Después de haber hablado de otros deportes de Montaña o
Alpinismo, tales como la Escalada y el Excursionismo o Trekking, le toca el
turno a hora al Senderismo o Hiking. Está considerado como una actividad deportiva
aunque no sean muchas las competiciones que se organizan al respecto sino que
lo más frecuente es que se practique por puro placer. Su característica
principal es que se realiza sobre caminos señalizados, utilizando
preferentemente el sistema tradicional de vías de comunicación: cañadas reales,
caminos vecinales y senderos, aparte de los propios y minúsculos senderos que
los propios montañeros van abriendo con su paso por el campo o la montaña. Se
dice que el Senderismo es una simbiosis entre deporte, cultura y medio
ambiente. Y este deporte también lo he practicado y lo sigo practicando.
La sierra de Madrid ofrece grandes posibilidades, siendo
algunas de las que más he visitado el valle de la Barranca (en las afueras del
pueblo de Navacerrada) o, sin ir más lejos, los alrededores de Tres Cantos.
También aquí realicé alguna sesión de Senderismo acompañado de mi perro, ese
pequeño Westin que parece más de juguete que perro de campo; entre otras cosas
porque tiene las patitas muy cortas y se le van pegando todos los cardos. En
una de estas salidas, y en un momento de descuido, vio una enorme caca de vaca
y no se le ocurrió otra cosa que rebozarse en ella. Cuando me di cuenta ya era
tarde, así que le até la correa y me lo llevé hacia un río que se divisaba allí
cerca. Le quité la correa para poder bañarlo y... por un momento dudé si lo que
tenía era un Westin o un galgo, porque nunca le vi correr tanto y tan deprisa.
Menos mal que a pesar de los años mantengo una forma física aceptable y pude
alcanzarlo a varios cientos de metros del río. Lo enganché de nuevo y ya no lo
solté hasta que estuvo limpio y reluciente.
En otra ocasión, la sesión de Senderismo se vio alterada
por la presencia de un rebaño de ovejas que divisé a lo lejos y que custodiaban
dos perrazos. Cuando estos se dieron cuenta de la presencia de mi perrito
faldero, vinieron corriendo hacia nosotros. Yo no sabía cuáles podían ser sus
intenciones, si solo querían olerle el culo o si por el contrario pretendían
atacarlo. Ante la duda, y ante nada (es decir, sin ningún árbol o sitio donde
subirnos o refugiarnos) no tuve más remedio que cogerlo en brazos y seguir mi
camino como si tal cosa (cuando se te acerca un perro rabioso –lo sé por
experiencia- lo mejor es no mostrar miedo, sino superioridad sobre él y seguir
como si nada). Al llegar los dos perrazos a mi vera, miraron intrigados la
escena: un señor que llevaba en brazos una oveja blanca muy rara que olía a
perro. Pero gracias a Dios sólo era curiosidad lo que sentían. Pero por
desgracia era mucha curiosidad la que sentían. Total que no se apartaron de mí
y se olvidaron por completo del rebaño de ovejas que debían custodiar. Yo seguí
caminando y solo fue al cabo de 15 o 20 minutos (que se me hicieron
interminables) que decidieron volver a sus ocupaciones y nos dejaron en paz. En
paz no, porque antes éramos dos (mi perro y yo) y a partir de ese momento
fuimos tres (mi perro, yo y mis agujetas).
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