secesionista y llenar las alforjas del sentido identitario suficiente para exacerbar el valor de lo nuestro, la historia, la cultura, el espacio natural, y ahondar en las diferencias respecto al resto. Y poner a los medios de comunicación locales al servicio de la idea a cambio de promesas de generosas subvenciones.
No está clara la fecha de la entrevista con Rajoy o Cospedal ("o nos dais lo que pedimos o nos lo montamos por nuestra cuenta") y se ha abierto lista para los que se ofrezcan a quemar banderas nacionales en público, que ya se ve que no pasa nada, aunque de momento tendrán que poner ellos el mechero hasta habilitar presupuesto para las acciones a seguir. Después nos hemos ido cada cual a su faena, despojados ya de todo arrebato secesionista con la sonrisa en la boca”.
 
Y entre los muchos comentarios que suscitó el citado artículo, me llamó la atención este en concreto, ya que se refiere –precisamente- al deporte de la Tángana, al que hemos dedicado el presente capítulo:
 
“En realidad no es ninguna tontería. Liechtenstein tiene la mitad de extensión geográfica que el término de Daimiel y hace de su condición de paraíso fiscal su fortuna. Es un principado, así que nos podemos conformar con eso, si tiramos por la constitución monárquica. El deporte nacional sería la Tángana y hasta podemos hacer aquí la sede de la Federación Internacional de este deporte que nos daría, al menos en los primeros años, varios campeonatos mundiales para nuestra nación”.
 

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