Mi primer coche para poder practicar el Turismo
carretera, fue un Seat 600 de segunda mano y 60.000 kilómetros, pero con doble
tubo de escape, el cual había pertenecido a la mujer del batería de Los
Canarios, el conjunto del que era cantante Teddy Bautista, que luego fue
presidente de la Sociedad General de Autores y acabó procesado. Una de mis
mayores hazañas fue hacer Madrid-Zaragoza a una media de 90 km/hora que,
teniendo en cuenta que el coche no pasaba de 100 km/h resulta una auténtica
proeza haber conseguido esa media (eso sí, no está incluido el tiempo de las
paradas para echar gasolina, desayunar y hacer pis). Y con ese coche hice
grandes viajes tanto profesionales (mi primer viaje de empresa conduciendo mi
coche fue con este Seat 600 a San Sebastián) como de vacaciones a muchos
lugares de España.
La experiencia es quien mejor nos enseña en esta vida y
raro será el conductor que no haya tenido accidentes. Los del 600 fueron,
cuando menos, curiosos. El primer golpe fuerte me lo di en un cruce de calles
cuando no miré quién venía por el cruce de la derecha (que se supone tenía
preferencia) y era nada menos que un Mercedes. Como sabéis, el 600 es muy
cortito, pues bien, me dio justo en la parte de atrás y realicé un trompo,
aunque sin más consecuencias que el susto y las consiguientes abolladuras y
parte al seguro. Más intrigante fue el segundo gran incidente. En esta ocasión
conducía mi mujer por el Paseo de Prado cuando algo pasó (no recuerdo si fue un
semáforo que cambiaba de color u otro coche que se cruzaba), el caso es que fue
a frenar... y el freno no estaba. ¡Había desaparecido! Menos mal que no llevaba
mucha velocidad y coche acabó en diagonal sobre los jardines del centro del
Paseo del Prado. Llegó un Policía para ver qué nos había pasado y se lo
dijimos. Se asomó al interior del coche y se quedó pasmado: el pedal del freno
no estaba, se había volatilizado. ¡No existía ni había rastro de él! Al cabo de
un rato, pasado el susto y pensando ya en llamar a una grúa, volvimos a mirar
en el interior del coche y ¡el pedal del freno había vuelto a su sitio! Nunca
ha sido nadie capaz de encontrar una explicación lógica a este fenómeno
paranormal que bien hubiera podido aparecer en cualquier programa televisivo de
misterio. Y recuerdo que antes y también después de aquello, el freno funcionó
siempre con total normalidad. El tercer y último gran suceso acontecido a este
coche ocurrió la noche en que el Atlético de Madrid empató 0-0 en el campo del
Celtic de Glasgow y se clasificó para la final de la Copa de Europa. Vuelvo a
insistir en que el Seat 600 es un coche muy cortito. Lo había dejado aparcado
en Guzmán el Bueno siendo el último de la fila antes de llegar a una esquina,
pero perfectamente aparcado. Aquella noche, con el triunfo del Atleti hubo gran
algarabía en la ciudad y quizás uno de aquellos eufóricos Atléticos se estrelló
contra el 600 dejándolo reducido a la mitad. Así me lo encontré a la mañana
siguiente. ¡Pobre 600, con lo bueno que era! ¡Si sería bueno, que una vez se le
rompió la correa del ventilador, paré de inmediato, y al salir del coche
descubrí que había parado en la puerta de un taller, en donde rápidamente me lo
arreglaron! ¡Otro coche no hubiera tenido ese detalle!
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon: https://www.amazon.com/author/fisac
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