A grandes rasgos, la promoción consistía en colocar un
expositor con un envase del herbicida Gramoxone con un candado en cada punto de
venta. En el mismo había unos folletos en los que se invitaba al agricultor a
participar en la promoción para lo cual debía rellenar y enviar una tarjeta con
su nombre, dirección y cultivos que tenía (gracias a lo cual pudimos construir
un gran listado de clientes potenciales). Al recibir las tarjetas (recibimos
10.765) se les enviaba una carta que contenía una llave real, de metal,
indicándoles que acudiesen al punto de venta para comprobar si esa llave abría
el candado; si conseguía abrirlo... ¡premio! ¡Habrían ganado una Mobylette! Así
de fácil y así de atractivo. Y si no lo abría, recibirían como premio de
consolación un llavero. Pero había algunas interioridades que ahora voy a
desvelar.
Compré más de 500 candados con su correspondiente trozo
de cadena, para que los delegados comerciales los distribuyesen en los puntos
de venta de toda la zona del Levante español, aunque la mayoría fue en la Comunidad
Valenciana. ¿Cómo hice para que unos candados pudieran abrirse y otros no, ya
que sólo había 100 premios y por lo tanto sólo debían existir 100 posibilidades
de abrirlos? Lo hable con Ferretería Venecia (mi proveedor para este menester)
y llegamos a la conclusión que la mejor manera era que sólo se pudieran abrir
con una llave que llevase su ranura a la derecha. Nos interesaba además que en
algunos puntos de venta importantes saliese premio y en otros de carácter
secundario no. Así que recibimos de Ferretería Venecia 100 candados que podían
abrirse con llave de ranura a la derecha y 400 candados que no podían abrirse
con esas llaves. Pero ¿y si algo fallaba? ¿Y si alguien llegaba con una llave
distinta a la que le hubiésemos enviado y por casualidad abría el candado? El
premio era demasiado goloso y demasiado caro como para descartar esa
posibilidad, así que nos tocó a mi compañero Javier Cebrián y a mí, como tantas
otras veces, resolver el problema. Una vez recibidos los candados que bajo
ningún concepto deberían abrirse, nos pusimos –con infinita paciencia- a
abrirlos, echarles unas gotas de pegamento especial instantáneo, cerrarlos y
dejarlos secar unos minutos. Aunque se metiese la llave adecuada en los mismos,
ya nadie sería capaz de abrirlos a partir de ese momento. Por el contrario en
los otros 100 esperábamos que esas 100 llaves buenas llegaran a ellos y, si por
alguna circunstancia, una llave ajena era capaz de abrirlos, el premio habría
que adjudicárselo al inesperado ganador, pero al menos ese candado se retiraría
de la circulación y sería sustituido por otro de los manipulados, por lo que el
premio no se duplicaría.
De esta forma, enviamos 10.665 llaves con ranura a la
izquierda (de ninguna manera podrían abrir el candado) y 100 llaves con ranura
a la derecha (que sí podrían abrir cualquiera de esos candados). Poco a poco
fueron abriéndose los candados que daban derecho a ese magnífico premio
instantáneo y se corrió la voz tan rápido como una moto de competición. Supimos
que algún avispado se pasaba por esos puntos de venta con un enorme manojo de
llaves para ver si conseguía abrirlos con alguna, pero nadie lo consiguió, sólo
los 100 afortunados a quienes (de manera aleatoria) habíamos enviado las llaves
maestras.
Finalizada la promoción se organizó un acto en el Parador
de El Saler (Valencia) para la entrega de premios y se buscó dotarlo de la
mayor notoriedad posible. A través de nuestro Jefe Regional en Valencia, se
contactó con el entonces Campeón del Mundo de motociclismo, Ricardo Tormo (1952-1988),
y este se prestó de forma gratuita a entregar los premios. Acudí, pues, a
Valencia, y dispuse toda la parafernalia para tal acto, con la exhibición de
las 100 Mobylettes puestas en línea, habiendo comunicado tal evento a la prensa
local. Ricardo Tormo fue entregando los premios y diversos medios de
comunicación de Valencia se hicieron eco de la entrega de premios, con
titulares tales como “Ricardo Tormo con Zeltia Agraria” que explicaba cómo: “Se
ha celebrado en el Parador Luis Vives (Valencia) la entrega de los premios de
la gran promoción Gramoxone extra. El campeón mundial Ricardo Tormo hizo
entrega de los ciclomotores que han correspondido a los ganadores de estas
provincias” y se daba la relación completa de los 56 ganadores de Valencia, Castellón,
Murcia, Alicante y Baleares, indicándose que otros 44 afortunados ganadores
correspondían a otras provincias, y una foto en la que se me veía con Ricardo
Tormo y el Jefe Regional, Christian Cuenca, durante el acto de entrega de
premios. Otro periódico daba la noticia con el titular “Premio a los
agricultores”, diciendo a continuación: “El motorista valenciano Ricardo Tormo,
que tantos triunfos ha cosechado, fue el encargado de entregar ayer los premios
que Zeltia Agraria ha concedido a 56 agricultores valencianos que se han
destacado por su buena labor. El acto tuvo lugar en el Parador Luis Vives, de
El Saler, a las seis de la tarde, con asistencia de directivos de la entidad
patrocinadora y numerosos invitados, y constituyó una agradable fiesta que viene
a cerrar el certamen destinado a premiar a los agricultores”.
Como se ve, mi relación con el mundo de las motos ha sido
insignificante, puramente testimonial; sin embargo, me permitió codearme con
todo un Campeón del Mundo, Ricardo Tormo, dos veces Campeón del Mundo (1978 y
1981) en la categoría de 50 cc; así como tres veces Campeón de España en 50 cc
y cuatro veces Campeón de España en 125 cc; habiendo participado en 62 grandes
premios a lo largo de su corta carrera (una grave accidente durante unos entrenamientos
le alejó de las pistas y falleció poco después a causa de una leucemia) con un
palmarés de 19 victorias y 36 podios. Al famoso circuito de Cheste se le
bautizó más tarde como “Circuito Ricardo Tormo”.
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