Cuando visité Helsinki (Finlandia) durante unas
vacaciones, hice un día una excursión a la isla de Suomenlinna, en donde tenían
anclado y a disposición de los turistas un submarino. Efectivamente realicé
aquella visita y me introduje en el submarino, sorprendiéndome con lo
claustrofóbico que debe ser pasar día y días navegando bajo el mar sin salir de
allí. Creí que con aquella visita ya podía decir que había practicado el
Submarinismo, pero resulta que el citado término no se refiere a eso, sino al
deporte de nadar bajo la superficie del mar.
Bueno, pues si yo he nadado bajo el mar, puedo decir en
honor a la verdad, que he practicado Submarinismo. No obstante tendré que
aclarar que ha sido un poco chapucero. No he utilizado nunca bombonas de
oxígeno sino tan solo mi capacidad pulmonar y a veces ese aparatito llamado snorkel
(que en español significa “tubo respirador” pero seguimos utilizando la palabra
inglesa), que consiste en un tubo con aberturas a cada extremo, una se pone en
la boca y la otra se deja fuera del agua para que puedas mantener la cabeza
debajo del agua y respirar al mismo tiempo... aunque nadie se libra de meter
alguna vez la cabeza más de la cuenta y comenzar a tragar agua, o bien que
venga una ola un poco más alta de lo normal, tape el agujero que estaba fuera,
y te las haga pasar canutas.
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