Siguieron pasando los años y aquella caña de pescar sólo
conseguía coger polvo y olvido en un rincón del armario, hasta que un buen día
fue a morir en la basura. Y yo seguí creciendo y practicando muchos deportes
aunque no la Pesca, hasta que un buen día, ya en plena madurez, fui a vivir
otra inusual experiencia.
Me había invitado (tal como relato en otro capítulo de
este libro) mi amigo Ingar Pedersen, a pasar una semana en su cabaña de las montañas,
en el centro de Noruega. Allí nos dedicábamos a caminar por las montañas
durante todo el día, en medio de aquella exuberante y virgen naturaleza, y sólo
al final del día regresábamos a la cabaña para descansar, relajarnos con algún
trabajo o reparación casera, y cenar viendo los partidos de fútbol del Mundial
que se estaba celebrando en esas fechas.
Yo le había comentado previamente que, entre las
diferentes actividades que podíamos realizar en aquella semana de vacaciones
conjuntas, se podía incluir algún día de Pesca. Desde luego, la región de
Telemark está llena de ríos (cuya anchura es casi igual a la longitud de los
ríos españoles... bueno, exagerando un poco) y de innumerables lagos de todos
los tamaños; por consiguiente hay buena pesca y ya mi amigo me había confirmado
que algunas veces (aunque esa no fuese su principal afición) solía ir a pescar.
El caso es que, por satisfacer mi deseo, me dijo que sí y así me lo reiteró
cuando el primer día llegué a su casa unifamiliar y, después de enseñarme las
cañas de pescar que íbamos a utilizar me dijo “y ahora vamos a por el cebo”. No
sabía yo muy bien a qué se refería pero me llevó al jardín en donde había, en
un rincón, una montaña de tierra de más de un metro de altura (ahora sé que eso
se llama “compost” pero como nunca he tenido una parcela...) y entonces metió
la mano y tras moverla por ahí sacó: una lombriz. Quedé aterrado viendo aquél
repugnante espectáculo, lo cual le hizo mucha gracia; así que siguió metiendo
la mano una y otra vez hasta tener un frasco lleno de esas asquerosas
lombrices, mientras me repetía una y otra vez entre carcajadas si no quería yo
también “pescar” alguna, a lo cual me negué, por supuesto.
Ya instalados en su cabaña aislada entre las montañas,
cogimos las cañas de pescar y nos fuimos a un caudaloso río. Elegimos un
precioso lugar en la ribera del río y entonces llegó el temido y fatal momento:
coger una lombriz y pincharla en el anzuelo. Tengo que reconocer que no vale
como excusa decir que amo a los animales y no me gusta hacerles daño, la verdad
pura y dura es que me resultaba asqueroso coger una lombriz y encima pincharla
en el anzuelo, así que él, con gran paciencia, hizo ese trabajo por mí. Gracias
a eso puede lanzar el sedal y el anzuelo al río y esperar... eso, y esperar, y
esperar, porque allí no picaba nada, si acaso algún mosquito en nuestro cogote.
De vez en cuando tirábamos del sedal para comprobar el
anzuelo y el cebo, y la lombriz seguía en su sitio sin que ningún pez osase
comérsela. Si mi don, en vez de la escritura hubiese sido el de la ilustración
o la caricatura, hubiera dibujado –para rememorar aquél momento- una lombriz
muy contenta, en traje de baño, disfrutando de las repetidas zambullidas en el
agua, ante el asombro y decepción de los atribulados pescadores. Pero es que
fue eso lo que pasó, no picó ni un solo pez, ni en su caña ni en la mía.
Otro día repetimos la misma experiencia, esta vez en un
lago, pero el resultado fue similar. Sin embargo, el fracaso estrepitoso de
nuestra pesca tuvo un final feliz, porque en esta vida hay que ser previsores e
Ingar lo era: se había llevado unas enormes y preciosas truchas congeladas que
ese mismo día puso a descongelar y después cocinamos a la brasa. En fin, menos
da una piedra.
Y esta ha sido mi experiencia practicando el arte o
deporte (como queráis llamarlo) de la Pesca. Lo que parecía comenzar como una
carrera prometedora se quedó en el más sonoro de los fracasos y las más frikis
experiencias, aunque no por ello he dejado de comer pescado... que pescan
otros. Y es que los hay con más suerte.
Si escribes “Vicente Fisac” en Amazon, podrás ver todos los libros de este autor.
“Cosas de Noruega”: https://amzn.to/30R9seS
Si escribes “Vicente Fisac” en Amazon, podrás ver todos los libros de este autor.
“Cosas de Noruega”: https://amzn.to/30R9seS
No hay comentarios:
Publicar un comentario