domingo, 26 de mayo de 2024

Senderismo o Hiking (1)

Después de haber hablado de otros deportes de Montaña o Alpinismo, tales como la Escalada y el Excursionismo o Trekking, le toca el turno a hora al Senderismo o Hiking. Está considerado como una actividad deportiva aunque no sean muchas las competiciones que se organizan al respecto sino que lo más frecuente es que se practique por puro placer. Su característica principal es que se realiza sobre caminos señalizados, utilizando preferentemente el sistema tradicional de vías de comunicación: cañadas reales, caminos vecinales y senderos, aparte de los propios y minúsculos senderos que los propios montañeros van abriendo con su paso por el campo o la montaña. Se dice que el Senderismo es una simbiosis entre deporte, cultura y medio ambiente. Y este deporte también lo he practicado y lo sigo practicando.
 
La sierra de Madrid ofrece grandes posibilidades, siendo algunas de las que más he visitado el valle de la Barranca (en las afueras del pueblo de Navacerrada) o, sin ir más lejos, los alrededores de Tres Cantos. También aquí realicé alguna sesión de Senderismo acompañado de mi perro, ese pequeño Westin que parece más de juguete que perro de campo; entre otras cosas porque tiene las patitas muy cortas y se le van pegando todos los cardos. En una de estas salidas, y en un momento de descuido, vio una enorme caca de vaca y no se le ocurrió otra cosa que rebozarse en ella. Cuando me di cuenta ya era tarde, así que le até la correa y me lo llevé hacia un río que se divisaba allí cerca. Le quité la correa para poder bañarlo y... por un momento dudé si lo que tenía era un Westin o un galgo, porque nunca le vi correr tanto y tan deprisa. Menos mal que a pesar de los años mantengo una forma física aceptable y pude alcanzarlo a varios cientos de metros del río. Lo enganché de nuevo y ya no lo solté hasta que estuvo limpio y reluciente.
 
En otra ocasión, la sesión de Senderismo se vio alterada por la presencia de un rebaño de ovejas que divisé a lo lejos y que custodiaban dos perrazos. Cuando estos se dieron cuenta de la presencia de mi perrito faldero, vinieron corriendo hacia nosotros. Yo no sabía cuáles podían ser sus intenciones, si solo querían olerle el culo o si por el contrario pretendían atacarlo. Ante la duda, y ante nada (es decir, sin ningún árbol o sitio donde subirnos o refugiarnos) no tuve más remedio que cogerlo en brazos y seguir mi camino como si tal cosa (cuando se te acerca un perro rabioso –lo sé por experiencia- lo mejor es no mostrar miedo, sino superioridad sobre él y seguir como si nada). Al llegar los dos perrazos a mi vera, miraron intrigados la escena: un señor que llevaba en brazos una oveja blanca muy rara que olía a perro. Pero gracias a Dios sólo era curiosidad lo que sentían. Pero por desgracia era mucha curiosidad la que sentían. Total que no se apartaron de mí y se olvidaron por completo del rebaño de ovejas que debían custodiar. Yo seguí caminando y solo fue al cabo de 15 o 20 minutos (que se me hicieron interminables) que decidieron volver a sus ocupaciones y nos dejaron en paz. En paz no, porque antes éramos dos (mi perro y yo) y a partir de ese momento fuimos tres (mi perro, yo y mis agujetas).
 

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