No sé si vale la pena explicar en qué consiste el deporte
de la Petanca, porque creo que todos lo hemos practicado alguna vez y, desde
luego, lo hemos visto jugar a los viejos en el parque. Pero conste que la
Petanca no es un juego (aunque la gente “juegue” a la Petanca) sino que está
considerado como deporte y su origen es centenario, ya que se remonta al año
1907 en el sur de Francia. Por eso, cuando cualquiera de nosotros diga alguna
vez “voy a jugar a la Petanca” debe rectificar inmediatamente y decir acto
seguido: “¡Uy, perdón, quise decir ‘voy a practicar el noble deporte de la
Petanca’!”.
Pero me temo que mi práctica de este deporte no ha sido
muy rigurosa. Empecé a practicarlo cuando mis hijos eran pequeños y nos
distraíamos con la Petanca en la playa, para lo cual había comprado un juego
muy rudimentario que tenía las bolas de plástico. Pero después de aquello,
también lo he practicado, ya con bolas metálicas reglamentarias, en algún
ambiente familiar, generalmente en la playa y siempre acabaron las partidas...
por puro aburrimiento. También alguna vez lo he practicado en descampados, ya
que según se explica en este deporte “se puede practicar en todo tipo de
terrenos, aunque normalmente se hace en zonas llanas, de gravilla o arenosas”.
Debo reconocer que de todos los deportes que he
practicado este ha sido quizás el que me ha parecido más aburrido, aunque no sé
si esto es así porque es aburrido de verdad (que yo creo que sí) o sólo es una
apreciación mía al considerarlo un deporte de viejos, y yo soy un adolescente
inmaduro aunque haya traspasado la edad de jubilación.
Esto es cierto, porque mirando otros deportes, ves gente
joven, atlética... y aquí sólo ves boinas. Y para colmo los viejos son tan
cabezotas que hasta he contemplado el siguiente e insólito espectáculo: un
campo para jugar a la Petanca (quiero decir para practicar el noble deporte de
la Petanca) de dimensiones reglamentarias (15 x 4 metros para competiciones
nacionales o internacionales o como mínimo de 12 x 3 metros), con el suelo de
arena o gravilla perfectamente plano, delimitado por listones de madera para
que las bolas no salgan del citado campo, con bancos alrededor para que se
sienten los espectadores, y... vacío. ¿Y dónde estaban los viejos que
practicaban este deporte? Pues, a pesar de tener esta maravilla de terreno de
juego a su disposición, jugaban en el descampado de al lado, con árboles por
medio, baches del terreno, piedras, matojos, hierbajos, y hasta alguna caca de
perro.
Ya lo sabéis, la triste y dura realidad es que la Petanca
es un deporte de viejos, así que podéis tener la seguridad que no me veréis
nunca más practicando este deporte, el último sin duda entre mis preferencias.
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